El desierto del País del Viento, una inmensa estepa que cubre casi todo lo que la vista alcanza a ver en el horizonte. Solo aquellos que han vivido durante años entre sus dunas son capaces de caminar sin perderse entre la arena; el resto, turistas o nobles, bandidos u oficiales, acabarán más pronto que tarde teniendo que ser rescatados, o muertos ya sea por el excesivo calor del día o la inesperada gelidez nocturna.
Una figura camina con tranquilidad bajo el sol, ya casi completamente oculto en el horizonte. La misma va cubierta con un telar blanco que le ayuda a repeler gran parte del impacto del astro rey, así como un gran sombrero de paja con un tratamiento especial para ayudarle en su travesía. Samuru, que es la figura oculta por aquel cúmulo de ropa, ha terminado con una reciente misión que le ha sido adjudicada por Konohagakure en aquel lugar perdido de la mano del hombre, una tierra a día de hoy inhóspita y sin casi habitantes; Y también, su antiguo hogar. Por eso sabe por dónde moverse, por lo mismo que el desierto parece serle tan indiferente como a los habitantes residuales de aquella zona. Su objetivo se encuentra en algún lugar entre las dunas, cerca de lo que siglos atrás era un pequeño monte, ahora cubierto y degradado por las incesantes tormentas de arena, que han dejado de él poco más que un pico de tres o cuatro metros que nadie, salvo fortuna o saber lo que buscas, sería capaz de ver entre las dunas que lo ocultan.
Finalmente, tras unas horas de búsqueda incesante, el titiritero acaba encontrando aquel pico justo donde él creía recordar que se encontraba "Quizás mi sentido de la orientación en este entorno sí que se ha visto algo afectada tras tantos años..." Bajo las distintas capas de protección, Samuru se permite sonreír para sí mismo, con más pena que entusiasmo por finalmente haber logrado encontrar aquel lugar.
Mientras camina hasta estar a suficiente distancia como para tocar la piedra que compone aquella estructura, recuerdos del pasado vuelven lentamente a su memoria. Se ve a sí mismo caminando por aquel lugar, rebuscando entre la piedra hasta encontrar un peculiar agujero en la pared de piedra; su joven yo, introduce dos dedos en el mismo y, de un solo gesto, algo empieza a moverse. Por su parte, el actual Samuru tarda un par de segundos más en encontrar el orificio, ahora cubierto de tierra y arena por completo; realiza un sello y con su dedo extendido hacia la piedra, lanza un chorro de aire a presión dentro del hueco, haciendo que toda la arena sea expulsada. Entonces introduce sus dedos y, lanzando un fino hilo de chakra, tira de un pequeño dispositivo oculto en el mismo, produciendo un sonoro "clic".
Una de las rocas empieza a vibrar, pero necesita de la ayuda del shinobi (en forma de patada) para desprender la arena que se ha filtrado en su mecanismo y finalmente retirarse lentamente hasta dejar acceso a una cueva oculta en medio del desierto. Sin perder más el tiempo, la figura se retira el sombrero de paja y se adentra en la cueva; a su espalda, la piedra vuelve a su posición inicial, sin dejar rastro alguno de la entrada.