Última modificación: 21-12-2023, 02:05 AM por Ryota Asano.
Hace 4 años...
15:36 Hrs
15:36 Hrs
El sol se escondía tras unas cuantas nubes de vez en cuando. El día era como cualquier otro, pero el ambiente era bastante animado en la aldea. Cientos de personas se movilizaban de un lado para el otro sin descanso pero con una notoria sonrisa en sus rostros, contentos por un día más de vida. En un sitio apartado de todo el caos que era el centro, reunidos a los pies de un árbol se encontraban tres jóvenes de la misma edad: Uno era un chico de cabello castaño muy desordenado, con unos ojos color verde claro, una amplia sonrisa en sus labios y un semblante juvenil que irradiaba confianza. Otra era una jovencita de cabello anaranjado, ojos color azul, una belleza bastante inusual de ver y reía de forma escandalosa. El último era un muchachito algo más bajo, de cabello corto y albino, con unos ojos color almendra que no se podían ver con claridad debido a que la risa que escapaba de sus labios los mantenía cerrados.
- ¡Muy bien, háganse para atrás! Les mostraré como se hace - exclamó el muchacho de cabello castaño, extendiendo los brazos para que sus amigos retrocedieran. Lo siguiente que hizo fue unir sus manos en un aplauso sonoro y formó un sello, ante lo cual comenzó a concentrar su chakra con destreza y finalmente realizó su técnica: - ¡Henge! -
Tras una explosión de humo, se reveló que el muchacho se había transformado en una hermosa mujer de cabello largo y castaño, con unos coquetos ojos de color esmeralda y una sonrisa madura.
- Eeehhhh ¡Es verdad, Raizo! ¡Ya puedes hacerlo! - exclamó con alegría la joven de cabello anaranjado.
- ¿Se los dije o no? Ya estoy listo para la prueba. Además... ¡Me veo Di-vi-na! - se pavoneaba el joven Raizo, moviendo su cabello antes de dar una vuelta para mostrar su físico femenino.
- Bien, ahora me toca a mí... ¡Henge! -
Tras realizar la técnica, la joven de cabello anaranjado se transformó en un apuesto adulto de unos 20 y tantos, de piel morena y un semblante muy bien parecido. - Je, incluso como un hombre sigo siendo muy atractivo - decía posando una mano en su mentón, posando para sus amigos.
- Genial, ambos son muy buenos - aplaudía el albino, quien recibió unas miradas acusatorias de sus amigos, logrando que le cayera una gota de sudor desde la sien - Esto... ¿Q-Qué les pasa, Raizo y Kasumi? -
- ¿No crees que falta alguien, Raizo? - le preguntó Kazumi directamente, acercando tanto su rostro al del muchachito que este último tuvo que echarse un poco para atrás.
- Si... Claro que si. No pensabas echarte para atrás, ¿Verdad Ryota? - respondió el chico, acercándose también al albino.
- Eh... ¿Tengo que hacerlo? - preguntó el chiquillo.
- ¡Si! - respondieron sus amigos al unísono. Ryota simplemente dejó escapar un pesado suspiro de resignación y unió sus manos para realizar el sello. Tras una pequeña explosión de humo apareció una chica de baja estatura, un rostro muy tierno, el cabello largo de color blanco atado con un par de coletas y unos ojos color almendra que la hacían ver muy tierna. Raizo y Kazumi se quedaron viendo a Ryota transformado completamente anonadados, el chico entonces se puso de medio perfil y llevó su mano izquierda a su boca, regalandoles un pequeño besito que los tiró al suelo de forma instantánea, como si les hubiese golpeado algo. Tanta fue su impresión de hecho que ambos perdieron sus transformaciones, revelándose en su apariencia real, ambos revolcándose en el piso con los rostros tapados.
- No puede ser... - murmuraba Raizo.
- ¡Como chica es demasiado linda! - exclamó Kazumi a todo pulmón.
- Que exagerados... - dijo Ryota con los ojos entrecerrados, observando a esos dos revolcándose en su sobredosis de ternura. Días como estos solían ser usuales entre estos tres, jóvenes que se conocieron en la academia y terminaron trabando una hermosa amistad. Los tres deseaban formar equipo en un futuro, persiguiendo el mismo anhelo: Convertirse en ninjas de renombre. Pasada la conmoción, el grupo se sentó a los pies del árbol para conversar un rato en calma:
- ¿Qué piensas hacer cuando te gradúes, Kazumi? - le preguntó Raizo a su amiga.
- ¿Yo? ¡Por supuesto que empezaré a entrenar de inmediato! No puedo conformarme con solo esto, tengo que ser más fuerte para convertirme en la guardaespaldas del raikage - explicó la chica con orgullo, poniendo una mano en su pecho mientras alzaba la cabeza para mostrar orgullo.
- ¡Genial! Yo me pondré a trabajar de inmediato, quiero dinero lo antes posible - replicó el chico acostándose en el suelo usando sus manos como cabecera mientras cerraba los ojos.
- Tu solo piensas en el dinero... Ryota-kun, ¿Tú que piensas hacer cuando te gradúes? - preguntó la chica al albino.
- ¿Eh? Ah, bueno... No lo he pensado aún - respondió Ryota jugueteando con sus dedos.
- ¡Deberías venir a hacer misiones conmigo! ¡Haremos una fortuna en poco tiempo! - exclamó Raizo, levantándose del suelo para pegarse a su amigo albino, quien lo miraba con suma sorpresa.
- ¡Claro que no! ¡El tiene que venir conmigo para pulir sus habilidades! ¡El profesor dice que Ryota-kun es un diamante en bruto, sería un pecado dejarlo sin pulir! - respondió Kazumi abrazando a Ryota para marcar territorio. Fue así que comenzó una pequeña pelea entre Raizo y Kasumi, tironeando a Ryota cada uno por su lado, intentando convencerlo de que les hiciera caso.
- ¡Aaaayyyy! ¡Venga ya, suéltenme! ¡Me duele! - reclamaba Ryota, aunque en el fondo disfrutaba estos momentos con sus amigos. Le había costado tanto abrirse con el mundo, ellos se dieron la tarea de conocerlo a pesar de su carácter evasivo y tímido. Kazumi y Raizo le mostraron el mundo a Ryota, para él ellos eran más que sus compañeros, eran como su familia.