[Auto C] Vigilante de la Fiesta
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En el seno del distrito comercial de la Nueva Iwa se encontraba un cautivante recinto nocturno que llamaba la atención con sus luces de neón y un innovador sistema de sonido que se decía mezclaba el uso de chakra elemental con tecnología de amplificación y cajas musicales. De todos modos, Tsuneo no estaba aquí hoy para bailar toda la noche, menos considerando que su forma favorita de embriagarse radicaba en la tranquilidad familiar de alguna taberna más tradicional, sino que había sido contratado para un empleo bastante simple pero necesario. El dueño del llamado "Rocacola Club" había organizado un esperado relanzamiento de primavera que era el tema cadente del mes para un sector importante de la juventud urbana de la ciudad industrial, y por ello, debía reforzar sus filas de seguridad, tras haber oído rumores de que recibiría visitas indeseadas de una pandilla, que si bien no pertenecía a esos terribles carteles mafiosos que movían hilos sombríos en los negocios más terribles, sino que era más bien un grupo de buscadores de problemas y delincuentes comunes, no obstante, podía perturbar de todas maneras el brilloso panorama de la discoteca.

A la hora acordada, el errante muchacho se presentó a la puerta del pub, identificándose como aquel que venía por el empleo. Ni siquiera lo hicieron pasar. Bajó un hombre corpulento, con gafas oscuras, bastante más alto que un ronin que ya no tenía nada que envidiarle en estatura a la mayoría. — Firma esto... — Le ordenó, prácticamente. Una vez completase un papel respecto a confidencialidades y reglas respecto a su corta relación laboral con Rocacola Club, se le entregó una credencial temporal, la cual se debía colgar a la altura del pecho. La verdad no quedaba muy bien con las pintas de vagabundo que siempre lleva, ganándose una mirada de desprecio de un vigilante bien vestido. De todas maneras, una vez se oyó desde un piso de arriba, pareciendo ser su superior. — ¡Tranquilo, los shinobi son así de raros! — Seguido de una risita socarrona. Parecía que le había sacado el perfil a Tsuneo desde una ventana polarizada.

Aquel no tenía intenciones de establecer mayores conversaciones, estaba allí por un jornal y nada más. Además, algo le decía que tenía que tomarse esto de la manera más profesional posible. En cierto sentido, encontraba gracioso que se tomasen todo con tanta rigurosidad. Tal vez este es el propósito que encuentra la gente que vive de asalariado; no queda otra que volver tu oficio un horizonte, y que cada minuto de este se transforme, de alguna manera, en un arte con pasos y códigos.

Prontamente un señor bajo apareció detrás del nómade y le pasó una lista con nombres y apellidos. — Todos debieran tener una entrada de pago, pero puede que hayan entradas falsas o revendidas... — Le susurró, como si fuera un secreto de un servicio de inteligencia. — Por eso, todo aquel que vaya entrar se tiene que identificar, ¿entendido?

Entendido, jefe. — Tsuneo contestó, con una ligera mueca, en tanto volvía a posicionarse de cara a una fila de juventud exaltada que esperaba su turno con ansias. Sus ropajes eran coloridos, varios venían en grupos, con sus entradas en la mano, correspondientes a pequeñas piezas de piedra tallada con chakra, acorde a la temática tecno-elemental de tierra de la empresa. Desde afuera se escuchaba el temblor tectónico de música electrónica con vibraciones de Doton y pasos fuertes en la pista de baile.

¡Siguiente, por favor! — Repetía durante la noche de manera mecánica, pidiendo identificación y chequeando minuciosamente que calzase hasta en las letras con alguno que saliese en la lista. Hasta que, finalmente, los siguientes eran unos tipos de pinta peligrosa, con chaquetas de cuero y peinados mohawk. — Toma, hombre. — Uno de ellos, teñido de verde, le mostró un supuesto boleto terroso que tenía mal hecha la marca reglamentaria.

¿Y tu nombre es...? — Le miró fijamente, como si lo juzgase. — ¡Ichiro! ¡Ahora déjame pasar! — Ni siquiera esperó a que le autorizasen antes de pegarle un empujón al portero, mas no pudo avanzar mucho, pues le bloqueaba el grandulón de seguridad de antes, cuyos brazos de tronco estaban cruzados sobre su imponente pecho.

¡Oye, pedazo de mierda, déjanos pasar, que también hemos pagado! —Se sumaba a la queja otro de cabellos amarillentos, parecía ser una bandada de cinco rufianes. — Lo lamento, no hay ningún Ichiro en la lista, y me han presentado una entrada falsa. Les pediré amablemente que se muevan de la fila con su amigo, si acaso presentan la misma situación. — Sentenció, siendo lo más formal y calmado posible en un contexto de agitación, en el cual se oían insultos y garabatos que le interrumpían.

¡Oye, imbécil! ¡Apártate! — Un tercero se abalanzó sujetando algo en su bolsillo, cuyo brillo metálico indicaba peligro. Manteniendo la compostura, Tsuneo tocó el soporte de madera de sus documentos en mano, tomando visualmente la textura gruesa e irregular de un árbol, lo cual sorprendió a sus adversarios.  La verdad no era la forma más apta para el combate, pero servía para intimidar. En tanto, el guardia veterano llamaba refuerzos a través de un micrófono en su solapa.

¿¡No sabes quién soy yo!? — Parecía que uno de ellos quería iniciar una pelea, pero el que estaba más adelante, aparentando ser el líder, lo tomó del hombro. — ¡Ya, vámonos, hombre, que conozco un sitio mejor...! — Al parecer, había tomado conciencia de que no valía la pena agarrarse con un número indeterminado de personal, y menos contra un shinobi desconocido que podía cambiar el material de su cuerpo.

El resto de la velada acontecería sin mayores complicaciones. La fiesta fue un éxito y Tsuneo podría recibir una paga por un trabajo bien hecho.

Dōka: Moku
[Imagen: bmuWDXX.png]
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Última modificación: 09-09-2023, 08:19 AM por Moderador.
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