En la aldea de Iwagakure, una pequeña niña llamada Sakura estaba desesperada. Su gato, Firulais, había desaparecido hace varios días y no había señales de él por ninguna parte. Firulais era su compañero y confidente, y Sakura no podía soportar la idea de que estuviera perdido o herido. Y por eso envio una solicitud al edificio administrativo de la aldea.
La misión no iba a ser de ningún riesgo y dificultad, encima la paga de la niña era muy limitada, así que fue catalogada como Rango D. No obstante era perfecta para ser la primera misión de la ninja Yuta, una recién graduada shinobi que apenas llevaba un día en el cargo y tenia mucho que aprender. Yuta sabía que no podía simplemente ignorar la situación, ya que su deber como ninja era ayudar a los más necesitados, sin importar cuán pequeño fuera el problema. Dado que tampoco le darían mayores misiones a una novata.
Sin perder un solo segundo, Yuta se lanzó a la búsqueda de Firulais. La aldea de Iwagakure era grande y compleja, con numerosas calles y callejones estrechos que ofrecían un laberinto perfecto para un gato extravertido como Firulais; en especial si de algún modo había cambiado de nivel en la aldea, si había ido a la zona industrial podría ser problemático. Pero Yuta estaba determinada a encontrarlo, sin importar cuánto tiempo le llevara o cuánto esfuerzo tuviera que poner en ello.
Recorrió cada rincón de la aldea, preguntando a los lugareños si habían visto al gato basándose en la descripción que dejo Sakura. Pero nadie parecía tener ninguna pista. Yuta comenzó a sentirse desanimada, pero no se rindió. Sabía que Firulais era importante para Sakura y que no podía defraudarla. Descarto rápidamente la búsqueda por la zona superior y no tardo en tambien rendirse en la zona intermedia al no poder encontrar ninguna pista o rastro de un gato callejero como aquel.
Decidió que debía ampliar su búsqueda y explorar también los niveles inferiores de la aldea, donde los gatos podrían esconderse fácilmente. Bajó por una serie de escaleras y se encontró con un laberinto de pasillos oscuros y húmedos. Una vez más, Yuta se zambulló en su misión sin dudarlo.
Después de horas de exploración exhaustiva, Yuta finalmente encontró una pequeña pista. Un anciano había visto a un gato delgado y asustado en uno de los callejones más oscuros de los niveles inferiores. Con una nueva determinación, Yuta se dirigió hacia allí.
Cuando llegó al callejón, encontró a Firulais acurrucado en un rincón, temblando de miedo y hambre. Yuta se acercó despacio y con mucho cuidado, evitando asustarlo aún más. Con un movimiento suave, la ninja colocó a Firulais en su mochila y lo llevó de regreso a la superficie.
De vuelta en la aldea, Yuta encontró a Sakura esperándola ansiosamente. La niña estaba en lágrimas, pero su rostro se iluminó de alegría al ver a Firulais sano y salvo. Se lanzó a los brazos de Yuta, agradeciéndole por su dedicación y valentía. La shinobi se sentía extraña, como cálida. Ella tambien era joven así que de algún modo podía empatizar con aquella chica que tenia miedo de haber perdido a alguien importante, justo como le paso ha ella no hacia mucho.
El trabajo había sido realizado, Sakura regresaba a su hogar con una sonrisa impagable en el rostro y un leve rastro de las lagrimas de jubilo que había derramado en sus mejillas. Yuta se sentía satisfecha por haber completado la primera misión de su carrera con éxito; pero más que eso se sentía realizada por ver aquella alegría en su clienta. Había conseguido ayudar a alguien, su esfuerzo no solo le dio dinero, sino que ayudo a alguien. Estaba segura que su padre estaría orgullosa.
La misión no iba a ser de ningún riesgo y dificultad, encima la paga de la niña era muy limitada, así que fue catalogada como Rango D. No obstante era perfecta para ser la primera misión de la ninja Yuta, una recién graduada shinobi que apenas llevaba un día en el cargo y tenia mucho que aprender. Yuta sabía que no podía simplemente ignorar la situación, ya que su deber como ninja era ayudar a los más necesitados, sin importar cuán pequeño fuera el problema. Dado que tampoco le darían mayores misiones a una novata.
Sin perder un solo segundo, Yuta se lanzó a la búsqueda de Firulais. La aldea de Iwagakure era grande y compleja, con numerosas calles y callejones estrechos que ofrecían un laberinto perfecto para un gato extravertido como Firulais; en especial si de algún modo había cambiado de nivel en la aldea, si había ido a la zona industrial podría ser problemático. Pero Yuta estaba determinada a encontrarlo, sin importar cuánto tiempo le llevara o cuánto esfuerzo tuviera que poner en ello.
Recorrió cada rincón de la aldea, preguntando a los lugareños si habían visto al gato basándose en la descripción que dejo Sakura. Pero nadie parecía tener ninguna pista. Yuta comenzó a sentirse desanimada, pero no se rindió. Sabía que Firulais era importante para Sakura y que no podía defraudarla. Descarto rápidamente la búsqueda por la zona superior y no tardo en tambien rendirse en la zona intermedia al no poder encontrar ninguna pista o rastro de un gato callejero como aquel.
Decidió que debía ampliar su búsqueda y explorar también los niveles inferiores de la aldea, donde los gatos podrían esconderse fácilmente. Bajó por una serie de escaleras y se encontró con un laberinto de pasillos oscuros y húmedos. Una vez más, Yuta se zambulló en su misión sin dudarlo.
Después de horas de exploración exhaustiva, Yuta finalmente encontró una pequeña pista. Un anciano había visto a un gato delgado y asustado en uno de los callejones más oscuros de los niveles inferiores. Con una nueva determinación, Yuta se dirigió hacia allí.
Cuando llegó al callejón, encontró a Firulais acurrucado en un rincón, temblando de miedo y hambre. Yuta se acercó despacio y con mucho cuidado, evitando asustarlo aún más. Con un movimiento suave, la ninja colocó a Firulais en su mochila y lo llevó de regreso a la superficie.
De vuelta en la aldea, Yuta encontró a Sakura esperándola ansiosamente. La niña estaba en lágrimas, pero su rostro se iluminó de alegría al ver a Firulais sano y salvo. Se lanzó a los brazos de Yuta, agradeciéndole por su dedicación y valentía. La shinobi se sentía extraña, como cálida. Ella tambien era joven así que de algún modo podía empatizar con aquella chica que tenia miedo de haber perdido a alguien importante, justo como le paso ha ella no hacia mucho.
El trabajo había sido realizado, Sakura regresaba a su hogar con una sonrisa impagable en el rostro y un leve rastro de las lagrimas de jubilo que había derramado en sus mejillas. Yuta se sentía satisfecha por haber completado la primera misión de su carrera con éxito; pero más que eso se sentía realizada por ver aquella alegría en su clienta. Había conseguido ayudar a alguien, su esfuerzo no solo le dio dinero, sino que ayudo a alguien. Estaba segura que su padre estaría orgullosa.
