Última modificación: 07-09-2023, 02:46 AM por Riku Ashira.
La parsimonia que caracterizaba a Riku en sus días libres la conservaba casi en su totalidad para las misiones. Calmo y conservador como pocos, Riku siempre trataba de regular sus impulsos y emociones al momento de actuar. La mañana hacía rato que había florecido, y ya el movimiento empezaba a aflorar en la franja media de Iwagakure. Caminaba por una senda comercial ya recuperada de la destrucción causada antaño, que aparecía rozagante cada día como si fuera el primero. Iwagakure no era la ciudad más pintoresca del mundo, pero sí tenía su colorido en esta zona de la ciudad. Mientras pesaba esto, poco a poco ruido de construcción invadió sus pensamientos. A menos de una cuadra emergía como un obelisco el edificio en proceso en el que había sido asignado a una misión D, es decir, de las más básicas y al mismo tiempo, las menos riesgosas. Él sabía que estas misiones eran un poco tontas, pero de alguna forma había que empezar, y al fin y al cabo, si ponía comida en su mesa, era irrelevante cómo lo hiciera, siempre y cuando fuera legal... Más o menos.
Rápidamente entró a la obra, a paso decidido, y vio al capataz, de casco rojo para caracterizarse de los demás obreros rasos, de casco amarillo. ~Supongo que eres el shinobi del clan Ashira que solicitamos. Necesitamos hacer unos detalles en el interior, en los pilares y en la pared que da a la calle. Éste es el motivo que debes replicar~ dice, dándole un pequeño cuadrado de papel con unos dibujos concéntricos. ~¡Oye, Ramunmun! ¡Deja de hacer eso y guía al Ashira en su trabajo!~ un obrero a la lejanía levantó la vista, asintió, dejó lo que estaba haciendo y vino corriendo hacia Riki, casi atropellándolo con sus grandes botas de seguridad. ~Por aquí, por favor.~ dijo Ramunmun, señalándole el camino, y Riku hizo lo propio, algo nervioso por el casi accidente de recién. Lo llevó primero hacia unos pilares, y le dio una gran bolsa de arcilla blanca, pálida como la nieve. Claramente, esta no era explosiva. Tomaba un poco con sus manos, la moldeaba, y luego apoyaba sus manos sobre los pilares, dejando el motivo grabado en el mismo luego de algunos segundos. El día pasó y luego de terminar los dos pilares, tomó un descanso con los demás obreros para almorzar, cortesía del capataz de la obra. Luego, siguió con el interior, siendo una pared intermedia, que se extendía por lo que sería luego el living y la cocina. Estuvo un buen rato, hasta que la tarde se extendió lo suficiente para ver a los jóvenes académicos corriendo con sus kunais de goma por la avenida cercana a la obra. Por último, tocaba la pared exterior, que era muy grande: abarcaba desde la base del edificio hasta el techo, y el ancho era de punta a punta de la casa. Esto le llevaría tiempo a Riku, pero quería terminarlo en el día. Se hizo de noche y los obreros empezaron a irse, salvo Ramunmun, que se encargaba de mover el andamio de arriba hacia abajo cuando Riku lo necesitaba, y el capataz, que traía algunos snacks y bebidas al Ashira, además de permitirle descansar unos minutos cada tanto, ya que las bocas en sus palmas se acalambraban. Luego de unas 4 horas de comenzada la labor, Riku comenzó su encargo, y ya la medianoche azotaba con un frío que quemaba la seca piel de los obreros. ~¡Gracias, chico! Toma, déjame firmar ese papel... Listo, ya puedes retirarte. Pagarle a un artesano hubiera salido 4 veces más, así que nos damos por servido. Puedes llevarte estos sándwichs y bebidas que sobraron. ¡Ramunmun, guarda todo y cierra, nos vamos!~ Riku, cansado y molesto por el comentario del artesano, se fue, aunque agradecido por la gentileza de la comida y bebida extra. Al menos mañana podría almorzar gratis.