Respecto al panorama de hoy, no hay nada planeado en concreto. A priori, se reunirá con uno o más compañeros de la aldea. Aunque muchos ninjas le desagraden por pertenecer a las filas de ideología diferente a la suya, con el tiempo fue capaz de conocer individuos que no fueran de ese bando. Obviamente, no conoce a todos. Es más, hasta existe la posibilidad de que hoy se tope solo con desconocidos y ninguno de sus conocidos aparezca. Estos pudieron morir mientras él estaba ausente, en un mundo ninja todo es capaz.
Mientras caminaba por las calles, miraba a su alrededor. Si era sincero, no le gustaba. El salir de la aldea le servía para ver panoramas mucho más agradables, que le animaban un poco y así no mostraba esa actitud tan seria la mayoría del tiempo. Sus pasos le llevaron a una zona algo alejada del público civil. Si tendría que esperar a que alguien más llegue, prefería un sitio tranquilo, aunque tampoco se quedaría sin hacer nada. Desde pequeño tiene un lugar predilecto para entrenar. Los árboles en el País de la Tierra no eran los más bonitos, pero al menos tenían su utilidad.
Ahí fue cuando Katsuya enseñó el vendaje que tenían sus puños y comenzó a golpear con fuerza el tronco de un árbol. Este vibraba y se tambaleaba un poco, provocando que las poquísimas hojas que tenía cayeran al piso. Podía parecer una práctica rudimentaria, pero a veces lo simple termina siendo lo más efectivo. Aunque ha aprendido formas de mejorar más avanzadas o contemporáneas, él prefiere siempre seguir sus propios métodos. Su camino lo escribe él e incluso él decide el lápiz o la tinta que se usará.
— Me pregunto si es muy temprano. — Ni tanto, los relojes ya marcaban las 09:00.