“Abue, quiero que me cuentes una historia para dormir.”
“¿Tan temprano? ¿Te vas a dormir ya?”
“No, pero estoy muuuuy aburrido ¡Quiero una historia!”
“Esta bien, esta bien ¿Pero como se dice?”
“¡Oh! ¡Por favor! Por favor cuéntame una historia para dormir abuela.”
“Bien mi niño bello precioso. Tengo una historia que a tu padre le gustaba escuchar también, aunque desde hace mucho que no la cuento y ya me he olvidado de varios detalles.”
“¡No me importa! ¡Quiero oírla!”
“Ya va, ya va.”
En una muy distante era, antes de que el sol y la luna siquiera existieran, las personas usaban fogatas para medir el tiempo. Dependía de la cantidad de leña que tanto duraría una y cuando se apagara esta marcaría el fin de una actividad, sea trabajar, jugar, comer o dormir. No conocían una vida mejor así que jamas pidieron más, pero tampoco tenían mucho y solo podían resignarse cuando varios morían por escasez de agua y comida. Hasta que un día, un niño motivado por su infantil arrogancia subiría hasta la montaña más cercana al cielo y pedir a Dios que les diera más agua y comida para subsistir.
¿Qué le dijo Dios?
“Tu, mi niño, valiente como ninguno, mereces todo lo que pidas. Pero nada que se te de debe ir a las manos de aquellos te dejaron subir esta montaña solo.”
¿Y que respondió el niño?
“Nadie me ha dejado solo señor mio, he escalado a la cima del mundo por el bien del prójimo como mi madre me ha enseñado, luchado contra mis miedos y dudas sobre cumplir tal deber como mi padre me dijo y pagado mis respetos al todopoderoso como mis abuelos me instruyeron. De todas las mujeres en el pueblo recibí alimento para mi viaje, y de todos los hombres recibí el entrenamiento para escalar hasta la montaña más empinada.
“Aquí parado no esta un niño solo pero solo pueblo. La sangre del hombre es mi sangre, su alma mi alma, mi amor su amor, yo soy el hombre, pero como su creación ¿No somos parte suya también?”
“Correcto mis niños, todos vienen de mi y solo de mi, su voluntad es mi voluntad. Así que se haga la luz y reciban la prosperidad que ustedes desean, que yo deseo.”
De la boca del niño vinieron esas palabras. Encarnando a dios, se elevo en los cielos y abriría su corazón para revelar una esfera de luz hecha de su infinito amor —el infinito amor de dios— trayéndonos el sol y los días. La humanidad conocería por primera vez paz y tranquilidad, y de las montañas no bajaría un niño, pero dios, de aquí en adelante conocido como Negai no Kami.
Fue así que con gran dolor pero inmenso amor usaría todo su poder para reducir su cuerpo y alma a polvo que esparciría por toda la creación. No dejando ni un solo rincón sin tocar, el polvo entonces se impregnaría en cada persona, animal, planta o cosa cargando un pequeño fragmento de su poder y una bendición:
“Qué aquel que fervientemente deseé, que profundamente piense, y verdaderamente haga reciba mi eterna bendición para hacer realidad todo lo que se proponga, sea pararse en la cima del mundo o entrar al reino de los cielos, por lo que deseen sera mi deseo también.”
Desde ese día las puertas al paraíso estarían por siempre abiertas para el humano que lo deseé y se esfuerce por ello, pues no habría nada que no pudiesen lograr de aquí en adelante si de verdad lo desearan e intentaran.
Por eso mi niño hermoso, tu crecerás en un hombre maravilloso y saludable porque yo y tu abuelo siempre rezaremos por ti, y daremos lo que sea para darte la vida que mereces mi rey precioso.
Te queremos mucho yo, tu abuelo, tu mami, y tu papi que te mira desde el cielo. Nunca lo olvides.
“¿Tan temprano? ¿Te vas a dormir ya?”
“No, pero estoy muuuuy aburrido ¡Quiero una historia!”
“Esta bien, esta bien ¿Pero como se dice?”
“¡Oh! ¡Por favor! Por favor cuéntame una historia para dormir abuela.”
“Bien mi niño bello precioso. Tengo una historia que a tu padre le gustaba escuchar también, aunque desde hace mucho que no la cuento y ya me he olvidado de varios detalles.”
“¡No me importa! ¡Quiero oírla!”
“Ya va, ya va.”
En una muy distante era, antes de que el sol y la luna siquiera existieran, las personas usaban fogatas para medir el tiempo. Dependía de la cantidad de leña que tanto duraría una y cuando se apagara esta marcaría el fin de una actividad, sea trabajar, jugar, comer o dormir. No conocían una vida mejor así que jamas pidieron más, pero tampoco tenían mucho y solo podían resignarse cuando varios morían por escasez de agua y comida. Hasta que un día, un niño motivado por su infantil arrogancia subiría hasta la montaña más cercana al cielo y pedir a Dios que les diera más agua y comida para subsistir.
¿Qué le dijo Dios?
“Tu, mi niño, valiente como ninguno, mereces todo lo que pidas. Pero nada que se te de debe ir a las manos de aquellos te dejaron subir esta montaña solo.”
¿Y que respondió el niño?
“Nadie me ha dejado solo señor mio, he escalado a la cima del mundo por el bien del prójimo como mi madre me ha enseñado, luchado contra mis miedos y dudas sobre cumplir tal deber como mi padre me dijo y pagado mis respetos al todopoderoso como mis abuelos me instruyeron. De todas las mujeres en el pueblo recibí alimento para mi viaje, y de todos los hombres recibí el entrenamiento para escalar hasta la montaña más empinada.
“Aquí parado no esta un niño solo pero solo pueblo. La sangre del hombre es mi sangre, su alma mi alma, mi amor su amor, yo soy el hombre, pero como su creación ¿No somos parte suya también?”
“Correcto mis niños, todos vienen de mi y solo de mi, su voluntad es mi voluntad. Así que se haga la luz y reciban la prosperidad que ustedes desean, que yo deseo.”
De la boca del niño vinieron esas palabras. Encarnando a dios, se elevo en los cielos y abriría su corazón para revelar una esfera de luz hecha de su infinito amor —el infinito amor de dios— trayéndonos el sol y los días. La humanidad conocería por primera vez paz y tranquilidad, y de las montañas no bajaría un niño, pero dios, de aquí en adelante conocido como Negai no Kami.
Pero ahí no termina mi niño ¿Qué paso después preguntas? Esa es una historia para otro día—
Aish, bueno, deja de poner esa cara, ya que tenemos tiempo te contare el resto.
Conocido sería por todos como Dios bajo de los cielos para esparcir su amor al mundo, brillando su corazón resplandeciente en cada rincón del planeta no dejando ni una sola sombra sin tocar. De todos lados vendrían personas en peregrinaje para conocer en persona al Negai no Kami y plegar a que cumpla sus más profundos deseos y solo estos pues al humano se le dieron manos y pies para conseguir lo que quisiera por su propia cuenta, pero no tardarían en olvidar esa fundamental responsabilidad en lo que crecía su vanidad y dependencia del Negai no Kami.
Los hombres que de Dios no recibieron tomarían a la fuerza de los que si, y en consecuencia sus victimas se alzarían en armas para recuperar lo robado, así nacerían guerras, seguido por el dolor, la perdida, la desesperación, el resentir, profundo odio y más guerras. Dios trato de mediar, pero pronto el mundo llegaría a resentirlo como el principal culpable de sembrar vanidad en el corazón del hombre con sus bendiciones y no tardarían en apuntar sus armas a él, buscando el robarle su poder.
Muy tonta decisión, Dios podría quitarles hasta la vida en un parpadeo, pero los amaba tanto como para no hacerles daño; incluso si lo culpaban por los nuevos males desatados en el mundo; incluso si el mundo entero deseaba su muerte, él con gusto cumpliría.
Aish, bueno, deja de poner esa cara, ya que tenemos tiempo te contare el resto.
Conocido sería por todos como Dios bajo de los cielos para esparcir su amor al mundo, brillando su corazón resplandeciente en cada rincón del planeta no dejando ni una sola sombra sin tocar. De todos lados vendrían personas en peregrinaje para conocer en persona al Negai no Kami y plegar a que cumpla sus más profundos deseos y solo estos pues al humano se le dieron manos y pies para conseguir lo que quisiera por su propia cuenta, pero no tardarían en olvidar esa fundamental responsabilidad en lo que crecía su vanidad y dependencia del Negai no Kami.
Los hombres que de Dios no recibieron tomarían a la fuerza de los que si, y en consecuencia sus victimas se alzarían en armas para recuperar lo robado, así nacerían guerras, seguido por el dolor, la perdida, la desesperación, el resentir, profundo odio y más guerras. Dios trato de mediar, pero pronto el mundo llegaría a resentirlo como el principal culpable de sembrar vanidad en el corazón del hombre con sus bendiciones y no tardarían en apuntar sus armas a él, buscando el robarle su poder.
Muy tonta decisión, Dios podría quitarles hasta la vida en un parpadeo, pero los amaba tanto como para no hacerles daño; incluso si lo culpaban por los nuevos males desatados en el mundo; incluso si el mundo entero deseaba su muerte, él con gusto cumpliría.
Fue así que con gran dolor pero inmenso amor usaría todo su poder para reducir su cuerpo y alma a polvo que esparciría por toda la creación. No dejando ni un solo rincón sin tocar, el polvo entonces se impregnaría en cada persona, animal, planta o cosa cargando un pequeño fragmento de su poder y una bendición:
“Qué aquel que fervientemente deseé, que profundamente piense, y verdaderamente haga reciba mi eterna bendición para hacer realidad todo lo que se proponga, sea pararse en la cima del mundo o entrar al reino de los cielos, por lo que deseen sera mi deseo también.”
Desde ese día las puertas al paraíso estarían por siempre abiertas para el humano que lo deseé y se esfuerce por ello, pues no habría nada que no pudiesen lograr de aquí en adelante si de verdad lo desearan e intentaran.
Por eso mi niño hermoso, tu crecerás en un hombre maravilloso y saludable porque yo y tu abuelo siempre rezaremos por ti, y daremos lo que sea para darte la vida que mereces mi rey precioso.
Te queremos mucho yo, tu abuelo, tu mami, y tu papi que te mira desde el cielo. Nunca lo olvides.