La seguridad de una aldea a veces no lo es todo, en ocasiones las personas que te suelen querer hacer daño y verte caer están a tus alrededores todos los días, en aquella comunidad jamás se había anunciado un secuestro o algo parecido, por lo general los crímenes más atroces eran robos a viviendas cuyos misterios no tardaban en ser desenmascarados a partir de varios días.
Sin embargo todo era diferente en ese momento, no se sabía el porque, no se sabía quién ni a qué hora pero una familia había notado la ausencia de una de sus hijas menores, a ojos de ellos tal ves se había ido sin permiso a una casa de uno de sus amigos, pero las alertas en sus cabezas resonaron justo en los momentos en qué al pasar los días el paradero de la pequeña no era visible por nadie de los alrededores, gracias a eso estaba siempre la preocupación y los pensamientos negativos en el aire, incluso rumores decían sobre una supuesta niña de unos 5 a 8 años sin vida no muy lejos de allí. Daba un aura de terror y ansiedad bastante notable entre los miembros de aquella familia y la comunidad, por estar desatado un secuestrador loco o incluso un posible asesino por la zona.
En esa semana había muy poco personal que estuviera dispuesto a hacer tal tarea, por la gran acumulación de trabajo que había, por lo que nada más quedaban shinobis principiantes que no pasaban del rango Genin, era una apuesta arriesgada para los shinobis de mayor rango mandar a uno de estos gracias a que la inexperiencia era un factor bastante preocupante en situaciones así de serías. Sus apuestas fueron a un chico albino de 12 años, hijo de un shinobi bastante reconocido en la aldea que tal ves gracias a eso se podría hacer algo, ya que al menos la familia tenía un legado de ninjas y tal ves así la inexperiencia no jugaría un papel tan preocupante.
Llegados al hogar de la familia, Kiseki aparecería de una manera un tanto graciosa, ahora mismo estaba un shinobi encargado de dar misiones conversando con la madre de la niña, quien no sabía cómo contener sus lágrimas ante tal escenario indeseable para cualquier madre, el albino habría aparecido desde el techo de la casa pero al estar mirando hacia la madre no tendría en cuenta su lugar de caída, aterrizando en una alcantarilla abierta, acto vergonzoso que por suerte nadie vería, aunque Kiseki apenas al sacar medio cuerpo de la alcantarilla sería visto por su superior. -Y allí estás, si tratas de hacer entrada dramática hubieses aparecido desde el techo jovencito jajaja-. Dijo no sabiendo que el chico justamente quedo allí por eso mismo, la cara de Kiseki lo decía todo al momento de que lo miraron, una mano extendida de su superior sería suficiente para que el albino lograra reincorporarse y posteriormente unirse a la conversación.
Después de una breve charla e indicaciones el sujeto se retiraría y dejaría al chico hacer su trabajo, a los momentos aparecerían los demás miembros de la familia y habría un momento incómodo por partes de todas las partes, el padre un sujeto de ojos negros y cabello de igual color, la madre con cabello como un combo entre el castaño y el rubio, de por sí era bastante llamativo, y la hija casi misma apariencia de la madre solo que sus ojos eran cafés, tenía misma edad que el albino y eso a nuestro chico le daba bastantes nervios, puesto que no solía hablarle a chicas de su edad y que a sus ojos era notoriamente bonita (porfavor pequeño no tengas tu desarrollo de personaje tan temprano ;-;). -Cof cof...muy bien esto es algo incomodo, mi nombre es Kiseki Chinoike, les juro que encontraré a su hija con vida, se los prometo-. Dijo con una sonrisa y haciendo una reverencia en señal de respeto. -Mas te vale que lo hagas mocoso, o me encargaré yo mismo de que nunca vuelvas a ponerte esa bandana en tu vida-. Dijo el padre señalando la bandana de Kiseki, ubicada en su cuello, lo decía totalmente enserio si no lograba encontrar a su hija, Kiseki no quería decir una palabra pero se le notaba que estaba sudando un poco de los nervios. -Que quieres que pase?, que se vaya y que nuestra hija siga perdida de aquí a 10 años o que?-. Dijo la madre quien estaba quitando la mano de su esposo del frente del joven. -Como quieres que la encontremos si en ves de mandar a alguien experto en estas cosas nos mandan a un come mocos burlándose en nuestras caras?, dime, como quieres que la encontremos?-. Decía el hombre sosteniendo a su esposa de los hombros a punto de caer en llanto, estaba imaginandose ya los peores escenarios en su cabeza.
Kiseki aparecería separandolos y tomando la iniciativa para hablar. -Tal ves sea un niño y esas cosas, pero si me mandaron explícitamente a mi para la búsqueda de su hija perdida por algo será, así que porfavor tranquilícese y dejé todo en mis manos que soy hombre, no, más bien niño de palabra-. Dijo con orgullo en sus palabras.
-Ahora, solo síganme por donde estaba la última vez y de allí empiezo-. Preguntaría esperando una respuesta concreta.
Sin embargo todo era diferente en ese momento, no se sabía el porque, no se sabía quién ni a qué hora pero una familia había notado la ausencia de una de sus hijas menores, a ojos de ellos tal ves se había ido sin permiso a una casa de uno de sus amigos, pero las alertas en sus cabezas resonaron justo en los momentos en qué al pasar los días el paradero de la pequeña no era visible por nadie de los alrededores, gracias a eso estaba siempre la preocupación y los pensamientos negativos en el aire, incluso rumores decían sobre una supuesta niña de unos 5 a 8 años sin vida no muy lejos de allí. Daba un aura de terror y ansiedad bastante notable entre los miembros de aquella familia y la comunidad, por estar desatado un secuestrador loco o incluso un posible asesino por la zona.
En esa semana había muy poco personal que estuviera dispuesto a hacer tal tarea, por la gran acumulación de trabajo que había, por lo que nada más quedaban shinobis principiantes que no pasaban del rango Genin, era una apuesta arriesgada para los shinobis de mayor rango mandar a uno de estos gracias a que la inexperiencia era un factor bastante preocupante en situaciones así de serías. Sus apuestas fueron a un chico albino de 12 años, hijo de un shinobi bastante reconocido en la aldea que tal ves gracias a eso se podría hacer algo, ya que al menos la familia tenía un legado de ninjas y tal ves así la inexperiencia no jugaría un papel tan preocupante.
Llegados al hogar de la familia, Kiseki aparecería de una manera un tanto graciosa, ahora mismo estaba un shinobi encargado de dar misiones conversando con la madre de la niña, quien no sabía cómo contener sus lágrimas ante tal escenario indeseable para cualquier madre, el albino habría aparecido desde el techo de la casa pero al estar mirando hacia la madre no tendría en cuenta su lugar de caída, aterrizando en una alcantarilla abierta, acto vergonzoso que por suerte nadie vería, aunque Kiseki apenas al sacar medio cuerpo de la alcantarilla sería visto por su superior. -Y allí estás, si tratas de hacer entrada dramática hubieses aparecido desde el techo jovencito jajaja-. Dijo no sabiendo que el chico justamente quedo allí por eso mismo, la cara de Kiseki lo decía todo al momento de que lo miraron, una mano extendida de su superior sería suficiente para que el albino lograra reincorporarse y posteriormente unirse a la conversación.
Después de una breve charla e indicaciones el sujeto se retiraría y dejaría al chico hacer su trabajo, a los momentos aparecerían los demás miembros de la familia y habría un momento incómodo por partes de todas las partes, el padre un sujeto de ojos negros y cabello de igual color, la madre con cabello como un combo entre el castaño y el rubio, de por sí era bastante llamativo, y la hija casi misma apariencia de la madre solo que sus ojos eran cafés, tenía misma edad que el albino y eso a nuestro chico le daba bastantes nervios, puesto que no solía hablarle a chicas de su edad y que a sus ojos era notoriamente bonita (porfavor pequeño no tengas tu desarrollo de personaje tan temprano ;-;). -Cof cof...muy bien esto es algo incomodo, mi nombre es Kiseki Chinoike, les juro que encontraré a su hija con vida, se los prometo-. Dijo con una sonrisa y haciendo una reverencia en señal de respeto. -Mas te vale que lo hagas mocoso, o me encargaré yo mismo de que nunca vuelvas a ponerte esa bandana en tu vida-. Dijo el padre señalando la bandana de Kiseki, ubicada en su cuello, lo decía totalmente enserio si no lograba encontrar a su hija, Kiseki no quería decir una palabra pero se le notaba que estaba sudando un poco de los nervios. -Que quieres que pase?, que se vaya y que nuestra hija siga perdida de aquí a 10 años o que?-. Dijo la madre quien estaba quitando la mano de su esposo del frente del joven. -Como quieres que la encontremos si en ves de mandar a alguien experto en estas cosas nos mandan a un come mocos burlándose en nuestras caras?, dime, como quieres que la encontremos?-. Decía el hombre sosteniendo a su esposa de los hombros a punto de caer en llanto, estaba imaginandose ya los peores escenarios en su cabeza.
Kiseki aparecería separandolos y tomando la iniciativa para hablar. -Tal ves sea un niño y esas cosas, pero si me mandaron explícitamente a mi para la búsqueda de su hija perdida por algo será, así que porfavor tranquilícese y dejé todo en mis manos que soy hombre, no, más bien niño de palabra-. Dijo con orgullo en sus palabras.
-Ahora, solo síganme por donde estaba la última vez y de allí empiezo-. Preguntaría esperando una respuesta concreta.