Algún día. [Privado con Renji]

-¡Vamos Chicos, nos perderemos el especial de cerdo agridulce en la tiendita de Laru! - Se gritaba por las calles de un poblado en las inmensas llanuras del país del Té, parece que cada cierta temporada del año se hace un festival dónde todos se la pasan bien, comen, beben y hasta hacen nuevos amigos y compañeros de Luchas. Había tantas posibilidades de que hacer en el festival, juegos, comida, trucos, lo mejor de todo es que está tan barato. Que con 100 Ryos puedes durar todo un día. Una ganga completamente.

Ahora, ¿qué harías si no tienes nada que hacer en un festival?, Vivo siempre en estos tipos de pueblos, pues de algo me tengo que ganar la vida, ¿no?, Claro. No era la gran cosa, era simplemente un pequeño negocio de comida, y de hecho. Era un poco de todo ya que la comida se trataba de pocas cosas, cerdo y quizás pescado. No compre muchas cosas, no tengo dinero como para tener todo el kit completo, en términos prácticos mi puesto era normalmente uno de los pocos que no tenían clientes. Hasta había veces que me quedaba corto en todo. Teniendo que pedir prestado para sobrellevar una vida que no era del todo buena.

-¿Está tienda intenta hacerle competencia a la tienda de Laru?, por favor esto no tiene sentido. Es lo más ridículo, algo como lo qué tiene él no podría hacerle competencia a algo cómo lo de Laru. - Comentó alguien mientras pasaba por mi tienda, era verdad. La tienda de Laru simplemente era superior, literalmente siempre tenían algo que innovar, está vez trajeron un restaurante entero y lo instalaron en menos de un día, tengo que hacer algo. - Necesito averiguar sus precios… ¿Qué tal simplemente tener un 50% en oferta?, Quizás le agrade esa oferta. - Pensé mientras me acercaba a mi restaurante. Con ayuda de algunos clones puse un cartel, anunciando la bajada de precios. Vamos a ver si logro hacer algo con esto, me estoy ahogando en deudas.

— Interesante, nunca antes había visto algo como esto — Pronunció en voz muy baja el rubio poseedor de habilidades silvestres. Sus manos acariciaban suavemente unas enredaderas que conectaban con una pequeña flor, casi como una réplica exacta y pequeño de un jardín manipulado. —... No parece ser totalmente natural, lo anotaré. — Renji realizó un par de anotaciones adicionales en su libreta y se alejó de aquel extraño macetero a un costado de la avenida principal.

El andar de nuestro joven e intrépido rubio le llevó a pasar por unas de las tiendas de comidas más cercanas. Allí, observó como un joven usaba una manera llamativa y peculiar para hacer tareas "cotidianas", muy de su estilo, claro, cuando era un simple Genin, actualmente ya no haría algo como eso a pesar de ser tan errático. — ¡Buen día! — El rubio llevó su mano diestra hacia la parte inferior de su mentón y observó la promoción que los clones colocaban lentamente...

— Menuda oferta. Quiero dos de la promoción, por favor. — Lo gracioso fue que Renji no estaba muy seguro de a quién dirigirse, pues como típicos clones, todos eran muy similares. El Jounin se limitó a acceder a la tienda y tomar uno de los asientos más cercanos a la entrada y esperar por su orden.

Grata fue mi sorpresa cuando escuché a alguien entrar, parecía muy amable. Le escuché saludar a mis clones. Su voz era alegre, parecía que era un simple civil que aún no escuchaba sobre Laru, algo imposible tomando en cuenta que en el pueblo todo rondaba alrededor de Laru. Algo común, quizás sea algo fuera de lo normal que le daban a los civiles para que se enamoren de su comida. - Bienvenido señor, soy Jikaro. Un gusto en servirle. - Jikaro no tenía ni idea de lo que te tramaba el señor, hasta le dijo su nombre verdadero. No Leroy como era su nombre falso en estás ocasiones. - Ahora mismo tenemos en oferta el cerdo agridulce con papas, y si no gusta de eso, también ofrecemos el Pescado con Hongos bañados en salsa de ají verde. - ¿Un nombre bien feo?, Quizás. ¿Cómo consiguió la Salsa de ají verde?, Tampoco 
lo sabemos. Lo que sí sé es que ese cliente tendrá la comida más rica que ha tenido en toda su vida. Independiente de lo que tome. Haría su pedido y me sentaría en unas cuantas mesas. - ¿Por qué no has ido a dónde Laru?, Todos van a dónde ella. Es raro que alguien coma y no sea donde Laru. - Le pregunté, no sabía si el chico no hablaba cuando comía, me daba relativamente igual. Simplemente necesito a alguien con el cuál me pueda desahogar.

Sin importar que siguiera la conversación, me iría a preparar algo más para él, un postre. A su mesa llegaría un pastel lleno de fresas con chocolate en cada lado del pastel. Era un buen cliente. - Casa Invita. - Dije con una sonrisa de lado a lado. No podía evitarlo, era el primer cliente desde hace como 4-5 días por completo. No había venido nadie, esa persona quizás era la llama de esperanza que me iba a ayudar a seguir.

Mostrar Contenido

No tengas miedo de usar el entorno y hacer el rol más interesante.

— Oh... — Renji se asombró un poco al escuchar que el joven se dirigía a él como si se tratase de una persona sumamente mayor, cuando en realidad podrían incluso compartir cercanía en edades. — No hace falta que seas tan formal, apenas y tengo la mayoría de edad. — Añadió el intrépido rubio mientras reía por lo alto a carcajadas sueltas y se acomodaba en su respectivo asiento.

Apenas nadie observase y tuviese la chance, rebuscaría entre sus ropajes algún indicio por el cual alguien ajeno se ha referido a él como un señor y no joven, era un tema bastante trivial, pero para alguien como él, era importante, despertaba su curiosidad.

El joven se presentó como Jikaro, al parecer era el tendedero de la tienda donde él decidió consumir y lo atendería por las próximas horas. — Todo suena muy delicioso — Renji se tomó unos segundos para meditar sobre la selección y finalmente dijo —... ¡Dame ambas! — Exclamó con fuerza y señaló con su dedo índice a los letreros de ambos platillos. — Aunque tráeme uno primero y luego el otro, en el orden que tú prefieras. — Sonrió y se acomodó, se le notaba muy a gusto.

...

¿Quién es Laru? Se preguntó Renji al instante en que Jikaro indagaba al respecto de su decisión.  — ¿Laru? No tengo idea de quien me hablas. — Reiría por lo bajo y observó la tienda cercana... ¿Se trataba de esa tienda, quizá? — Soy un simple viajero, no soy un lugareño, quizá por eso no conozco los mejores lugares, aun así siempre prefiero nuevas experiencias y claro, las opciones menos tomadas son más interesantes y únicas. — Explicó.

El Jounin fue sorprendido por un postre que invitaba el chico, aparentemente, era el dueño del local y no solo un simple empleado. — ¿Eres el dueño de todo esto? — Señaló circundantemente el entorno y dio un bocado a su postre mientras recibía una respuesta.

Una expresión de asombro recorrió todo su cuerpo. ¿Cómo no conocía a Laru?, Laru dominaba por completo todos los sentidos en la cocina. — Laru… Laru es una de las personas más poderosas de todo el pueblo. — Sonreí incómodo, era verdad. Los negocios pequeños no tenían la posibilidad de salir adelante pues Laru y compañía le cortaban las alas. Gracias a Dios que les puse claro lo que pasaría si intentaban hacer algo así conmigo. —  Quizás tengas razón. El negocio es uno de los más pequeños del pueblo para no decir el más pequeño. Lamentable, ¿No? — Reiria mientras tomaba un cigarrillo de su bolsillo. — ¿Le molesta si fumo? — Era importante para mí saber si él dejaba que yo fumara. Esperaba a que se niegue, si no lo hacía prendería mi cigarro tranquilo y le daría algunas caladas. 

— ¿El dueño? — Sonreí mientras me sentaba en unas sillas alejado de él. — Si, desde que deje la aldea se me hace muy difícil sobrevivir y no se me hace bueno el simple hecho de trabajar para matar. Ese nunca ha sido mi estilo. — Era verdad, odiaba asesinar personas. Aunque si la situación lo amerita lo haría sin refunfuñar. — ¿Tienes algún negocio o vives de algo? — Intenté sacar un poco de plática para hacer el día más divertido de lo que ya estaba.

— ¿Laru? No, la verdad es que no me suena para nada. — Confesó Jikaro con una clara sonrisa en su rostro. — Si no importa, sacaré algo para comer mientras, vengo desde muy lejos. — Su sonrisa se mantuvo inmaculada durante la corta plática y solo cambió cuando introdujo una papa en su boca, un nuevo bocadillo que consiguió de un puesto ambulante durante el trayecto hacia el País del Té. — Define qué es para ti el Poder. — Curioso, preguntó a Jikaro acerca de su perspectiva de ese tal "Laru", incluso le apuntó con una de sus papas mordida. — Solo así podremos entendernos. — Sonrió nuevamente antes de continuar ingiriendo los bocadillos.

— El tamaño es un factor relevante en el comercio, pero todo reside en la calidad de la persona y su atención. — Dijo Jikaro, sorprendido de que alguien que había viajado poco o nada conociera ciertos aspectos importantes de la economía autónoma dentro de los países. — Adelante, no me molesta, mientras no caiga en mi rostro. — Comentó Renji parcialmente honesto, ya que claro que le molestaba un poco que cayeran papas en su rostro por su lado más "fanático" a la naturaleza.

Renji bajó el rostro en aquel instante y alzó una de sus cejas... ¿Aldea? El chico era un renegado o algo similar. La próxima pregunta le pareció un tanto personal, pero nada que no estuviera dispuesto a responder. — Soy un investigador botánico en varios países, no tengo un puesto fijo, pero me gano la vida estudiando distintos especímenes y catástrofes ambientales. ¿Aburrido, no? — Bromeó, llevando otra papa a su boca y esta vez esperaba encontrar una respuesta más interesante que las anteriores.

— Poder. — Dió un suspiro largo seguido de una calada de su cigarro. — Es la forma en que un simple humano puede mover masas con una sola palabra, eso considero yo que es el poder. — Le comento mientras ponía la colilla del cigarrillo en el cenicero. Me iba a llevar muy bien con este chico, era joven y tiene mucha vida por delante, lo seguía escuchando. — Se podría decir que sí, pero él domina todo el mercado por así decirlo. — Y no era mentira, todo el pueblo estaba sujeto a lo que parecía ser una dictadura pues no se dejaba a los otros triunfar aunque los demás fueran mucho más buenos, parecía que estaban siendo idiotas con sus decisiones, eso era la definición de poder que yo tenía en el mundo.

Sonreí al escuchar de qué trabajaba, me acordé de un amigo que quería vivir de eso pero no lo logró. Terminó sin lograr hacer nada pues murió en la guerra, un dolor en el pecho que quizás nunca podrá superar. — No, no lo es. Tenía un amigo que quería vivir de ello, murió Lamentablemente. — Comenté mientras ví como se estaban acabando sus papas, lo volví a mirar de vuelta. — ¿Gustas qué te haga más papas? — Pregunté mientras me levantaba e iba a la cocina, viendo como era el chico sabía que no iba a rechazar.

El sonido de el cuchillo chocando con la tabla de madera, y el sonido del aceite hirviendo abría el apetito a cualquiera. Después de un rato un plato lleno, se posó en la mesa donde se encontraba Renji, se veían crujientes y no se notaba tanto el aceite. — Me dices que tal quedaron. — Sonreí mientras me sentaba no a su lado, algunas mesas más alejado.