Las costas de Kirigakure
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El puerto de Kirigakure recibió al anciano Iroh con el suave murmullo de las olas. El barco, que lo llevó desde las costas del País del Agua hasta el corazón de la niebla, atracó con seguridad. Iroh, con su sombrero característico y una mochila al hombro, descendió de la embarcación y se encontró nuevamente frente a las tierras de la Aldea Oculta entre la Niebla.

El ambiente era diferente al ardiente desierto que había dejado atrás. La brisa salada del mar le acariciaba el rostro mientras observaba las altas torres de Kirigakure a lo lejos. La nostalgia se apoderó de él al recordar sus años en la aldea como un miembro destacado del ejército.

El anciano buscador de tesoros caminó por el muelle, recordando los días en que él mismo había zarpado hacia tierras lejanas en misiones para la aldea. Sin embargo, esta vez, su viaje era diferente. No venía como un shinobi, sino como un hombre en busca de respuestas y, tal vez, de algún rastro del ninja que había dejado su huella en la niebla.

Al llegar al centro de la aldea, Iroh notó que algunos transeúntes lo miraban con curiosidad. No pasó mucho tiempo antes de que un antiguo compañero de la milicia se acercara con sorpresa y reconocimiento en los ojos.

—¡Iroh! ¿Eres tú, verdad? Hace años que no te veía por aquí. —saludó el hombre con entusiasmo.

Iroh sonrió y estrechó la mano de su viejo amigo.

—Así es, he vuelto a Kirigakure después de mucho tiempo. ¿Cómo has estado?

Los dos se apartaron del bullicio de la calle y se sentaron en un banco cercano. El antiguo camarada de Iroh le contó sobre los cambios en la aldea, las nuevas generaciones de shinobis y algunos eventos notables que habían ocurrido en su ausencia.

—Pero, ¿a qué se debe tu regreso? —preguntó el amigo, notando la expresión pensativa en el rostro de Iroh.

Iroh decidió compartir parte de su historia, omitiendo detalles específicos sobre la tetera y la búsqueda del ninja en el país del agua.

—He estado explorando y buscando tesoros perdidos. En mi camino, he recordado viejos tiempos y pensé que sería bueno regresar a donde todo comenzó.

El amigo asintió con comprensión.

—Bueno, te deseo lo mejor en tu búsqueda. Si necesitas algo o algún consejo, sabes dónde encontrarme.

Después de despedirse de su amigo, Iroh continuó explorando la aldea. Cada callejón y edificio le traía recuerdos de su juventud. Las cosas habían cambiado, pero la esencia de Kirigakure permanecía.

El anciano buscador de tesoros decidió dirigirse hacia la taberna local, un lugar donde muchos shinobis solían reunirse. Tal vez, entre risas y charlas, podría obtener alguna pista sobre el ninja que buscaba.

Al entrar en la taberna, notó las miradas fugaces de algunos presentes. Decidió sentarse en un rincón tranquilo y observar discretamente. Entre las conversaciones y risas, buscó indicios de la presencia de un hombre que había abandonado la aldea tiempo atrás.

La noche avanzaba, pero Iroh sabía que su búsqueda apenas comenzaba. Kirigakure guardaba secretos y memorias que él estaba dispuesto a explorar en su viaje para recuperar la tetera perdida y, tal vez, desentrañar la historia de aquel ninja errante que había dejado una marca en la niebla.


La taberna se llenaba con el murmullo animado de los presentes, pero Iroh permanecía absorto en sus pensamientos. Cada rostro, cada risa, le recordaba a aquellos con quienes compartió misiones y batallas en su juventud. Sin embargo, su mente estaba enfocada en encontrar pistas sobre el ninja que había desencadenado su búsqueda.

Un grupo de jóvenes shinobis, aparentemente de la nueva generación, se acercó al anciano buscador de tesoros. Curiosos, pero respetuosos, comenzaron a hacerle preguntas sobre sus experiencias en el pasado y su reputación como miembro destacado del ejército.

—Oímos que eras un verdadero héroe en tu época, Iroh-sensei. ¿Es cierto que peleaste en la Gran Guerra?

Iroh asintió con una sonrisa modesta.

—Sí, es verdad. Pero los héroes son aquellos que trabajan juntos para proteger a la aldea. Solo soy uno de muchos que sirvieron.

Las historias de sus hazañas y el misterio que envolvía su regreso atrajeron la atención de más shinobis en la taberna. Sin embargo, Iroh no dejaba de escuchar las conversaciones a su alrededor, en busca de cualquier indicio que pudiera llevarlo a su objetivo.

Fue entonces cuando escuchó un susurro entre dos sombras en un rincón oscuro de la taberna. Dos hombres hablaban en voz baja sobre un ninja que se movía entre las islas del País del Agua, un individuo que parecía evadir a las autoridades.

Iroh, con sigilo, se acercó al par de hombres y les preguntó con discreción sobre el misterioso ninja de la neblina. Los hombres, inicialmente reacios a compartir información, notaron la determinación en los ojos del anciano y decidieron contarle lo que sabían.

—Hemos oído rumores de un ninja que controla la niebla a su antojo, un exmiembro de Kirigakure que se desvió por caminos oscuros. Dicen que su presencia está ligada a actos cuestionables en el País del Agua.

Iroh agradeció a los informantes y se retiró del rincón oscuro. Ahora tenía un nuevo camino que seguir, y sus pasos lo llevarían nuevamente hacia las aguas que alguna vez fueron su hogar.

La mañana siguiente encontró a Iroh listo para embarcarse en una nueva aventura. Había obtenido información crucial sobre el ninja de la neblina, pero aún quedaban incógnitas por resolver. Se dirigió al puerto, donde los barcos se mecían al ritmo de las olas.

Decidió tomar un pequeño barco pesquero que lo llevaría a una de las islas más alejadas, donde se rumoreaba que el ninja errante podría haberse refugiado. Los pescadores, tras escuchar la historia de Iroh, accedieron a llevarlo en su pequeña travesía.

A medida que el barco se adentraba en las aguas, Iroh se sumía en sus pensamientos. La brisa salada le acariciaba el rostro, y las olas golpeaban suavemente el casco del barco. Recordó sus años de juventud cuando estas aguas eran su hogar, y la nostalgia lo envolvía.

Las islas se vislumbraban en el horizonte, y el anciano buscador de tesoros se preparaba para lo que vendría. La búsqueda del ninja de la neblina lo llevaba a enfrentar sombras del pasado, y el viaje recién comenzaba en las aguas del País del Agua, donde los secretos se ocultaban entre la bruma y las olas que susurraban historias de tiempos pasados.
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