Última modificación: 20-02-2024, 09:09 PM por Aoi.
14 de diciembre, 15 D.K.
Costa Este del País del Fuego, localización desconocida, 14:30hs.
Tras emprender su marcha desde Konoha, había llegado por fin al lugar del encuentro con su próximo empleador, o mejor dicho quien estaba dispuesto a contratar los servicios de Aoi. Con su apariencia infantil y su sonrisa compradora, el pequeño Jounin se había ganado medianamente un nombre como mercenario, y sobre todo su tarea era no dejar rastros u ocultar muy bien su presencia e intenciones. — ¿Siempre eres de llegar tarde? Estaba a punto de arrepentirme y buscar a otra persona. — Escupió a un lado la muy malhablada y directa Quinta Oficial de la Rebelión del Agua, Nao Hozuki. Aoi se quitó la boina y sonrió mostrando sus dientes. Se acercó hasta quedar a apenas un metro de la kunoichi y suspiró. — Yo soy el que vivo más lejos de esta playa de mierda que eligieron. Todavía puedes darte vuelta y volver a tu río. — Comentó claramente mofándose de que la Hozuki venía de mar. — ¿Y eso? — Detrás de la joven, varios metros más cerca de la playa desolada donde estaban, un hombre de piel azul estaba maniatado. — Veo que cumplieron su parte. Bueno, esto hace las cosas más fáciles. — El peliazul comenzó a caminar a paso lento hacia el Hoshigaki preso y con una cinta en su boca.
— Isla Miyama. En el baúl de la barca hay un mapa que indica su ubicación. Al parecer ese idiota de Kurosame ha pasado el último tiempo frecuentando mucho ese lugar. Es el templo ancestral de los Hoshigaki, Yato me ha dado sus coordenadas sin problema. — Caminó a la par de Aoi y, de un salto, se acercó al Hoshigaki para patearle la cabeza y dejarlo inconsciente. El Jounin de Konoha lo observó y analizó su vestimenta y apariencia. Se agachó y posó su mano sobre su frente. Sus ojos se pusieron blancos durante unos instantes, y enseguida volvió en sí. Era como si una catarata de información hubiese entrado en su mente. Y es que, efectivamente, lo había hecho. Fue como si tomar contacto con ese piel-azul le hubiese revelado mucho de su identidad: quién era, dónde andaba con frecuencia, con quiénes interactuaba... y algunas imágenes de Miyama, probablemente. — Veinte mil ryos por adelantado es lo que acordamos. ¿Dónde están? — Tras ponerse de pie, Aoi se impacientó por la paga e intentó apurar a Nao, quien lo observó frunciendo el ceño y lo señaló con el índice, tensando el ambiente. — Escúchame bien niñato de mierda, aquí nosotros ponemos las condiciones, tú sólo lo tomas o lo dejas. ¿Quién mierda te crees para venir a poner requisitos? Vas y me traes la cabeza de ese azul, es fácil.
Un chasquido de lengua es lo único que recibió la Hozuki, y luego una sonrisa bastante falsa. — Está bien, Nao-sama. Te traeré la espina dorsal de ese pescadito antes de la navidad. ¡Espérenme con una cena caliente! — Volteó y se dirigió a su embarcación ya preparada, que también entraba en el trato para ir a la caza del renombrado Kurosame Hoshigaki. Tuvo que mojarse un poco los pies, pero por suerte cargaba sus botas, lo que impidió que el agua llegase a su piel. Tras llegar al barco se hizo con el mencionado mapa lo primero, y lo giró de aquí-allá intentando entenderlo. Parecía una escena de sitcom, pues lo revoleaba como si fuese una auténtica brújula. Levantó los hombros y observó a la playa, donde la Hozuki se preparaba para partir. — Haz lo que quieras con él, me da exactamente lo mismo. Después de todo, su vida es una basura absoluta. — Carcajeó y, con esa risa cínica, emprendió viaje por mar hasta el País de las Olas, desde donde saldría a buscar Miyama sin pasar por Kirigakure.
19 de diciembre, 15 D.K.
Isla Miyama, Mar del Este, 12:10 PM
Las playas sureñas de la paradisíaca Miyama, antiguo hogar habitual de los Hoshigaki, recibían aquel mediodía bajo los dorados rayos del astro mayor a un nuevo visitante. En realidad, unas huellas conocidas. Unos pies azules, un cuerpo fornido y joyería algo exótica adornaban el torso desnudo de Yesan Hoshigaki, un miembro del clan que residía en la Isla del Sur, presidiendo la comunidad de hombres-tiburón de dicha área. No era de frecuentar Miyama, pero aunque sea no levantaría miradas extrañas aquel día. No si era encontrado por algún otro Hoshigaki. Pero tal parecía que sabía exactamente a dónde ir, pues nada más tocar la arena y sentir la calidez de aquel lugar edenesco, comenzó a andar hacia el sendero arbolado que lo conduciría al centro de la formación terrestre.
Cruzando las hermosas dunas de arena y disfrutando de los acantilados, parecía estar maravillado. De hecho, allí mismo se asentaría, en la cima de un acantilado desde el que, a unos varios cientos de metros podía verse una cascada que desembocaba en el lago Ookiyanagi. Muchos Hoshigaki venían a estas tierras en busca de conocer sus antepasados, una conexión más profunda con su linaje y con la faceta más espiritual de los sanguinarios guerreros. Y es que en verdad esto formaba parte esencial de su cultura. Pero aquel día algo amenazaba con romper el ciclo. Una espiral de destrucción había llegado a Miyama, y estaba esperando a su vigilante protector.
— Oh, ya notaste que tienes compañía, Kuro. Por fin, mejor para mí. — El radar de chakra que tenía en su mente le señaló la posición desde donde el chakra de Kurosame Hoshigaki comenzaba a acercarse. El disfraz comenzó a desvanecerse, pues ya no era necesario fingir más. Prefería un enfrentamiento directo. Allí, en el borde del risco, como si se derritiera, la transformación perfecta de piel azul dejó ver la figura de Aoi formarse. Descendió de estatura, sus músculos se desinflaron, sus ojos se tiñeron de ámbar y su cabello creció y se azuló más. El Jounin de la Hoja se cruzó de brazos, sabiendo que desde detrás suya la presencia de Kurosame comenzaba a acercarse cada vez con mayor rapidez. Todo aquello detallado por su Kagura Shigan, que le indicaba el color de su objetivo, una gran masa de chakra que el identificaba en un tono rojizo.
Y particular fue la circunstancia en la que captó aquel color tan rico a su paladar por primera vez. Fue en un acto protocolar del Imperio del Agua, allí en Kirigakure, hacía más de 6 meses, en lo que fue una demostración de respeto por parte de Aiko Nezu hacia la Shodai Suijin, representada entonces por su segunda al mando y por algunos miembros del consejo, entre los que se contaba al azulado Hoshigaki, imperial declarado y fiel luchador de la causa del Kami-sama hacía largos años. Como un simple observador de aquél intercambio, Aoi no perdió la oportunidad de registrar la huella de chakra de cada uno de los personajes importantes de la Niebla en su retina, asegurándose de recordarla a detalle. Y finalmente, encargo de asesinato por medio, esa información le servía.