Dentro de una habitación impoluta, cuyas paredes, techo, suelo e incluso la mesa metálica en el centro de la misma y las dos sillas que la acompañan son de un resplandeciente color blanco; dos figuras resaltan entre la impecabilidad de la estancia: Una doctora que espera con algo de impaciencia a que su compañero termine y Samuru, el titiritero que, ahora mismo, se encuentra mirando dos píldoras de soldado aparentemente idénticas pero que, supuestamente, tienen diferencias sustanciales.
- No, definitivamente no noto nada - Sentencia el marionetista mientras da un toque a una de las dos píldoras, haciéndola rodar como una canica sobre la mesa metálica, en dirección a la doctora - Apostaría por esta, pero únicamente por que parece tener menos imperfecciones. Por experiencia, los venenos y las drogas especialmente peligrosas suelen tratarse con más cuidado que la medicina común. Pero más allá de eso, no veo nada.
- Vaya... - La expresión de la doctora pasa con rapidez de hastío a sorpresa - De hecho, has acertado. Pero como comprenderás, no podemos dedicar media hora en medio de la guerra a sopesar si la píldora es real o está adulterada.
Samuru sencillamente sonríe mientras se pone en pie, tomando la bata médica que hay cuidadosamente doblada sobre su silla, que se pone con un movimiento excesivamente escenográfico mientras recoge el resto de sus enseres.
- Es lo que ocurre cuando le pides a un estudioso de toxinas y venenos que intente diferenciar a ojo una nueva droga. En cualquier caso - El titiritero lanza un hilo de chakra, atrayendo hacia sí la píldora falsa - ¿Debo seguir el rastro de esta cosa no? De acuerdo, volveré cuando encuentre algo. Ah y me quedo la bata, podría servirme si debo infiltrarme - Concluye mientras se dirige al exterior con más prisa de la debida.
- ¿En un laboratorio clandestino con una bata reluciente?
Pero para cuando la doctora acaba su frase, el marionetista ya no se encuentra en la sala y la puerta está cerrada ante ella. Mientras tanto, un Samuru mucho más sereno deja la bata en el primer rincón que encuentra, abandonando su papel de payaso mientras observa la droga desde más cerca, sonriendo de forma siniestra tras olfatearla levemente "Reconocería ese aroma en cualquier sitio..."
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