En un antiguo pueblo rodeado de un frondoso bosque no muy lejano al Templo del Rayo, una joven shinobi y sacerdotisa llamada Matteyo perteneciente al clan Miroku fue llamada para una misión. Su habilidad para el combate y su conexión espiritual la hacían la elección perfecta cuando los aldeanos solicitaron ayuda para resolver aquellos problemas misteriosos de índole sobrenatural. Por eso desde la administración del Rayo se contacto con los sacerdotes del Templo del Rayo buscando a la persona adecuada que pudiera investigar tal problema, no obstante no parecía ser algo tan grave, por eso fue enviada solo una aprendiz.
Resulta que hacia algunos días, los aldeanos, fueron aterrorizados por extraños ruidos provenientes de un antiguo santuario ubicado en el corazón del bosque. Temían que un espíritu maligno hubiera invadido el lugar y requería un exorcismo urgente. Las sospechas crecían cuando muchos de los animales de la zona se mantenían alejados del santuario para evitar aproximarse a él. De hecho el misterio comenzó cuando intentando ir a llevar unas ofrendas con una mula de carga, el animal se negó a acercarse más de treinta metros del lugar y dio media vuelta. Cuando intentaron forzar al animal a caminar se escucharon los extraños y aterradores sonidos desde el interior del santuario, lo cual causo que todos los enviados huyeran en pánico. El mismo caso se repitió varias veces cuando los aldeanos intentaban ir a investigar hasta que dictaminaron que debían pedir ayuda.
Y por eso mismo, una vez llegada a la aldea la joven sacerdotisa. Sin perder tiempo, se preparó para la misión y se adentró en el bosque. La niebla espesa y misteriosa envolvía el camino mientras avanzaba hacia el santuario, aumentando la intriga de la situación. Era la típica niebla matinal tras el amanecer por causa del roció, pero no ayudaba a que los aldeanos no añadieran un poco de misticismo al asunto.
Finalmente, llegó al antiguo santuario y sin dejarse amedrentar por los ruidos y golpes que provenían del interior del mismo avanzo sin ningún pudor y se encontró con una sorprendente revelación. En lugar de un espíritu maligno, un enorme oso salvaje había hecho del templo su hogar. El oso, se encontraba comiendo miel proveniente de unas vasijas, lo cual era extraño porque no era algo que alguien quisiera guardar en el lugar. El oso reacciono de forma territorial y agresiva frente a la presencia de Matteyo, era como si quiera proteger su alimento. Pero era una bestia salvaje, no tenia ninguna opción contra un Shinobi con el poder para ver el futuro. La sacerdotisa evito el golpe directo de la bestia y consiguió golpear múltiples veces a la cabeza de la criatura hasta noquearlo.
Entonces la shinobi se puso a revisar el lugar para ver si encontraba algo que le diera una pista de que pasaba allí. Sin embargo, lo que Matteyo no sabía era que detrás de esta situación habia alguien en la sombra que acechaba entre la niebla del bosque. El santuario habia sido saqueado, so no le gustaba en lo más mínimo, pero la presencia del oso para disuadir a la gente de ir era extraña, un ladrón buscaría que se hicieran nuevas ofrendas. Hasta que recordó que este santuario se hizo por la zona en busca de venerar algunos conejos dorados que se les consideraba sagrados por su pelaje y estaban protegidos. Entonces seria cuando saldría del lugar e investigaría un poco en la parte posterior del santuario por el bosque encontrando rastros de caza.
Entonces un hombre saldría a su encuentro apuntando a la joven sacerdotisa con un arco tensando una flecha alegando que no tenia nada en contra de ella pero no podía dejar que se supiera nada de eso. El hombre claramente era algun tipo de cazador o traficante. cuando Matteyo descubrió las intenciones del hombre, decidió poner fin a su malvado plan. Utilizando su destreza como shinobi y sus dotes místicos no tendría problemas en evitar la flecha que disparo, colocándose a su altura y pudiendo noquearlo con facilidad.
Con el hombre noqueado y atado, Matteyo fue a devolver al oso a las profundidades del bosque, aunque le costo un poco de cargar. Tras eso el plan del cazador quedo expuesto. Atrajo a un oso al santuario con miel y algo de carnaza alimentándolo para alejar a los aldeanos y así poder aprovechar y cazar por la zona los conejos sagrados, pero ya estaba todo bajo control. El hombre fue entregado a las autoridades y el oso ahora vivía de nuevo su vida tranquilamente por las profundidades del bosque. Tras investigar la zona se encontraron las pieles y cuerpos de unos pocos conejos que consiguió cazar. Los mismos serian purificados y enterrados en el santuario como muestra de veneración y las pieles fueron conservadas como reliquias.
Juntos, restauraron la paz y la armonía en el santuario, asegurándose de que ningún ser vivo fuera explotado por intereses egoístas. Los aldeanos se unieron para reconstruir el santuario y lo convirtieron en un lugar sagrado para la adoración y la protección de la naturaleza.
Resulta que hacia algunos días, los aldeanos, fueron aterrorizados por extraños ruidos provenientes de un antiguo santuario ubicado en el corazón del bosque. Temían que un espíritu maligno hubiera invadido el lugar y requería un exorcismo urgente. Las sospechas crecían cuando muchos de los animales de la zona se mantenían alejados del santuario para evitar aproximarse a él. De hecho el misterio comenzó cuando intentando ir a llevar unas ofrendas con una mula de carga, el animal se negó a acercarse más de treinta metros del lugar y dio media vuelta. Cuando intentaron forzar al animal a caminar se escucharon los extraños y aterradores sonidos desde el interior del santuario, lo cual causo que todos los enviados huyeran en pánico. El mismo caso se repitió varias veces cuando los aldeanos intentaban ir a investigar hasta que dictaminaron que debían pedir ayuda.
Y por eso mismo, una vez llegada a la aldea la joven sacerdotisa. Sin perder tiempo, se preparó para la misión y se adentró en el bosque. La niebla espesa y misteriosa envolvía el camino mientras avanzaba hacia el santuario, aumentando la intriga de la situación. Era la típica niebla matinal tras el amanecer por causa del roció, pero no ayudaba a que los aldeanos no añadieran un poco de misticismo al asunto.
Finalmente, llegó al antiguo santuario y sin dejarse amedrentar por los ruidos y golpes que provenían del interior del mismo avanzo sin ningún pudor y se encontró con una sorprendente revelación. En lugar de un espíritu maligno, un enorme oso salvaje había hecho del templo su hogar. El oso, se encontraba comiendo miel proveniente de unas vasijas, lo cual era extraño porque no era algo que alguien quisiera guardar en el lugar. El oso reacciono de forma territorial y agresiva frente a la presencia de Matteyo, era como si quiera proteger su alimento. Pero era una bestia salvaje, no tenia ninguna opción contra un Shinobi con el poder para ver el futuro. La sacerdotisa evito el golpe directo de la bestia y consiguió golpear múltiples veces a la cabeza de la criatura hasta noquearlo.
Entonces la shinobi se puso a revisar el lugar para ver si encontraba algo que le diera una pista de que pasaba allí. Sin embargo, lo que Matteyo no sabía era que detrás de esta situación habia alguien en la sombra que acechaba entre la niebla del bosque. El santuario habia sido saqueado, so no le gustaba en lo más mínimo, pero la presencia del oso para disuadir a la gente de ir era extraña, un ladrón buscaría que se hicieran nuevas ofrendas. Hasta que recordó que este santuario se hizo por la zona en busca de venerar algunos conejos dorados que se les consideraba sagrados por su pelaje y estaban protegidos. Entonces seria cuando saldría del lugar e investigaría un poco en la parte posterior del santuario por el bosque encontrando rastros de caza.
Entonces un hombre saldría a su encuentro apuntando a la joven sacerdotisa con un arco tensando una flecha alegando que no tenia nada en contra de ella pero no podía dejar que se supiera nada de eso. El hombre claramente era algun tipo de cazador o traficante. cuando Matteyo descubrió las intenciones del hombre, decidió poner fin a su malvado plan. Utilizando su destreza como shinobi y sus dotes místicos no tendría problemas en evitar la flecha que disparo, colocándose a su altura y pudiendo noquearlo con facilidad.
Con el hombre noqueado y atado, Matteyo fue a devolver al oso a las profundidades del bosque, aunque le costo un poco de cargar. Tras eso el plan del cazador quedo expuesto. Atrajo a un oso al santuario con miel y algo de carnaza alimentándolo para alejar a los aldeanos y así poder aprovechar y cazar por la zona los conejos sagrados, pero ya estaba todo bajo control. El hombre fue entregado a las autoridades y el oso ahora vivía de nuevo su vida tranquilamente por las profundidades del bosque. Tras investigar la zona se encontraron las pieles y cuerpos de unos pocos conejos que consiguió cazar. Los mismos serian purificados y enterrados en el santuario como muestra de veneración y las pieles fueron conservadas como reliquias.
Juntos, restauraron la paz y la armonía en el santuario, asegurándose de que ningún ser vivo fuera explotado por intereses egoístas. Los aldeanos se unieron para reconstruir el santuario y lo convirtieron en un lugar sagrado para la adoración y la protección de la naturaleza.