¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON! ¡PON!
Era el eco que se escucha de forma casi interminable por aquellos pasillos solitarios, o incluso más allá del pasillo, ya que, aquel día el terreno de la academia se encontraba totalmente solitario, ¿Esto quizás porque era sábado? O ¿Por qué no eran ni las seis de la mañana? La verdad es que eso realmente no importaba, pues aquellos sonidos de golpes secos definitivamente no se reproducían solos. Así que, siguiendo el origen de aquel sonido de golpes secos, nos llevaría a las puertas de aquello que sería el salón de prácticas, o bueno, mejor dicho, el terreno de prácticas, ya que el interior del lugar era realmente inmenso, y, aun así, el eco de aquellos golpes aun salía por aquel espacio dejado por una puerta mal cerrada.
En el interior del lugar, se podían distinguir cuatro figuras, tres de ellas rodeando a una figura en el centro, la cual se movía con gran agilidad y velocidad, al mismo tiempo en que golpeaba a las otras tres figuras que le rodeaban, los golpes sobre aquellas figuras resonaban con fuerza, aquel sonido delataba a aquellas figuras, pues quienes hubiesen entrenado con dedicación, sabrían que aquel sonido se producía al golpear a los muñecos de práctica, los cuales estaban hechos de madera. Por otro lado, aquella figura que se encontraba entre aquellos muñecos tenía un toque distintivo, o más bien, llamativo, algo que era incapaz de pasar desapercibido, y aquello no era más que, una larga y platinada cabellera, algo no tan común o por lo menos lo suficientemente extraño como para ser llamativo.
Quienes se acercarán, si es que hubiese alguna persona capaz de estar en aquel lugar antes de las seis de la mañana, notarían al irse acercando, como aquella figura que antes no tenía nada más que sus cabellos para resaltar, iría lentamente revelándose, de una figura irreconocible a la silueta de una mujer, y mientras más se acercaran más reconocible seria, aunque es algo obvio, y ni tendría que decirlo, en fin; Aquella silueta finalmente detendría su movimiento, deteniéndose justo en medio de los tres muñecos e inclinando su cuerpo hacia delante, al mismo tiempo en que colocaba ambas manos sobre sus rodillas, haciendo que aquella larga cabellera terminase cubriendo su rostro. En su cuerpo se notaba el trabajo realizado, ya que el mismo se encontraba completamente cubierto de su sudor, aquel top deportivo negro, y sus shorts no eran la excepción.
Aun...tengo...mucho...por hacer. -Decía con voz jadeante- Animo... ¡REIKA!
Exclamo con fuerzas, pues era su forma de auto motivarse a sí misma, sin embargo, no abandonaba aquella posición en la que se encontraba, su cansancio era notable, quizás tomarse un pequeño descanso no fuese mala idea, ya que si se trabaja en exceso puede ser contraproducente.
Solo unos minutos, un descanso de solo unos minutos.
Era el eco que se escucha de forma casi interminable por aquellos pasillos solitarios, o incluso más allá del pasillo, ya que, aquel día el terreno de la academia se encontraba totalmente solitario, ¿Esto quizás porque era sábado? O ¿Por qué no eran ni las seis de la mañana? La verdad es que eso realmente no importaba, pues aquellos sonidos de golpes secos definitivamente no se reproducían solos. Así que, siguiendo el origen de aquel sonido de golpes secos, nos llevaría a las puertas de aquello que sería el salón de prácticas, o bueno, mejor dicho, el terreno de prácticas, ya que el interior del lugar era realmente inmenso, y, aun así, el eco de aquellos golpes aun salía por aquel espacio dejado por una puerta mal cerrada.
En el interior del lugar, se podían distinguir cuatro figuras, tres de ellas rodeando a una figura en el centro, la cual se movía con gran agilidad y velocidad, al mismo tiempo en que golpeaba a las otras tres figuras que le rodeaban, los golpes sobre aquellas figuras resonaban con fuerza, aquel sonido delataba a aquellas figuras, pues quienes hubiesen entrenado con dedicación, sabrían que aquel sonido se producía al golpear a los muñecos de práctica, los cuales estaban hechos de madera. Por otro lado, aquella figura que se encontraba entre aquellos muñecos tenía un toque distintivo, o más bien, llamativo, algo que era incapaz de pasar desapercibido, y aquello no era más que, una larga y platinada cabellera, algo no tan común o por lo menos lo suficientemente extraño como para ser llamativo.
Quienes se acercarán, si es que hubiese alguna persona capaz de estar en aquel lugar antes de las seis de la mañana, notarían al irse acercando, como aquella figura que antes no tenía nada más que sus cabellos para resaltar, iría lentamente revelándose, de una figura irreconocible a la silueta de una mujer, y mientras más se acercaran más reconocible seria, aunque es algo obvio, y ni tendría que decirlo, en fin; Aquella silueta finalmente detendría su movimiento, deteniéndose justo en medio de los tres muñecos e inclinando su cuerpo hacia delante, al mismo tiempo en que colocaba ambas manos sobre sus rodillas, haciendo que aquella larga cabellera terminase cubriendo su rostro. En su cuerpo se notaba el trabajo realizado, ya que el mismo se encontraba completamente cubierto de su sudor, aquel top deportivo negro, y sus shorts no eran la excepción.
Aun...tengo...mucho...por hacer. -Decía con voz jadeante- Animo... ¡REIKA!
Exclamo con fuerzas, pues era su forma de auto motivarse a sí misma, sin embargo, no abandonaba aquella posición en la que se encontraba, su cansancio era notable, quizás tomarse un pequeño descanso no fuese mala idea, ya que si se trabaja en exceso puede ser contraproducente.
Solo unos minutos, un descanso de solo unos minutos.