Última modificación: 16-12-2023, 01:41 AM por Sayuri.
Razón: Extencion del texto para cumplir mision.
En una tranquila jornada en la aldea, a pesar de ser conocida por sus constantes lluvias, la gente ya estaba acostumbrada a ello y, de hecho, cada individuo apreciaba a su manera la belleza del rocío en el amanecer. Me asignaron una tarea única: la venerada anciana Toshiko, reconocida por su pericia en medicina herbolaria, necesitaba ingredientes especiales para destilar una poción crucial. ¿Y quién mejor para este trabajo que un recién graduado de la academia ninja ansioso por demostrar sus habilidades lo más rápido posible y comenzar a ganar popularidad? Quién sabe, tal vez la anciana Toshiko me ofrezca algunos de sus brebajes a mitad de precio como agradecimiento.
Me encaminé velozmente hacia la tienda de la herborista. Aunque aún brillaba temprano en el día, es bien sabido que los ancianos suelen despertar con las primeras luces del alba. Así que, con la certeza de que la señora Toshiko ya estaría despierta, toqué el timbre de su establecimiento.
"¿Señora Toshiko?" pregunté con tono más elevado, mientras pulsaba el timbre con determinación.
"Sí, sí, ya voy, joven. Solo un minuto, espera," resonó desde el interior una voz experimentada. Pacientemente, aguardé. Después de unos minutos, los pasos se aproximaron, acompañados del sonido de cerrojos deslizándose uno tras otro. El portón se abrió finalmente, revelando el rostro sonriente de la diminuta anciana.
"Entonces, ¿vienes por los brebajes para tu mamá?" preguntó con una risa amistosa. Aunque confundida por sus palabras, decidí aclarar la situación antes de que comenzara a buscar en vano.
"No, señora. Soy una ninja contratada para buscar hierbas en el bosque. Aquí tengo el pergamino," expliqué, sacando el papel de mis bolsillos y entregándoselo.
"¡Ah, sí, jejejeje! Disculpa, joven, estaba esperando a alguien más, jejejeje," se disculpó con una sonrisa. Sin aceptar el pergamino, me llevó a una habitación donde mostró una amplia variedad de hierbas, raíces e infusiones. Además, me presentó bocetos y bosquejos de las plantas que debía buscar, indicándome también dónde encontrarlas.
Embargada por el entusiasmo de demostrar mis habilidades, me aventuré en el frondoso bosque. -Pues bien, esta es mi primera mision como una shinobi de Kirigakure. A ver que tan utiles son estos jutsus que he aprendido.- Guiada por la cautela, desplegué mi destreza ninja. Aprovechando mi entrenamiento en Bushin no Jutsu, materialicé clones ilusorios que se diseminaron entre los árboles, esto con la idea de quizas alejar a algunos animales peligrosos que estuviesen en las cercanias. Mis ojos agudos distinguieron cada hierba necesaria, y con movimientos ágiles, evité hábilmente obstáculos y peligros ocultos.
Al llegar a un claro, descubrí una planta rara y preciada camuflada entre densos arbustos. Antes de acercarme, recurrí a mi habilidad de Jutsu de Intercambio, cambiando de posición con un pequeño tronco seco. Esta táctica aseguró una recolección cuidadosa sin afectar la planta delicada. No obstante, en un momento de distracción, me encontré frente a dos plantas similares. La urgencia de completar la tarea me hizo precipitar en mi elección. Al agarrar la equivocada, una ráfaga de espinas se desplegó, arañando mis manos. Aunque la molestia me recordó mi error, no permití que la incomodidad empañara mi determinación. Con una sonrisa disimulada, continué, aprendiendo que incluso los pequeños traspiés son parte del camino hacia la maestría.
El murmullo del viento entre las hojas acompañaba mis pasos mientras, respaldada por mis clones, recolectaba con gracia y eficiencia. De repente, un zumbido inoportuno llamó mi atención. Un enjambre de avispas se aproximaba. Sin perder la calma, convoqué clones adicionales para distraer a las avispas, permitiéndome continuar la recolección sin interrupciones.
Con la tarea cumplida, regresé triunfante a la anciana Toshiko, portando una cesta colmada de hierbas exquisitas. Agradecida, reconoció mi ingenio y habilidad. Una sonrisa iluminó mi rostro, consciente de que cada misión, por más simple que sea, es una oportunidad dorada para prosperar y demostrar mi valía en el fascinante sendero del ninja.
Me encaminé velozmente hacia la tienda de la herborista. Aunque aún brillaba temprano en el día, es bien sabido que los ancianos suelen despertar con las primeras luces del alba. Así que, con la certeza de que la señora Toshiko ya estaría despierta, toqué el timbre de su establecimiento.
"¿Señora Toshiko?" pregunté con tono más elevado, mientras pulsaba el timbre con determinación.
"Sí, sí, ya voy, joven. Solo un minuto, espera," resonó desde el interior una voz experimentada. Pacientemente, aguardé. Después de unos minutos, los pasos se aproximaron, acompañados del sonido de cerrojos deslizándose uno tras otro. El portón se abrió finalmente, revelando el rostro sonriente de la diminuta anciana.
"Entonces, ¿vienes por los brebajes para tu mamá?" preguntó con una risa amistosa. Aunque confundida por sus palabras, decidí aclarar la situación antes de que comenzara a buscar en vano.
"No, señora. Soy una ninja contratada para buscar hierbas en el bosque. Aquí tengo el pergamino," expliqué, sacando el papel de mis bolsillos y entregándoselo.
"¡Ah, sí, jejejeje! Disculpa, joven, estaba esperando a alguien más, jejejeje," se disculpó con una sonrisa. Sin aceptar el pergamino, me llevó a una habitación donde mostró una amplia variedad de hierbas, raíces e infusiones. Además, me presentó bocetos y bosquejos de las plantas que debía buscar, indicándome también dónde encontrarlas.
Embargada por el entusiasmo de demostrar mis habilidades, me aventuré en el frondoso bosque. -Pues bien, esta es mi primera mision como una shinobi de Kirigakure. A ver que tan utiles son estos jutsus que he aprendido.- Guiada por la cautela, desplegué mi destreza ninja. Aprovechando mi entrenamiento en Bushin no Jutsu, materialicé clones ilusorios que se diseminaron entre los árboles, esto con la idea de quizas alejar a algunos animales peligrosos que estuviesen en las cercanias. Mis ojos agudos distinguieron cada hierba necesaria, y con movimientos ágiles, evité hábilmente obstáculos y peligros ocultos.
Al llegar a un claro, descubrí una planta rara y preciada camuflada entre densos arbustos. Antes de acercarme, recurrí a mi habilidad de Jutsu de Intercambio, cambiando de posición con un pequeño tronco seco. Esta táctica aseguró una recolección cuidadosa sin afectar la planta delicada. No obstante, en un momento de distracción, me encontré frente a dos plantas similares. La urgencia de completar la tarea me hizo precipitar en mi elección. Al agarrar la equivocada, una ráfaga de espinas se desplegó, arañando mis manos. Aunque la molestia me recordó mi error, no permití que la incomodidad empañara mi determinación. Con una sonrisa disimulada, continué, aprendiendo que incluso los pequeños traspiés son parte del camino hacia la maestría.
El murmullo del viento entre las hojas acompañaba mis pasos mientras, respaldada por mis clones, recolectaba con gracia y eficiencia. De repente, un zumbido inoportuno llamó mi atención. Un enjambre de avispas se aproximaba. Sin perder la calma, convoqué clones adicionales para distraer a las avispas, permitiéndome continuar la recolección sin interrupciones.
Con la tarea cumplida, regresé triunfante a la anciana Toshiko, portando una cesta colmada de hierbas exquisitas. Agradecida, reconoció mi ingenio y habilidad. Una sonrisa iluminó mi rostro, consciente de que cada misión, por más simple que sea, es una oportunidad dorada para prosperar y demostrar mi valía en el fascinante sendero del ninja.