Los días en el mundo ninja eran impredecibles, hostiles y llenos de incertidumbre. El ocaso de varios proyectos muertos porque se hicieron realidad o porque no pudieron, abría un nuevo alba a otros que estaban por venir.
Esta vez decidí alejarme un poco de la rutina ninja, centrarme más en el autodescubrimiento y la espiritualidad... fallado todo eso, me dispuse a viajar, y el País de la Nieve tenía buenas aldeas navideñas, las cuales calentaban los corazones.
Un manto niveo cubría el lugar, solo algunos pinos sobresalían de ese desierto blanco y cegador, reflejo del sol en su blanca magnitud.
Estaba solo, con mis ropas blancas y mi capucha puestas, pensando en por que mis jutsus no me ayudaban a calentarme, como por ejemplo, una llama o mínimo una descarga... sólo tenía viento, tierra y agua.
Mientras caminaba, algo sucedió. El sonido de miles de cascabeles comenzó a sonar en el cielo, y tras un estruendo, varios regalos cayeron del cielo, esparciéndose por kilómetros y kilómetros.
Uno de esos regalos, uno de envoltura blanca con listón dorado, cayó justo frente a mis pies. Lo tomé y lo analicé.
Justo en.la nota decía mi nombre, cosa que me sobresaltó y me puso en guardia, pero ni mi visión de calor ni mi olfato detectaron nada anormal.
El otro lado de la nota, aparecía una dirección que me mandaba a las afueras de Yukigakure. No sabía que significaba eso, pero mencionaba una pista: En las campanas.
Guardé la nota y, con un clon, abrí un regalo. Era un peluche de mi mismo, hecho con gran calidad y con rostro chibi. También había 2 bastones de caramelo y 1 boleto dorado.
-¿Como no va a ser esto una trampa?- pensé para luego sonreír. Claro que iría.
Esta vez decidí alejarme un poco de la rutina ninja, centrarme más en el autodescubrimiento y la espiritualidad... fallado todo eso, me dispuse a viajar, y el País de la Nieve tenía buenas aldeas navideñas, las cuales calentaban los corazones.
Un manto niveo cubría el lugar, solo algunos pinos sobresalían de ese desierto blanco y cegador, reflejo del sol en su blanca magnitud.
Estaba solo, con mis ropas blancas y mi capucha puestas, pensando en por que mis jutsus no me ayudaban a calentarme, como por ejemplo, una llama o mínimo una descarga... sólo tenía viento, tierra y agua.
Mientras caminaba, algo sucedió. El sonido de miles de cascabeles comenzó a sonar en el cielo, y tras un estruendo, varios regalos cayeron del cielo, esparciéndose por kilómetros y kilómetros.
Uno de esos regalos, uno de envoltura blanca con listón dorado, cayó justo frente a mis pies. Lo tomé y lo analicé.
Justo en.la nota decía mi nombre, cosa que me sobresaltó y me puso en guardia, pero ni mi visión de calor ni mi olfato detectaron nada anormal.
El otro lado de la nota, aparecía una dirección que me mandaba a las afueras de Yukigakure. No sabía que significaba eso, pero mencionaba una pista: En las campanas.
Guardé la nota y, con un clon, abrí un regalo. Era un peluche de mi mismo, hecho con gran calidad y con rostro chibi. También había 2 bastones de caramelo y 1 boleto dorado.
-¿Como no va a ser esto una trampa?- pensé para luego sonreír. Claro que iría.