Ciudad Io se sienta a las bases de una cordillera encarando al río más grande que jamas ha cruzado el continente, su segunda ruta más importante de importación y exportación con aldeas vecinas haciéndolo un enclave comercial bastante famoso del País de la Tierra. Incluso en estos tiempos tan turbulentos las calles nunca han estado más llenas de gente buscando vender productos locales a los extranjeros, o estos llegando aquí para vender sus productos de tierras lejanas, o la clientela de ambos viniendo a hacer turismo.
Sin duda un lugar de riqueza, difícil de disfrutar si no estas dispuesto a gastar un dineral. Que suerte la mía de tener a alguien como Elysia y sus conexiones para poder relajarme en un cuarto de hotel con vista al río, y sobretodo, un radiante cielo despejado.
Difícil creer un fantasma podría tener favores con los vivos, ademas de poder hacerse pasar por una persona viva también ¿Acaso he conocido fantasmas en mi día a día sin darme cuenta? Honestamente sería lo más normal de entre todas las cosas por las que he pasado.
Fuera las bromas, por palabra de Elysia, se que es algo ciertos espíritus pueden hacer, pero ninguno a su nivel. También dijo algo sobre los guardianes y diferentes rangos de habilidad pero estaba muy cansado de tanto ejercicio para prestar atención a sus palabras.
Mientras escribo esto ella me llama para el almuerzo, por suerte no tendré que cazarlo o cocinarlo yo esta vez. Entiendo la necesidad de aprender esas cosas pero prefiero pasar hambre por todo un día antes que hacer todo el proceso de degollar una liebre, es horrible, asqueroso, tedioso, pero si sigo quejándome Elysia me fastidiara con el berrinche que hice la primera vez :<
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'Marakaito~' La voz tintineo dentro de su mente deteniendo su escritura abruptamente.
'Si no vas a bajar lo tomare como que quieres cazar y desollar tu propia comida~~' El pánico que Elysia sintió en ese instante a través de su conexión espiritual le hizo reconsiderar sus palabras.
'Oh, tal vez esta más traumado con eso de lo que pensé.
El día procedería como uno cualquiera desde la perspectiva del turista promedio, en cambio para uno que solo ha sabido vivir entre rocas bajo rocas sería difícil de condensar en pocas palabras. Una plétora de emociones pasarían por la cara de Marakaito y variedad de vistas llenarían sus ojos tan solo durante su almuerzo en un hotel de poco renombre, en medio de la ciudad más rica que podría encontrar fuera de Iwagakure en el País de la Tierra.
Desde que lo conoció Elysia solo lo ha visto derramar lagrima tras lagrima con cada giro brusco en el curso de su vida como el niño más frágil del mundo, no un titulo que le quedaba solo en broma. Era aliviador verlo sonreír tanto mientras comían, y tras salir a dar un paseo por la ciudad, constantemente pararse en su sitio para preguntar sobre la estructura vistosa más cercana o las cosas que veía a la venta en un puesto cercano y encontraba extrañas o fascinantes.
"¿Te recuerdo que nuestro dinero es solo para emergencias?"
"¿Ni siquiera para este barquito de juguete?" La agudeza que entono en su voz apelo fuertemente a esa parte de Elysia que buscaba mimarlo.
"No veo por donde pueda caber en tu mochila sin que se rompa." Pero ella conoce el juego de pies a cabeza y sabe como quebrarlo.
"Hmpf."
Aunque Elysia tenía algo de dinero humano con ella gracias a "generosas donaciones" había dejado muy en claro a Marakaito lo indispensable que era no gastarlo en nada no vital. Ella hubiese esperado al chico tratar de refutarlo, pero solo hizo un puchero, cruzándose de brazos decepcionado hasta que algo más le llamo la atención y la sonrisa volvió a su cara. Elysia seriamente considero levantarlo del suelo para retenerlo en su abrazo por el resto del viaje.
Pero el tenía sus propias piernas para caminar y la muy reciente adquirida libertad para decidir donde ir con ellas.
"¡Camina más rápido Ely o te voy a perder!" La susodicha corrió hasta él y siguió el son de su animado ritmo para pasear por la ciudad.
Es tan fácil olvidar los malos tiempos cuando se tiene un buen momento 'si tan solo todos los días fuesen uno tan bueno' es algo que ambos pensarían, pero Elysia por más tiempo ha sabido la falacia que es desear tal cosa. Marakaito no era el mismo caso, un alma que aunque torcida y dividida no era más inocente que la de un chico de su edad, expectante a vivir más días iguales a este.
El niño llegaría al puesto de un hombre en harapos cubriendo casi la totalidad de su cuerpo, sentado bajo un techo rectangular hecho de caña y encima de una alfombra de coloridos patrones psicodelicos, tan grande con el espacio para posar sus víveres en venta. De entre todos los comerciantes sin duda el apariencia más sospechosa y productos igual de raros, pero maldito sea quien no haya sentido curiosidad por uno solo de estos objetos a primera vista.
Frente suyo tenía una espada de piedra con tan grotesca forma dudaba imitase una espada real.
Una vela de cera negra cuya llama era bizarramente un rojo carmesí entero.
Una mano de cocodrilo varias veces más grande que la de un humano.
Un ojo de vidrio cuya pupila era de un color rojo y presentaba un patrón extraño.
El rostro de un cráneo, pintado en negro y convertido en una mascara.
Una estaca de metal casi tan largo como lo era Marakaito.
Y aquello que robo mayoría de su atención, un libro cuya cubierta de cuero parecía lo más bien preservado de entre toda la parafernalia en exposición. Un rápido vistazo a los bordes confirmo que las hojas seguramente nunca habían sido usadas de lo blancas que se veían.
"Si, la libreta que vez aquí no ha sido usada desde su comisión." La áspera, seca voz del vendedor saco a Marakaito de su profunda contemplación. Aunque había leído muchos libros nunca podría llamarse un experto en estos, pero la confirmación de sus teorías lo hizo ligeramente orgulloso.
"¿De donde es?" De todo lo que pudo ameritar esa pregunta Marakaito no pudo evitar sorprenderse de hacerla sobre el objeto más normal de la colección
'Supongo es la basta diferencia con el resto de cosas que estimula mi curiosidad'
Incluso el mercader se mostró interesado cuando paso de sentarse en posición de loto a re-acomodar sus piernas para inclinarse hacía el niño que preguntaba por ese libro.
"De donde vengo se dice que entre vivos y espíritus siempre ha habido una fina línea para diferenciarlos." Marakaito quiso borrar la sonrisa de su rostro que muy evidentemente decía 'ya lo sé' pero el orgullo de ser una de las pocas personas con confirmación de tal era hilarante.
"Podrías estar caminando entre una multitud de gente y al menos uno de ellos ser un tanuki o un kitsune en disfraz." Nada nuevo en el departamento de folklore al parecer.
"Los elites del mundo se preocuparon de que los espíritus fuesen a tratar de tomar el mundo de los vivos de esta manera," eso era nuevo
"y encomendaron a sus espiritistas más hábiles la tarea de encontrar y cazar todo aquello no perteneciente a este mundo.
"Esta libreta fue una de muchas usadas por aquellos espiritistas para documentar sus experiencias, hallazgos, técnicas, todo lo relevante a su trabajo." Sus dos manos arrugadas tomaron la libreta y lo abrieron, revelando así una hoja con un carácter dibujado encima con tinta negra de un leve tono rojizo, podría ser sangre y seguiría siendo el producto menos mórbido del anciano. Marakaito se encontraba totalmente intrigado y su rostro casi rozaba la hoja en lo que lo examinaba.
"Muchos de esos libros se han perdido con el tiempo, y lo que tengo no es más que uno de las pilas que sobraron y nunca fueron usados. Algunos en la aldea dicen que al ser libros hechos para espiritistas están imbuidos con poder mágico, pero ya te diré yo no estaría aquí si así fuera.
"El significado del kanji inscrito se ha perdido con el tiempo, pero de donde vengo le referimos al kanji del 'sellador' puesto era el método predilecto por el que los espiritistas lidiaban con sus enemigos." Cerro el libro, Marakaito se hizo para atrás en sorpresa, pero ahora su atención caía en las palabras del viejo.
"¿Cómo un espíritu no puede ser destruido?" Miro brevemente a Elysia casi dirigiendo la pregunta a ella, pero no parecía del todo interesada en el cuento y miraba distraída el resto de objetos.
"Un espíritu no puede ser destruido, ni creado, solo sellado o invocado, siempre en movimiento, pasando por varias transformaciones. Como la energía del sol, presente en todo incluso cuando no lo ves." Se hizo para atrás y extendió el libro en su mano hacía su único cliente.
"Te lo daré gratis."
"¿Eh?" Si no fuese un giro de novela eso, no sabría que más lo fuese.
"Por escuchar los delirios de un viejo vagabundo con tanta atención." A través de la sombra que los harapos rodeando su cabeza hacían sobre su rostro Marakaito todavía pudo ver una amplia sonrisa.
"Y eres el primer cliente que he tenido en siglos."
Sería cruel negar su acto de generosidad con lo feliz que estaba.
"Oh, muchas gra— ¿El primero en siglos?"
"¡Por supuesto solo una metáfora! ¿Acaso me veo tan viejo?" Ante ese error Marakaito río en vergüenza y el anciano reciprocaría con su propia risa. No sonaba viejo para nada.
La bondad de Marakaito sería estimulada y ofrecería comprar algo más, pero el vendedor persistió en que los precios eran inaccesibles para ellos y se rehusaría incluso a contar la historia de cada objeto si no pudiesen pagar por este. Es tras insistencia de Elysia sobre visitar otros locales que Marakaito cedió y partió.
"Adiós señor ¡Hasta la próxima!" Marakaito agitaría su mano al vendedor antes de partir.
"¡Hasta la próxima niño!" El anciano igual de animado se despediría igual.
"Señor" Elysia por su parte se inclinaría con respeto y su sonrisa.
"Señorita" El anciano respondería igual con aun más respeto.
Tras eso, sería un día más en la nueva, más excitante vida del pequeño Marakaito. Un día que por siempre recordar y anotar en su nuevo diario.
Días restantes para inicio de la primera prueba: 1