La misión para Gojo consistía en la recolección de hierbas medicinales en el bosque cercano a Konoha. Era un día soleado en la aldea oculta entre las hojas mientras Gojo se preparaba para emprender su tarea. Ataviado con su atuendo usual, ajustó la mochila en su espalda y se aseguró de tener todo lo necesario: herramientas de recolección, una lista detallada de las hierbas requeridas y provisiones para el camino. Con paso decidido, se adentró en el denso follaje del bosque. Las sombras de los árboles se entrelazaban en el suelo, creando un ambiente misterioso y cautivador. Aunque Gojo había explorado estas tierras en múltiples ocasiones, cada visita le brindaba la oportunidad de descubrir nuevos rincones y secretos naturales.
Su poder ocular como miembro del clan Hyuga le permitía percibir incluso los cambios más sutiles en el entorno. Sus ojos blanquecinos debido a su Doujutsu activo escudriñaban el bosque en busca de las hierbas medicinales requeridas, mientras su Byakugan le proporcionaba una visión privilegiada de los alrededores. Con su campo de visión expandido, era capaz de detectar cualquier variación en la vegetación. Pronto, Gojo encontró las primeras hierbas en su lista: hojas de salvia sagrada. Eran conocidas por sus propiedades curativas y su capacidad para aliviar el dolor. Con movimientos precisos, extrajo las hojas y las colocó con cuidado en su mochila. Cada movimiento era lento y deliberado, ya que debía asegurarse de no dañar las plantas ni alterar su entorno natural.
— Esto no deberia ser dificil, solo tomara algo de tiempo. —
Gojo continuó su travesía, siguiendo senderos estrechos y explorando los recovecos del bosque. Cada paso era una danza fluida y silenciosa, en armonía con la naturaleza que lo rodeaba. A medida que avanzaba, encontró una gran variedad de hierbas medicinales: raíces de ginseng, flores de lavanda y bayas de enebro. Cada una de ellas tenía propiedades únicas. Sin embargo, la tarea resultó ser más desafiante de lo que Gojo había anticipado. Algunas hierbas estaban ocultas bajo densos matorrales, mientras que otras solo crecían en áreas de difícil acceso. Afortunadamente, su destreza le proporcionaba la agilidad y la fuerza necesarias para sortear los obstáculos que se interponían en su camino. Saltaba entre las ramas bajas de los árboles y se deslizaba por el suelo, evitando trampas naturales y obstáculos en su búsqueda constante de hierbas valiosas. Mientras avanzaba, Gojo se encontró con un pequeño riachuelo que serpenteaba por el bosque. Sabía que las hierbas medicinales a menudo crecían cerca del agua, por lo que decidió explorar la zona con especial atención. A lo largo de la orilla, encontró helechos con propiedades antiinflamatorias y raíces de loto utilizadas para tratar enfermedades respiratorias. Con sumo cuidado, las recolectó y las añadió a su mochila, siempre consciente de no dañar el delicado equilibrio del ecosistema circundante. El sol comenzaba a descender en el horizonte cuando Gojo finalmente completó su tarea. Su mochila estaba repleta de hierbas medicinales preciosas y su espíritu estaba lleno de satisfacción. Sabía que su esfuerzo ayudaría a los médicos de Konoha a tratar a los heridos y a mantener a salvo a los shinobis de la aldea.
— Bien creo que esto es mas que suficiente, hora de volver. —
Con paso tranquilo y decidido, regresó a Konoha. Al llegar al centro de la aldea, se dirigió al departamento médico, donde entregó las hierbas al encargado. El rostro del médico se iluminó al ver la valiosa cosecha y expresó su gratitud hacia Gojo por su arduo trabajo y dedicación. Gojo se retiró con una sonrisa de satisfacción en su rostro, sabiendo que había cumplido con su deber como imperial y había contribuido al bienestar de su comunidad.
Su poder ocular como miembro del clan Hyuga le permitía percibir incluso los cambios más sutiles en el entorno. Sus ojos blanquecinos debido a su Doujutsu activo escudriñaban el bosque en busca de las hierbas medicinales requeridas, mientras su Byakugan le proporcionaba una visión privilegiada de los alrededores. Con su campo de visión expandido, era capaz de detectar cualquier variación en la vegetación. Pronto, Gojo encontró las primeras hierbas en su lista: hojas de salvia sagrada. Eran conocidas por sus propiedades curativas y su capacidad para aliviar el dolor. Con movimientos precisos, extrajo las hojas y las colocó con cuidado en su mochila. Cada movimiento era lento y deliberado, ya que debía asegurarse de no dañar las plantas ni alterar su entorno natural.
— Esto no deberia ser dificil, solo tomara algo de tiempo. —
Gojo continuó su travesía, siguiendo senderos estrechos y explorando los recovecos del bosque. Cada paso era una danza fluida y silenciosa, en armonía con la naturaleza que lo rodeaba. A medida que avanzaba, encontró una gran variedad de hierbas medicinales: raíces de ginseng, flores de lavanda y bayas de enebro. Cada una de ellas tenía propiedades únicas. Sin embargo, la tarea resultó ser más desafiante de lo que Gojo había anticipado. Algunas hierbas estaban ocultas bajo densos matorrales, mientras que otras solo crecían en áreas de difícil acceso. Afortunadamente, su destreza le proporcionaba la agilidad y la fuerza necesarias para sortear los obstáculos que se interponían en su camino. Saltaba entre las ramas bajas de los árboles y se deslizaba por el suelo, evitando trampas naturales y obstáculos en su búsqueda constante de hierbas valiosas. Mientras avanzaba, Gojo se encontró con un pequeño riachuelo que serpenteaba por el bosque. Sabía que las hierbas medicinales a menudo crecían cerca del agua, por lo que decidió explorar la zona con especial atención. A lo largo de la orilla, encontró helechos con propiedades antiinflamatorias y raíces de loto utilizadas para tratar enfermedades respiratorias. Con sumo cuidado, las recolectó y las añadió a su mochila, siempre consciente de no dañar el delicado equilibrio del ecosistema circundante. El sol comenzaba a descender en el horizonte cuando Gojo finalmente completó su tarea. Su mochila estaba repleta de hierbas medicinales preciosas y su espíritu estaba lleno de satisfacción. Sabía que su esfuerzo ayudaría a los médicos de Konoha a tratar a los heridos y a mantener a salvo a los shinobis de la aldea.
— Bien creo que esto es mas que suficiente, hora de volver. —
Con paso tranquilo y decidido, regresó a Konoha. Al llegar al centro de la aldea, se dirigió al departamento médico, donde entregó las hierbas al encargado. El rostro del médico se iluminó al ver la valiosa cosecha y expresó su gratitud hacia Gojo por su arduo trabajo y dedicación. Gojo se retiró con una sonrisa de satisfacción en su rostro, sabiendo que había cumplido con su deber como imperial y había contribuido al bienestar de su comunidad.