Última modificación: 21-05-2023, 08:07 PM por Gea.
Era cierto que todo aquello había salido fatal, que todas y cada una de las cosas que podían haber salido mal, fueron las ocurridas. Yugure está rota, al menos por el momento, dos de nuestros miembros estaban frente a mí, envueltos en mantas y cuyos cuerpos ya no tenían vida. Cerré los ojos y me dejé llevar, sabía que sus cuerpos sin vida serían usados en un futuro, pero por lo pronto y lo que a mí me correspondía, una ristra de sellos en mis manos correría cuenta de una de las técnicas de mi rama médica más oscura con la cual encontraría la paz y la perseverancia en mis actos.
En el centro de aquella sala estaríamos tan solo tres entes, las dos muertas y yo, y ahora, un sello gran de tres por tres encandilaría el cuerpo de la joven ninja de las sombras. Su cuerpo estaría envuelto por una manta pero sabría que era ella por haberlo asegurado para no equivocarme en el intento. El chakra comenzaría a fluir y el tiempo pasaría, los segundos fueron rápidos y sencillos. Una lágrima caería de mi rostro pudiendo sentir el dolor que habían sentido ambas mujeres antes de encontrar la muerte en manos de aquel ataque por parte de uno de los shinobis del Agua. – Os prometo que os vengaré, vengaré vuestras muertes mientras que aplasto a esas cucarachas – Expresé mientras que apretaba los dientes y sentía el chakra fluir por mi cuerpo. Los anclajes que atrapaban mi cuerpo al lugar terrenal todavía seguían perceptibles y ahora más con aquel don que se me había dado.
Kureha Nara, una gran luchadora que ahora formaba parte de mi cuerpo. Cuando los minutos fueron pasando y la técnica surgiese efecto, un gran chakra empezaría a notar en el interior de mi cuerpo, bañándose con el mío y fusionándose en uno. Mis ojos se tornaron blancos por un par de segundos y cuando la técnica finalizase, respiraría fuerte y rápido. Habilidades como la que había ejecutado eran casi prohibidas, algo así como magia nigromántica que estaba mal vista, pero me daba igual. Ahora podía decir que tenía técnicas de Konohagakure. Sonreí, y la sonrisa no duró más que un par de segundos. No me podía sentir alegre, no desde luego después de haber usado la muerte de una compañera para hacerme más fuerte. – Espero recompensártelo pisando con todas mis fuerzas al capullo que te mató – Expresé mirando la manta que envolvía el cuerpo de Kureha. Acto seguido, me di la vuelta y me marché. Necesitaba respirar y descansar después de aquel ritual.
En el centro de aquella sala estaríamos tan solo tres entes, las dos muertas y yo, y ahora, un sello gran de tres por tres encandilaría el cuerpo de la joven ninja de las sombras. Su cuerpo estaría envuelto por una manta pero sabría que era ella por haberlo asegurado para no equivocarme en el intento. El chakra comenzaría a fluir y el tiempo pasaría, los segundos fueron rápidos y sencillos. Una lágrima caería de mi rostro pudiendo sentir el dolor que habían sentido ambas mujeres antes de encontrar la muerte en manos de aquel ataque por parte de uno de los shinobis del Agua. – Os prometo que os vengaré, vengaré vuestras muertes mientras que aplasto a esas cucarachas – Expresé mientras que apretaba los dientes y sentía el chakra fluir por mi cuerpo. Los anclajes que atrapaban mi cuerpo al lugar terrenal todavía seguían perceptibles y ahora más con aquel don que se me había dado.
Kureha Nara, una gran luchadora que ahora formaba parte de mi cuerpo. Cuando los minutos fueron pasando y la técnica surgiese efecto, un gran chakra empezaría a notar en el interior de mi cuerpo, bañándose con el mío y fusionándose en uno. Mis ojos se tornaron blancos por un par de segundos y cuando la técnica finalizase, respiraría fuerte y rápido. Habilidades como la que había ejecutado eran casi prohibidas, algo así como magia nigromántica que estaba mal vista, pero me daba igual. Ahora podía decir que tenía técnicas de Konohagakure. Sonreí, y la sonrisa no duró más que un par de segundos. No me podía sentir alegre, no desde luego después de haber usado la muerte de una compañera para hacerme más fuerte. – Espero recompensártelo pisando con todas mis fuerzas al capullo que te mató – Expresé mirando la manta que envolvía el cuerpo de Kureha. Acto seguido, me di la vuelta y me marché. Necesitaba respirar y descansar después de aquel ritual.