Última modificación: 10-12-2023, 11:25 PM por Sora.
Tras lo sucedido en el Festival de la Roca con los niños; Sora se encontraba junto con ellos en una tranquila noche de luna llena durante el Festival de Halloween en Iwagakure. Aunque solía ser un ninja reservado, esta ocasión especial le llevó a un rincón decorado con calabazas y luces parpadeantes, donde aparte del los niños que acompañaban a Sora, habían otros niños curiosos que se reunió, ansiosos por escuchar historias de terror. Con una sonrisa sutil, Sora se dispuso a narrar cuentos espeluznantes.
— Niños, preparen sus corazones valientes para estas historias que les erizarán la piel — comenzó Sora, ajustando su disfraz de samurái. Los ojos azules resplandecían en la tenue luz, añadiendo un toque de misterio a su presencia.
La primera historia que Sora tejó hablaba de un bosque encantado, donde las sombras cobraban vida. Detalló criaturas nocturnas que acechaban entre los árboles y susurros siniestros que se colaban en los oídos de quienes osaban aventurarse. Los niños escuchaban en silencio, con los ojos bien abiertos y los corazones latiendo con anticipación.
La segunda historia llevó a los pequeños a una antigua mansión abandonada. Sora describió puertas que crujían solas, pasillos desiertos y una presencia desconocida que acechaba en cada esquina. Los niños se estremecían, imaginando sombras moviéndose en la oscuridad.
A medida que avanzaba en sus relatos, Sora notó la fascinación y el temor reflejados en los rostros de los niños. Decidió a elevar la apuesta con una historia sobre un shinigami, una figura misteriosa que se llevaba a aquellos cuyos nombres pronunciaba. El silencio se apoderó del grupo mientras Sora tejía un relato de suspense y destino.
Las risas nerviosas y los susurros entre los pequeños crearon una atmósfera electrizante. Sora aprovechó el ambiente para introducir una última historia, la más intensa de todas. Habló de un ninja solitario, con habilidades de manipulación de huesos, que se aventuraba en lo desconocido para enfrentarse a sombras de su propio pasado. El personaje, similar a él mismo, lidiaba con la soledad y los misterios que acechaban en su camino ninja.
Al concluir la última historia, Sora miró a los niños, cuyos ojos brillaban con una mezcla de miedo y emoción. El ambiente se relajó cuando las risas y los susurros llenaron el aire. Agradecidos, los pequeños aplaudieron y agradecieron a Sora por las emocionantes historias.
— Recuerden, chicos, que estas historias son solo cuentos para divertirse. No hay sombras malévolas acechando en cada esquina, ¡sino solo la magia y la emoción del Halloween! — dijo Sora, disipando cualquier rastro de temor.
Después de la narración, los niños se dispersaron entre risas y exclamaciones, llenos de recuerdos de una noche llena de emociones. Sora, en su papel de narrador, se retiró con una sensación de satisfacción. Aunque solitario por naturaleza, había encontrado una forma única de conectar con los demás, compartiendo historias que, aunque ficticias, unían a la comunidad en el espíritu del Halloween.
— Niños, preparen sus corazones valientes para estas historias que les erizarán la piel — comenzó Sora, ajustando su disfraz de samurái. Los ojos azules resplandecían en la tenue luz, añadiendo un toque de misterio a su presencia.
La primera historia que Sora tejó hablaba de un bosque encantado, donde las sombras cobraban vida. Detalló criaturas nocturnas que acechaban entre los árboles y susurros siniestros que se colaban en los oídos de quienes osaban aventurarse. Los niños escuchaban en silencio, con los ojos bien abiertos y los corazones latiendo con anticipación.
La segunda historia llevó a los pequeños a una antigua mansión abandonada. Sora describió puertas que crujían solas, pasillos desiertos y una presencia desconocida que acechaba en cada esquina. Los niños se estremecían, imaginando sombras moviéndose en la oscuridad.
A medida que avanzaba en sus relatos, Sora notó la fascinación y el temor reflejados en los rostros de los niños. Decidió a elevar la apuesta con una historia sobre un shinigami, una figura misteriosa que se llevaba a aquellos cuyos nombres pronunciaba. El silencio se apoderó del grupo mientras Sora tejía un relato de suspense y destino.
Las risas nerviosas y los susurros entre los pequeños crearon una atmósfera electrizante. Sora aprovechó el ambiente para introducir una última historia, la más intensa de todas. Habló de un ninja solitario, con habilidades de manipulación de huesos, que se aventuraba en lo desconocido para enfrentarse a sombras de su propio pasado. El personaje, similar a él mismo, lidiaba con la soledad y los misterios que acechaban en su camino ninja.
Al concluir la última historia, Sora miró a los niños, cuyos ojos brillaban con una mezcla de miedo y emoción. El ambiente se relajó cuando las risas y los susurros llenaron el aire. Agradecidos, los pequeños aplaudieron y agradecieron a Sora por las emocionantes historias.
— Recuerden, chicos, que estas historias son solo cuentos para divertirse. No hay sombras malévolas acechando en cada esquina, ¡sino solo la magia y la emoción del Halloween! — dijo Sora, disipando cualquier rastro de temor.
Después de la narración, los niños se dispersaron entre risas y exclamaciones, llenos de recuerdos de una noche llena de emociones. Sora, en su papel de narrador, se retiró con una sensación de satisfacción. Aunque solitario por naturaleza, había encontrado una forma única de conectar con los demás, compartiendo historias que, aunque ficticias, unían a la comunidad en el espíritu del Halloween.