Samuru había vuelto a entretenerse mirando los restos de la explosión, analizando los daños producidos por su técnica, a la par que daba vueltas a las múltiples posibilidades a la hora de aplicar la técnica que Muki le había enseñado. Por su puesto, cuando esta pareció preocuparse por su actuación "descerebrada" pasó a prestarla completa atención.
- Tranquila, solo pensaba probar una única vez con esta técnica, no soy nada cercano a un kamikaze, pero agradezco la preocupación - Diría mientras masajeaba la palma de su mano, en donde aún notaba cierto cosquilleo, producto de la cercana explosión - Sinceramente, llevaba bastante tiempo intentando realizarla sin éxito y nuestro entrenamiento me ha ayudado a comprender en donde fallaba; tenía que intentarlo.
Volvió a sonreír cuando la titiritera hizo mención de algún favor futuro, por supuesto no esperaba que toda aquella ayuda hubiera sido gratuita y como ella no había intentado dar esa impresión en ningún momento, no le molestaba en absoluto - Me parece correcto, cualquier relación sana y productiva se basa en uno o varios intercambios positivos para ambos lados. Solo alguien ingenuo o desagradecido esperaría recibir algo a cambio de nada; mientras mi sangre no esté implicada, o no demasiado implicada - añadiría de vuelta a un tono más pícaro e informal - Puedes contar con mi ayuda. Solo tengo dos límites y no pareces del tipo que me obligaría a rozarlos. Por mi parte, quizás vuelva a buscarte en unos meses para mostrar mi progreso. ¿Te parece adecuado?
Dejando sus últimas palabras en el aire y llevado por las costumbres protocolarias que años de "servicios" habían grabado a fuego en su forma de actuar, Samuru alargo la mano buscando sellar el trato, si bien su apretón de manos era algo peculiar. En caso de que le dieran la mano, clavaría la rodilla derecha en el suelo en gesto de respeto, inclinando la cabeza hasta dejar la frente paralela a la mano; aquello era, básicamente un gesto muy usado en la primera "casa" de Samuru, el cual mostraba... respeto a tu maestra. La idea de realizar ese mismo gesto en aquella situación le había resultado demasiado tentadora como para ignorarla; era respetuoso y no propiciaba contacto indeseado alguno, pero también podía ser cómicamente incómodo si quien lo recibía conocía o intuía su significado. Solo esperaba no resultar molesto.
- De nuevo, gracias. Volveremos a vernos maestra - Diría mientras se desprendía de su saludo, cruzando sus manos bajo la túnica, listo para marcharse.
- Tranquila, solo pensaba probar una única vez con esta técnica, no soy nada cercano a un kamikaze, pero agradezco la preocupación - Diría mientras masajeaba la palma de su mano, en donde aún notaba cierto cosquilleo, producto de la cercana explosión - Sinceramente, llevaba bastante tiempo intentando realizarla sin éxito y nuestro entrenamiento me ha ayudado a comprender en donde fallaba; tenía que intentarlo.
Volvió a sonreír cuando la titiritera hizo mención de algún favor futuro, por supuesto no esperaba que toda aquella ayuda hubiera sido gratuita y como ella no había intentado dar esa impresión en ningún momento, no le molestaba en absoluto - Me parece correcto, cualquier relación sana y productiva se basa en uno o varios intercambios positivos para ambos lados. Solo alguien ingenuo o desagradecido esperaría recibir algo a cambio de nada; mientras mi sangre no esté implicada, o no demasiado implicada - añadiría de vuelta a un tono más pícaro e informal - Puedes contar con mi ayuda. Solo tengo dos límites y no pareces del tipo que me obligaría a rozarlos. Por mi parte, quizás vuelva a buscarte en unos meses para mostrar mi progreso. ¿Te parece adecuado?
Dejando sus últimas palabras en el aire y llevado por las costumbres protocolarias que años de "servicios" habían grabado a fuego en su forma de actuar, Samuru alargo la mano buscando sellar el trato, si bien su apretón de manos era algo peculiar. En caso de que le dieran la mano, clavaría la rodilla derecha en el suelo en gesto de respeto, inclinando la cabeza hasta dejar la frente paralela a la mano; aquello era, básicamente un gesto muy usado en la primera "casa" de Samuru, el cual mostraba... respeto a tu maestra. La idea de realizar ese mismo gesto en aquella situación le había resultado demasiado tentadora como para ignorarla; era respetuoso y no propiciaba contacto indeseado alguno, pero también podía ser cómicamente incómodo si quien lo recibía conocía o intuía su significado. Solo esperaba no resultar molesto.
- De nuevo, gracias. Volveremos a vernos maestra - Diría mientras se desprendía de su saludo, cruzando sus manos bajo la túnica, listo para marcharse.
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