Después de una mañana tranquila, en la que por primera vez en muchas semanas Samuru ha podido tomarse el suficiente tiempo para realizar su ritual matutino sin presión, el marionetista había tomado su equipo ninja y, revisando una vez más la nueva misión que le había sido asignada, marchó en dirección, una vez más, a la capital del país del fuego.
Al parecer la aldea había decidido que, en un caos de guerreros sedientos de sangre, el joven perteneciente al país del Viento era, de hecho, una buena elección a la hora de misiones que implicaran un mínimo carácter diplomático. Había ocurrido con la escolta humana hace meses, ocurrió de nuevo con las investigaciones en el mercado y finalmente, tras varias misiones intermedias in importancia, volvería a ocurrir aquel día, en el cual sería elegido para realizar una escolta casual en un evento al que acudiría gran parte de la nobleza del país.
Para la caída del sol, varias horas más tarde, el shinobi ya había llegado a su destino, deteniéndose ante un gran edificio decorado con todo tipo de luces y colores festivos "Con semejante despliegue no me extraña que contraten a ninjas como vigilantes... Básicamente se están poniendo una diana en la cara; pero supongo que tienen suficiente poder y recursos como para no importarles en lo absoluto".
Samuru se vio detenido justo antes de entrar por un par de guardas, más grandes que intimidantes, a la espera de que les fuera entregada algún tipo de invitación. En su lugar, el shinobi sacó el pergamino de su misión y se lo mostró a los gorilas, que, tras sorprenderlo demostrando capacidad para leer el contenido del mismo, le dejarían pasar sin más distracciones que las conllevadas del tiempo que gastarían en entregarle un paquete que, al parecer, entregaban a todos los ninjas asistentes. "Está bien ver a matones de alto standing de vez en cuando, podría acostumbrarme". Sin embargo, su complacencia desapareció en cuanto abrió el paquete que le había sido entregado y vio en su interior una máscara de porcelana completamente plana, sin decoraciones o coloreado de color alguno "Supongo que la idea es que, con esto puesto, ahí dentro todos seamos exactamente iguales, a excepción de aquellos cuya existencia celebramos... Ególatra, pero previsible". Una sonrisa recorrió su rostro ante la aparición de una idea incendiaria "De acuerdo, si tanto lo desean, cubriré mi rostro". Guardando su máscara en el interior de la chaqueta, realizó unos sellos con rapidez mientras continuaba andando hacia la sala de festividades.
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