Las dunas | Rogu
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Temperaturas infernales durante el día. Por debajo del cero por las noches. Las dunas del Desierto Infernal hacían honor a su nombre para los que las atravesaban por primera vez y no disponían de alguien que pueda guiarlos. Incluso para los que están acostumbrados a atravesarlas, las condiciones del terreno y la escasez de lugares donde reabastecerse de agua, hacen que su travesía se convierte en un desafío hasta para los lugareños.

— Menudo desgraciado que estoy hecho — Tres días son los que Raito lleva caminando sin rumbo a través de las dunas del Desierto. Una tormenta de arena lo sorprendió mientras descansaba durante su segunda noche en el desierto, desde entonces se había visto obligado a avanzar sin rumbo mientras consumía lentamente los escasos víveres y agua que había podido rescatar. Castigado por el calor y la escasez de víveres que sufre, arrastra los pasos mientras avanza sobre las abrasadoras arenas con la esperanza de encontrarse con uno de los famosos oasis ocultos tras la siguiente duna. — Maldita sea... ¿Por qué no pude nacer como uno de esos molestos niños mimados que viven en las ciudades? ¿Así es como voy a acabar después de todo lo que he peleado por sobrevivir? — Raito siente una mezcla de frustración e impotencia mientras le cuesta cada vez más mantenerse en pie, el simple e improvisado turbante que cubría su cabeza estaba empapado y sus brazos al Sol mostraban un molesto y ya resaltado sarpullido en las zonas castigadas por los rayos del gran astro que se levantaba sobre su cabeza.

— Desaparecer malditos pájaros... No estoy muerto, todavía no estoy muerto... — Con la garganta seca debido a que había acabado con sus últimas reservas de agua al final de la tarde del día anterior, al mirar al cielo comienza a ver algo que le parece la silueta de las aves carroñeras sobrevolando el moribundo paso de su próxima comida. Apenas y puede balbucear cuando se tropieza para caer de boca sobre las finas y ardientes arenas, lejos de poder levantarse, lo único que hace es rodar siguiendo la pendiente inclinada por la que había tratado de ascender durante la última media hora. Al final llega al punto que había tenido como partida hacía ya una hora, la base de la gran duna por la que había intentado ascender hace las veces de improvisado colchón para un cansado Raito, rendido al calor infernal y a la escasez de líquido. — ¿Así es como voy a morir? Al final no soy más que uno de esos ilusos soñadores... Un idiota con la boca demasiado grande — Rendido y sin fuerzas, permanece tirado en el suelo mientras los párpados comienzan a cerrársele mientras sus últimas fuerzas lo abandonan.
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Un nuevo sol, un nuevo dia... Bueno, el sol no es nuevo es el de siempre y aunque el dia si es nuevo también es un dia como muchos otros entre la familia Midoriya. Este trio de Jinsoku se les fue encargado llevar algunos paquetes a una aldea improvisada en el País del Viento, donde la yakuza gobierna pero no de forma ruda, pues, la gente vive normal con comida, agua y diversión pero todo aquel que se pasara listo seria comida de buitres.

Pero eso no era asunto de la familia y como Rõgu desconocia dicha información no era necesario intentar encontrar una solución. La cosa es, que en su camino en aquel infernal desierto donde hasta el mas rudo cae por culpa del extremo calor se encontraron a un tipo moribundo.

Grande, fuerte y hasta guapo, pero obviamente un novato. No traía ropa adecuada ni una mochila con lo necesario, su piel describía el tiempo que llevaba perdido y bueno, los buitres de hecho declaraban que se había desmayado solo unos segundos.

Muy bien hay que ayudarlo-rápidamente Rõgu tomó su crema para las quemaduras que también funcionaba como protector, una toalla y agua. Con el agua empapó la toalla y refresco el cuerpo del desconocido mientras su madre usaba una sombrilla para cubrir el sol. Rõgu fue gentil y tras acabar pasó a alejarse un poco para que su padre aplicara la crema al moribundo, su padre tenia mas experiencia por lo que tenia mas tacto.

Obviamente despertarlo no era una opción ahora por lo que pasaron a montar su camilla desplegable y cargaron al hombre. No estaban muy lejos de aquel pueblito por lo que no hubo mucho problema. Al final, lograron dejarlo en un area medica donde con aldo de viento y cubitos de hielo pudieron salvarlo de la insolación. Apenas despertara veria a Rõgu un vaso de agua no tan fria y una mandarina.

No te preocupes de nada, toma esto y come esto. Necesitas hidratarte y subir tus defensas, si quieres mas avisame. Oh y si tienes hambre aquí te guardé arroz con curry semidulce de esta tarde-eran casi las 3:40 de la tarde y los padres del muchacho se habian ido a entregar los paquetes no hace mucho por lo que debian regresar pronto.
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Raito estaba tumbado sobre un esponjoso suelo, notaba como algo le hacía cosquillas por todo su cuerpo, pero al girarse para ver qué podría ser no veía nada más que un amplio colchón de sábanos blancas. Aún así sentía como estaba siendo "tocado" por algo invisible. Al no ver nada y no sentirse mal para nada, se deja llevar y acomoda su cabeza sobre una suave y fresca almohada. Mira hacia arriba y observa como el cielo es color rosa y unos pájaros de aspecto gentil sobrevuelan su posición, cada vez más cerca de su rostro. Comienza a sentir una sensación de alivio en sus brazos y piernas cuando la imagen de los pájaros es opacada por una especie de esfera azulada en la que es envuelto. Apenas unos segundos después de verse envuelto por esa extraña barrera, comienza a flotar y moverse completamente de espaldas. No entiende nada, pero se siente a gusto y mejor que antes de que todo comenzara a pasar, por lo que cierra los ojos y se deja llevar.

— ¿Qué me ha pasado? — Cuando Raito intenta abrir los ojos todo se vuelve completamente oscuro y las sensaciones que había estado sintiendo lo abandonan de golpe. No sintiéndose completamente mal, pero tan bien como en el sueño en el que parecía haber caído — ¿Dónde estoy? Y... ¿!Quién eres tú?¡ — Lo primero que se encuentra Raito cuando es capaz de abrir los ojos, es que se encuentra tumbado en un catre situado en una especie de tienda, la cuál era completamente desconocida para él. Además, a una distancia muy cercana de su rostro se encuentra con el de un desconocido joven, quién le ofrece una bebida y algo que llevarse a la boca.

— Muchas Gracias — Al reincorporarse, siente varios pinchazos que recorren sus brazos y espaldas, donde observa un sarpullido rojizo con no demasiada buena pinta. — ¿Dónde estoy? ¿He soñado todo lo demás? — Todavía aturdido, menciona en voz alta lo primero que se le viene a la mente.
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Actuar rápido es el lema de esta familia, comunmente actuar rápido siempre es mejor y este era un caso que lo dejaba bien en claro. La rápida atención y traslado que la familia le otorgó al hombre lo salvaria de morir en el calor del desierto.

Claro, tampoco hacen milagros por lo que el pobre hombre se quedó con varias quemaduras en su cuerpo, pero nada que el tiempo no cure. Rõgu por cierto, esperaba el despertar de aquel desconocido y cuando al fin lo hizo buscó ser amable, aunque claro, el despertar del extraño fue algo alarmante pero pronto lo asimiló todo.

Tranquilo. Todo está bien. Te encontramos en el desierto, casi mueres. Pero te trajimos a este pueblo y estas fuera de peligro. Mi nombre es Rõgu Midoriya, mucho gusto. Quedate aqui hasta que mejores ¿vale?-no era una orden pero era un buen consejo desde el corazón.

Esperar a nuevas preguntas o peticiones no seria molesto y el muchacho haria todo por aliviar al pobre hombre, su afinidad a ayudar era increblentable.
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Con el paso de los segundos, el ritmo de los latidos del corazón de Raito va cesando hasta alcanzar unos números más normales. Ya más tranquilo, toma el vaso con ambas manos, pues sus manos todavía estaban temblorosas. Da un gran sorbo del agua que el muchacho le había ofrecido. — Muchas gracias, pero, ¿Dónde estoy exactamente? ¿Logré salir del desierto? — Después de beber agua, lo que más le preocupa es conocer su ubicación actual.

El enrojecimiento en sus brazos, cuello y rostro son la prueba definitiva de que las palabras de Rogu eran bastante cercanas a la realidad. Para Raito había pasado una eternidad desde que se había adentrado en las dunas del Desierto y una tormenta de arena lo había sorprendido. — Yo soy Raito — Con la calma y la tranquilidad llega la sensación de pesar y resignación ante la imposibilidad de siquiera lograr hacer algo por sí mismo. Había abandonado una vida de maltratos, robos y muertes cada día para ni siquiera ser capaz de valerse por sí mismo.

— Dime Rogu, ¿Conoces algún medio de abandonar este País? — Una huida hacia delante, esa había sido la elección que Raito había hecho en su momento. Y llegado a este punto, la única vía de escape que veía era la de abandonar el País en el que había estado desde que tenía memoria, uno que para él había caído en la más baja inmundicia.

— Hablo —
— Pienso —
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No, apenas ibas por la mitad. Y estas en un pequeño pueblo del pais del viento, alejado de lad ruinas de Suna-el pueblo tenía un nombre raro que en esos momentos Rõgu no se acordaba. Le sabía mal explicarle eso al hombre, pues sonaba como si hubiera perdido de forma atroz, asi que se rascaba la cabeza y hablaba un poco titibeante. Pero al menos se le entendía lo qie decia.

El hombre se llamaba Raito y queria salir de Sunagakure ¿acaso huia de alguien? Bueno, eso no era algo que al muchacho le importara, el ayuda a todos-Claro que sé. Mi familia y yo vamos y venimos muy seguido ¿por que no nod acompañas hasta el País de las aguas termales? Llevaremos mercancia asi que saldremos de este Pais pronto. Oye... Si no tienes a donde ir podrías trabajar con nosotros, nunca nos quedamos en un solo sitio mucho tiempo asi que podrás ver todo el mundo y encontrar un hogar-no seria el primero en unirse a la familia solo para ir a otro País, muchos buscaban los servicios de los Jinsoku para un viaje rápido y seguro, con tantos cazarecompensas por ahí era mejor ir acompañados.

Los padres de Rõgu llegaron luego y saludaron a Raito para preguntarle como estaba. Dependiendo la decisión y disposicion del hombre marcharian llegada la noche.
Pasivas
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— Con que ni la mitad... — Es desalentador para Raito escuchar que apenas y había sido capaz de alcanzar la mitad de la extensión del abominable mar de dunas que se extiende en todas las  direcciones hacia la que pueda mirar. Aunque por otra parte esta era la ocasión en la que había conseguido llegar más lejos. Estaba huyendo, pero no huía de nadie en particular. Estaba huyendo de ese lugar, harto de vivir una vida que sentía no le pertenecía.

— ¿Haríais eso por mí? Puedo realizar cualquier tipo de trabajo que sea necesario, lo haré con gusto — Cuando escucha la proposición de Rogu, Raito siente un impulso en su interior, tanto que casi se levante del catre que estaba ocupando. Al final no lo hace, pues una punzada de dolor recorre su espalda debido a las quemaduras y a la falta de energía que sufre.

— Aunque ahora la verdad no estoy muy seguro de si podría... — Al percatarse de su estado físico, Raito vuelve a decaer ligeramente. Por muchas ganas que pusiera, por mucho que se sobreponga al dolor punzante que siente en sus extremidades y espalda por las quemaduras. Su desempeño no sería el más óptimo y eso lo hace sentir un "mentiroso" al ofrecerse con tanto entusiasmo. Del lugar que viene los mentirosos no salen muy bien.
— Hablo —
— Pienso —
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Las dunas del País del Viento son un mar de arena que parece infinito, no por nada muchos llaman a esos lares un infierno en vida en donde mas de uno se pierde al no tener nada que los oriente, por las tormentas de arena que pueden tragar a una persona o por los "carroñeros" que pasean por el desierto con la unica intención de robarle a los viajeros heridos.

Raito había tenido mucha suerte, no solo estaba cerca de un pueblo, también fue encontrado por la familia Midoriya. Y ahora con una oferta de trabajo vigente solo debía recuperarse de sus quemaduras-Tranquilo, no te esfuerces tanto. Esperaremos a tu recuperación y en cuanto al trabajo ya veras que es sencillo-Rõgu no quería que Raito acabara lastimandose y creía en él para que lograra aprender las capacidades de navegación y ultra velocidad de los Jinsoku.

Midoriya se retiró para que el hombre descansara y todos los dias pasaba a saludarlo y traerle comida. Hasta que un dia Raito ya estaba como nuevo y la familia de Rõgu ya habían empacado todo para comenzar su viaje.

Ok, salgamos de Suna y vayamos al Pais de las aguas termales. Y no te preocupes nos adaptaremos a tu velocidad-además, había la posibilidad de ponerlo en la mochila de carga y ya, esta mochila es un asiento con conturon y una especie de sombrilla, es el que usa la familia para llevar gente de un lado a otro como un servicio de transporte.
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Raito comprendía que en su estado actual no haría más que entorpecer la marcha del grupo y acepta son resignación esperar unos días más hasta recuperarse por completo, había sufrido deshidratación por falta de agua y alimento, su cuerpo estaba débil y por cada intento que hacía de moverlo sentía un latigazo en el lado contrario al que quería mover.

Los días pasan y poco a poco las fuerzas de Raito van regresando, hasta llegar al punto en que está listo para reanudar la marcha. Se siente bastante descolocado cuando le comentan que se adaptarían a su velocidad, sin comprender muy bien a qué se están refiriendo — ¿Tan lento parezco? — No es que se considerara alguien "rápido" pero tampoco se consideraba alguien muy lento o falto de resistencia, que hiciera que el grupo se tuviera que detener a cada rato.

— ¿Y ahí quién va? — Raito pregunta con curiosidad cuando ve por primera vez la mochila de carga, con el asiento en lo alto. Según  había entendido la familia de Rogu vivía del transporte de materiales y su comercio, aunque quizás se había equivocado y también transportaban personas. Con esa idea en la cabeza es que se apura para unirse a la improvisada "caravana".
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Ahí van las personas que pagan nuestro sistema de transporte. Aunque aveces también van personas heridas, enfermas o muy viejas que conocemos en el camino y ayudamos-Rõgu explicó orgulloso por su trabajo, era un trabajo duro y casi sin descanso pero ayudar a otros era gratificante y bueno, conocer otros paises también, mas en medio de una festividad, si, son cosas que en Suna no hubiera experimentado.

La familia Midoriya viajarian con Raito, logrando salir del País del Viento, explorando el Pais de la Lluvia y al final llegando al Pais de las Aguas Termales. Fue un viaje de varios dias, la familia se habia tardado el doble de lo acostumbrado pero al menos habían pasado agradables tardes y noches.

En el País de las Aguas Termales lograron descansar de forma muy comoda, disfrutando de las termas y la comida local. También consiguieron trabajo para el País del Fuego, solo era paquetes pero era el primer trabajo de Raito y el primero no se olvida.

Raito se iria acostumbrado poco a poco y sería considerado otro miembro de la familia, nada lo detenía a tomar su propio rumbo pero aquellos Jinsoku disfrutaban de su compañia, además tener otro hombre libraba al cansado padre de llevar la silla de transporte, una tarea que compartia con su hijo obviamente.
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— Entiendo... — Raito asiente ligeramente mientras sigue la explicación de Rogu y se imagina como debe de ser tener el dinero suficiente para contratar que alguien te "transporte". — Antes de la guerra esto sería bastante normal — Para alguien que había crecido en un ambiente "hostil" donde sino eras lo suficientemente fuerte para valerte por ti mismo, acabas siendo devorado por otros.

Raito se sorprende cuando a los pocos días dejan las tierras secas y áridas del País del Viento y entran en las verdes tierras del País de la Lluvia. Jamás en su vida, Raito había visto tanta agua en un mismo lugar. Ni siquiera había visto de llover tanto como lo que llueve en ese lugar. Después llega el País de las Aguas Termales, donde por primera vez se baña en aguas termales de "verdad". Fueron días de duro trabajo y largas caminatas, mientras más estaba con la familia de Rogu más sentía que los "retrasaba" pues había momentos en los que parecían olvidarse de que él estaba allí y el ritmo que pasaban a marcar acababa siendo infernal para él.

Antes de separarse de ellos, los acompañaría al País del Fuego para realizar su primer y único trabajo. Ayudando con las tareas de carga y "tirando del carro", aliviando el trabajo del padre de Rogu y el propio Rogu. Al final, cuando completan ese encargo, los caminos de Raito y la familia de Rogu se separan. Raito lo agradecido, pues gracias a ellos es que ha podido conocer el mundo fuera de la Ciudad en Ruinas, además de abrirle la puerta a nuevos lugares.

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