Última modificación: 20-10-2023, 12:58 AM por Centyman.
Aquella tarde me encontraba entrenando entre los bosques de Iwagakure, poniendo a prueba algunos de mis nuevos movimientos y tácticas, las hojas crujían bajo mis pies, mientras me movía entre lo profundo del bosque, en ese momento recordé como Muki hacia la invocación de su araña, tenía curiosidad, - «¿Que saldrá si lo intento yo?», mas de una vez había visto a esta realizar su Jutsu de invocación, por lo que luego de pensarlo durante algunos instantes me motive a intentarlo, realizando una serie de sellos haría mi primera invocación –“KUCHIYOSE NO JUTSU” tras las palabras pondría la mano en el suelo y una nube de humo aparecería en el lugar.
Enseguida de entre el humo saldría una extraña figura rosada –“¿Qué quieres hijo?” me diría con una voz de pocos amigos, al instante lo quede observando con detenimiento, impactado y en estado de alerta, sin saber realmente que estaba viendo, - “¿Qué rayos eres un perro o un puerco?” este se molestaría ante mis palabras –“¿quieres pelear? Grr”, me gruñiría con fuerza preparándose para atacar, ante la atención del momento, decidí dejar las bobadas e intentar calmar las cosas - “No tranquilo, simplemente me gustaría firmar pacto con un animal”, este me quedaría observando unos instantes y me diría - “¿Un flacucho como tú? Pues para hacerlo con los canes tendrás que pasar por una prueba” lo mire atenta y seriamente, - “tendrás que demostrar lo que vales, ayudando a uno de los lobos del lugar” al instante una aquel misterioso animal desaparecería en una bola de humo, en lo que un misterioso sonido rompió el silencio del lugar, a lo lejos, se logró escuchar un leve aullido, al cual le preste una particular atención -«¿Se referirá a esto?» más temprano que tarde, me percataría de que aquella criatura parecía tener problemas, aunque inicialmente había decidido seguir adelante con mis cosas, no pude ignorar la sensación de que algo no estaba bien en el bosque. El aullido había tomado un tono más lastimero y urgente, como si la criatura estuviera en apuros.
de inmediato mis pasos se hicieron más rápidos y decidido me dirigí a buscar la fuente del sonido, a medida que avanzaba, el aullido se volvía más fuerte y angustioso, llenando el bosque con un eco inquietante, mi preocupación aumentaba a medida que me acercaba al origen del sonido, preguntándome si seria esta la prueba del chancho perro un animal que necesitaba de mi ayuda en medio de la noche en ese remoto lugar del bosque.
Fue ahí, a los pies de una de las montañas de Iwagakure, cuando finalmente lo vi, se trataba de un pequeño lobo con una de su patas atrapada en una trampa, la criatura parecía aterrada y herida, luchando por liberarse. Sus ojos reflejaban miedo y dolor, y su aullido era un llamado desesperado en busca de ayuda, en ese momento mi corazón se encogió al ver al lobo en esa situación, sin dudarlo, me acerqué con precaución, tratando de calmar al animal herido. Me di cuenta de que debía ayudar de alguna manera a liberarlo de la trampa y cuidar de sus heridas.
Apenas logré tranquilizar al pequeño lobo, con movimientos suaves y palabras calmantes, me acerqué con cuidado para liberar su pata de la trampa. Sus ojos me miraban con una mezcla de temor y gratitud, y parecía comprender que mi intención era ayudarlo. Con manos cuidadosas, procedí a liberar la pata del lobo atrapada en la trampa. Sabía que debía ser extremadamente delicado para evitar causarle más daño. Trabajé con paciencia y determinación, y finalmente, el lobo pudo retirar su pata de la trampa.
Una vez que estuvo libre, el pequeño lobo se tambaleó un poco, pero luego, con un ligero gemido de dolor, trató de ponerse de pie, sin embargo, este de inmediato se desmayó ante el dolor y el cansancio de la estresante situación que le había tocado vivir. Sabía que su recuperación tomaría tiempo, pero no estaba demás ayudarlo.
Con el lobo en mis brazos, tomé un pañuelo o venda que llevaba conmigo y cuidadosamente lo usé para vendar su patita herida. Aseguré la venda de manera que proporcionara un apoyo adecuado y evitara que la herida empeorara. Mientras lo hacía pude notar que la noche caía rápidamente, y no podía soportar la idea de dejar al pequeño lobo solo y herido en el bosque. Sabía que necesitaba cuidado y protección durante su recuperación. Por lo tanto, decidí llevarlo a una de las cavernas de Iwagakure, donde podríamos pasar la noche y estar a salvo.
Con el lobo en mis brazos, ingresamos a la caverna, que ofrecía un refugio natural en medio de la montaña. Acomodé un lugar cómodo y cálido para el lobo y para mí, utilizando hojas y ramas secas para hacer una especie de lecho improvisado. Mientras el lobo descansaba, yo permanecí alerta y vigilante, listo para atender sus necesidades y asegurarme de que estuviera cómodo.
Al día siguiente, fui despertado por aquel lobo con la patita ya vendada. El animal estaba lleno de energía y alegría, y su recuperación había avanzado notablemente. Me saludó con lamidas amigables y juguetonas, como si quisiera agradecerme por haberlo ayudado. Fue un alivio ver al lobo en un estado mucho mejor. Su pata vendada parecía estar funcionando bien, y su ánimo había mejorado significativamente. Sabía que ya no estaba en peligro y que pronto podría volver a su vida en la naturaleza.
La sorpresa se apoderó de mí cuando el pequeño lobo se alejo corriendo, con la aparición de una nueva nube de humo, se trataba del extraño animal que había aparecido en un principio –“Valla muchacho te felicito y yo que pensaba que eras un inútil” diría entre risa, cosa que no me simpatizo mucho, -“Esta bien chico puedes firmar con nosotros” Este me entregó un extraño pergamino, en ese momento mis ojos se abrieron con asombro, incapaces de comprender lo que estaba sucediendo. pensativo ante sus palabras, acepte firmándolo y marcando mi mano sobre este, ante lo que quedaría sellado aquel pergamino
Enseguida de entre el humo saldría una extraña figura rosada –“¿Qué quieres hijo?” me diría con una voz de pocos amigos, al instante lo quede observando con detenimiento, impactado y en estado de alerta, sin saber realmente que estaba viendo, - “¿Qué rayos eres un perro o un puerco?” este se molestaría ante mis palabras –“¿quieres pelear? Grr”, me gruñiría con fuerza preparándose para atacar, ante la atención del momento, decidí dejar las bobadas e intentar calmar las cosas - “No tranquilo, simplemente me gustaría firmar pacto con un animal”, este me quedaría observando unos instantes y me diría - “¿Un flacucho como tú? Pues para hacerlo con los canes tendrás que pasar por una prueba” lo mire atenta y seriamente, - “tendrás que demostrar lo que vales, ayudando a uno de los lobos del lugar” al instante una aquel misterioso animal desaparecería en una bola de humo, en lo que un misterioso sonido rompió el silencio del lugar, a lo lejos, se logró escuchar un leve aullido, al cual le preste una particular atención -«¿Se referirá a esto?» más temprano que tarde, me percataría de que aquella criatura parecía tener problemas, aunque inicialmente había decidido seguir adelante con mis cosas, no pude ignorar la sensación de que algo no estaba bien en el bosque. El aullido había tomado un tono más lastimero y urgente, como si la criatura estuviera en apuros.
de inmediato mis pasos se hicieron más rápidos y decidido me dirigí a buscar la fuente del sonido, a medida que avanzaba, el aullido se volvía más fuerte y angustioso, llenando el bosque con un eco inquietante, mi preocupación aumentaba a medida que me acercaba al origen del sonido, preguntándome si seria esta la prueba del chancho perro un animal que necesitaba de mi ayuda en medio de la noche en ese remoto lugar del bosque.
Fue ahí, a los pies de una de las montañas de Iwagakure, cuando finalmente lo vi, se trataba de un pequeño lobo con una de su patas atrapada en una trampa, la criatura parecía aterrada y herida, luchando por liberarse. Sus ojos reflejaban miedo y dolor, y su aullido era un llamado desesperado en busca de ayuda, en ese momento mi corazón se encogió al ver al lobo en esa situación, sin dudarlo, me acerqué con precaución, tratando de calmar al animal herido. Me di cuenta de que debía ayudar de alguna manera a liberarlo de la trampa y cuidar de sus heridas.
Apenas logré tranquilizar al pequeño lobo, con movimientos suaves y palabras calmantes, me acerqué con cuidado para liberar su pata de la trampa. Sus ojos me miraban con una mezcla de temor y gratitud, y parecía comprender que mi intención era ayudarlo. Con manos cuidadosas, procedí a liberar la pata del lobo atrapada en la trampa. Sabía que debía ser extremadamente delicado para evitar causarle más daño. Trabajé con paciencia y determinación, y finalmente, el lobo pudo retirar su pata de la trampa.
Una vez que estuvo libre, el pequeño lobo se tambaleó un poco, pero luego, con un ligero gemido de dolor, trató de ponerse de pie, sin embargo, este de inmediato se desmayó ante el dolor y el cansancio de la estresante situación que le había tocado vivir. Sabía que su recuperación tomaría tiempo, pero no estaba demás ayudarlo.
Con el lobo en mis brazos, tomé un pañuelo o venda que llevaba conmigo y cuidadosamente lo usé para vendar su patita herida. Aseguré la venda de manera que proporcionara un apoyo adecuado y evitara que la herida empeorara. Mientras lo hacía pude notar que la noche caía rápidamente, y no podía soportar la idea de dejar al pequeño lobo solo y herido en el bosque. Sabía que necesitaba cuidado y protección durante su recuperación. Por lo tanto, decidí llevarlo a una de las cavernas de Iwagakure, donde podríamos pasar la noche y estar a salvo.
Con el lobo en mis brazos, ingresamos a la caverna, que ofrecía un refugio natural en medio de la montaña. Acomodé un lugar cómodo y cálido para el lobo y para mí, utilizando hojas y ramas secas para hacer una especie de lecho improvisado. Mientras el lobo descansaba, yo permanecí alerta y vigilante, listo para atender sus necesidades y asegurarme de que estuviera cómodo.
Al día siguiente, fui despertado por aquel lobo con la patita ya vendada. El animal estaba lleno de energía y alegría, y su recuperación había avanzado notablemente. Me saludó con lamidas amigables y juguetonas, como si quisiera agradecerme por haberlo ayudado. Fue un alivio ver al lobo en un estado mucho mejor. Su pata vendada parecía estar funcionando bien, y su ánimo había mejorado significativamente. Sabía que ya no estaba en peligro y que pronto podría volver a su vida en la naturaleza.
La sorpresa se apoderó de mí cuando el pequeño lobo se alejo corriendo, con la aparición de una nueva nube de humo, se trataba del extraño animal que había aparecido en un principio –“Valla muchacho te felicito y yo que pensaba que eras un inútil” diría entre risa, cosa que no me simpatizo mucho, -“Esta bien chico puedes firmar con nosotros” Este me entregó un extraño pergamino, en ese momento mis ojos se abrieron con asombro, incapaces de comprender lo que estaba sucediendo. pensativo ante sus palabras, acepte firmándolo y marcando mi mano sobre este, ante lo que quedaría sellado aquel pergamino
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