-Eres un inútil...-decía una voz ronca, con dificultad para hablar. Era un hombre vestido de color negro, encapuchado, quien hablaba con otra chica encapuchada. Cada uno estaba de pie sobre un árbol, uno enfrente del otro. Aquel sujetó tosió, desgarrando algo en su garganta.
-Fue culpa de Benji. No todos llegamos a ese rango de locura, es decir, mira lo que te hizo-dijo la voz de la chica. El chico volvió a toser fuertemente.
-¿Tienen alguna idea de en donde está Nagato?- cuestionó el chico- Hanzo me confió a su hijo, y ahora corre peligro.
-¿Más peligro que el de sus misiones?- cuestionó la chica, sonriendo, siendo su sonrisa lo único visible en su capucha.
El chico volvió a toser, cubriéndose la boca con la palma de la mano, y tras el desgarro, miró la palma de su mano. Era una sustancia negra.
-Encuéntralo e infórmame de su condición...- dijo el chico, ordenándole a la chica. La chica realizó unos sellos, desapareciendo y dirigiéndose hacia donde había dejado su kunai marcado, a kilómetros de distancia.
...
Me encontraba de camino a la misión. Era un recorrido conocido, pues cuando pasé por el bosque de Sakura, recordé los sucesos de La casa de Papel. Me desvié hacia donde ese lugar, derrumbado hace semanas durante mi combate contra Benji Mazda, mejor conocido como Benji Emaki.
Pese a haber mandado solicitudes y haber investigado por toda Konoha sobre el tema de mi clan, poca información había obtenido.
Cuando llegué al lugar, la escena que recordaba, en donde la casa era destruída por unos tentáculos de tinta que colapsaron el lugar, ahora estaba en pie de nuevo, como si jamás hubiera sido dañado y, de hecho, como si fuera completamente nuevo. Era demasiado sospechoso, extraño, pero cuando hice a retirarme, la puerta se abrió.
Rápidamente, una extraña chica de cartoon corrió hacia mí, vestía con smoking de mujer rojo, piel blanca y chapas rojas. Su cabello rubio largo caía sobre una coleta en su espalda.
-Bienvenido al Cartoon Hotel- dijo la chica, con voz emocionada, tomándome de una mano.
-¿Enserio, Cartoon Hotel?- le cuestioné.
-Eh... derechos de autor... supongo... el maestro le está esperando- me dijo la chica, tratando de guiarme hacia adentro.
-¿El maestro?- dije, zafándome de su agarre- eres una creación de Benji ¿verdad?
La chica estaba a punto de responder, pero una figura encapuchada apareció de pronto.
-Charlie, déjame hablar con nuestro invitado-dijo aquel chico, tosiendo después de hablar. La caricatura caminó de regreso al lugar.
-¿Tu quién eres?- le cuestioné, poniéndome en guardia, pues no era Benji ni nadie conocido.
-Nagato Emaki, compartes nuestro arte y nuestra sangre. Has estado estudiando mucho sobre nosotros y nuestro arte, y creo que podemos ayudarte-dijo el chico, caminando hacia mi- un artista siempre debe superarse, y nuestro arte siempre ha sido subestimado.
Le miré de arriba hacia abajo.
-¿Como puedo confiar en tí?- le cuestioné.
-Entiendo tu preocupación-dijo el chico- pero no te he dado razones aún para parecerte peligroso.
-Emaki Tensei- le dije, señalando a la chica de caricatura, la cual puso una expresión de preocupación, mientras que el chico se detuvo en seco. Apretó sus puños y luego los relajó.
-Sabes, hace mucho tiempo, casi dos siglos, hubo un muy experimentado artista que podía darle movimiento a sus obras mediante chakra. Les daba cuerpo, les daba sustancia y movimiento, pero no tenían mente ni sentimientos ni alma. Un día hizo una obra tan hermosa que cayó irremediablemente enamorado de ella. Pasó toda su vida buscando como darle vida a su obra, a la cual podía darle cuerpo y forma a sus carnes, darle movimiento y simular sus sentimientos con su rostro, pero jamás nació de ella una genuina caricia. Durante generaciones posteriores, otros artistas buscaron crear y darle vida a sus creaciones, pero nadie lo logró... hasta que alguien lo logró. Benji Mazda, mediante el arte del rollo de tinta, logró hacerlo, pero tenía que sacrificar una vida por otra. Transfirió la vida de sus víctimas hacia sus creaciones, las cuales finalmente mostraron vida y pensamiento propio, y para el final de su vida, se inmortalizó al volverse tinta él mismo- dijo el chico, acercándose a la chica de caricatura, apapachándola, consolándola.
-No recuerdan nada de la vida de sus víctimas, tienen su propia personalidad y su propia vida. Pero el segundo pecado de Benji fue el haberse vuelto él mismo tinta. La batalla contra Benji por parte de fuerzas del País del Fuego hace décadas, sólo destruyó su parque de atracciones, pero no lograron acabar con él, ahora, hay más gente hecha de tinta y más Emaki Tensei por ahí, por lo que debo advertirte que tengas cuidado, pues busca gente para su ejército. Y yo también te he observado, y estás siguiendo un camino similar a la "Senda del Pecado" de nuestro arte-dijo el chico, volviendo a dirigirse hacia mí.
Yo sólo escuché.
-Mi objetivo es un mundo sin sufrimiento, en donde no exista la muerte y haya diversión. En el orfanato, quería que todo fuera como en las caricaturas, pero tras adentrarme en el mundo ninja, supe que había más detrás de todo esto. Más sufrimiento, más intereses y que el mundo es un lugar oscuro. Ahora más que nunca, sé que debo hacer esto, no como Benji, pero usando sus conocimientos-dije al chico.
-Tienes determinación, chico. Te seguiremos vigilando, tenlo por seguro. No caigas en su juego-me dijo.
-Quizás esa "Charlie" sea un ser aparte, con su vida y mente propia, pero ¿que hay si conservan su mente y memoria?- le cuestioné.
-Es más difícil de lo que crees. No pierdas el camino como él. Quizás tus intenciones sean buenas, pero otros pueden usarlas para mal-dijo el chico, volviendo a toser- mira mi caso. Mi sangre se volvió tinta. No fue una cosa mía, sino mi confrontación contra Benji me dejó así. Haz lo correcto.
Tras decir estas palabras, el chico y la chica se metieron de regreso al edificio. Cuando me acerqué al lugar y abrí la puerta, no había nada ni nadie.
Me alejé de ese lugar a gran velocidad, mirando como el edificio que estaba frente a mí se deshacía en el aire. Era otro dibujo, el cual se desvaneció en el aire.
-Fue culpa de Benji. No todos llegamos a ese rango de locura, es decir, mira lo que te hizo-dijo la voz de la chica. El chico volvió a toser fuertemente.
-¿Tienen alguna idea de en donde está Nagato?- cuestionó el chico- Hanzo me confió a su hijo, y ahora corre peligro.
-¿Más peligro que el de sus misiones?- cuestionó la chica, sonriendo, siendo su sonrisa lo único visible en su capucha.
El chico volvió a toser, cubriéndose la boca con la palma de la mano, y tras el desgarro, miró la palma de su mano. Era una sustancia negra.
-Encuéntralo e infórmame de su condición...- dijo el chico, ordenándole a la chica. La chica realizó unos sellos, desapareciendo y dirigiéndose hacia donde había dejado su kunai marcado, a kilómetros de distancia.
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Me encontraba de camino a la misión. Era un recorrido conocido, pues cuando pasé por el bosque de Sakura, recordé los sucesos de La casa de Papel. Me desvié hacia donde ese lugar, derrumbado hace semanas durante mi combate contra Benji Mazda, mejor conocido como Benji Emaki.
Pese a haber mandado solicitudes y haber investigado por toda Konoha sobre el tema de mi clan, poca información había obtenido.
Cuando llegué al lugar, la escena que recordaba, en donde la casa era destruída por unos tentáculos de tinta que colapsaron el lugar, ahora estaba en pie de nuevo, como si jamás hubiera sido dañado y, de hecho, como si fuera completamente nuevo. Era demasiado sospechoso, extraño, pero cuando hice a retirarme, la puerta se abrió.
Rápidamente, una extraña chica de cartoon corrió hacia mí, vestía con smoking de mujer rojo, piel blanca y chapas rojas. Su cabello rubio largo caía sobre una coleta en su espalda.
-Bienvenido al Cartoon Hotel- dijo la chica, con voz emocionada, tomándome de una mano.
-¿Enserio, Cartoon Hotel?- le cuestioné.
-Eh... derechos de autor... supongo... el maestro le está esperando- me dijo la chica, tratando de guiarme hacia adentro.
-¿El maestro?- dije, zafándome de su agarre- eres una creación de Benji ¿verdad?
La chica estaba a punto de responder, pero una figura encapuchada apareció de pronto.
-Charlie, déjame hablar con nuestro invitado-dijo aquel chico, tosiendo después de hablar. La caricatura caminó de regreso al lugar.
-¿Tu quién eres?- le cuestioné, poniéndome en guardia, pues no era Benji ni nadie conocido.
-Nagato Emaki, compartes nuestro arte y nuestra sangre. Has estado estudiando mucho sobre nosotros y nuestro arte, y creo que podemos ayudarte-dijo el chico, caminando hacia mi- un artista siempre debe superarse, y nuestro arte siempre ha sido subestimado.
Le miré de arriba hacia abajo.
-¿Como puedo confiar en tí?- le cuestioné.
-Entiendo tu preocupación-dijo el chico- pero no te he dado razones aún para parecerte peligroso.
-Emaki Tensei- le dije, señalando a la chica de caricatura, la cual puso una expresión de preocupación, mientras que el chico se detuvo en seco. Apretó sus puños y luego los relajó.
-Sabes, hace mucho tiempo, casi dos siglos, hubo un muy experimentado artista que podía darle movimiento a sus obras mediante chakra. Les daba cuerpo, les daba sustancia y movimiento, pero no tenían mente ni sentimientos ni alma. Un día hizo una obra tan hermosa que cayó irremediablemente enamorado de ella. Pasó toda su vida buscando como darle vida a su obra, a la cual podía darle cuerpo y forma a sus carnes, darle movimiento y simular sus sentimientos con su rostro, pero jamás nació de ella una genuina caricia. Durante generaciones posteriores, otros artistas buscaron crear y darle vida a sus creaciones, pero nadie lo logró... hasta que alguien lo logró. Benji Mazda, mediante el arte del rollo de tinta, logró hacerlo, pero tenía que sacrificar una vida por otra. Transfirió la vida de sus víctimas hacia sus creaciones, las cuales finalmente mostraron vida y pensamiento propio, y para el final de su vida, se inmortalizó al volverse tinta él mismo- dijo el chico, acercándose a la chica de caricatura, apapachándola, consolándola.
-No recuerdan nada de la vida de sus víctimas, tienen su propia personalidad y su propia vida. Pero el segundo pecado de Benji fue el haberse vuelto él mismo tinta. La batalla contra Benji por parte de fuerzas del País del Fuego hace décadas, sólo destruyó su parque de atracciones, pero no lograron acabar con él, ahora, hay más gente hecha de tinta y más Emaki Tensei por ahí, por lo que debo advertirte que tengas cuidado, pues busca gente para su ejército. Y yo también te he observado, y estás siguiendo un camino similar a la "Senda del Pecado" de nuestro arte-dijo el chico, volviendo a dirigirse hacia mí.
Yo sólo escuché.
-Mi objetivo es un mundo sin sufrimiento, en donde no exista la muerte y haya diversión. En el orfanato, quería que todo fuera como en las caricaturas, pero tras adentrarme en el mundo ninja, supe que había más detrás de todo esto. Más sufrimiento, más intereses y que el mundo es un lugar oscuro. Ahora más que nunca, sé que debo hacer esto, no como Benji, pero usando sus conocimientos-dije al chico.
-Tienes determinación, chico. Te seguiremos vigilando, tenlo por seguro. No caigas en su juego-me dijo.
-Quizás esa "Charlie" sea un ser aparte, con su vida y mente propia, pero ¿que hay si conservan su mente y memoria?- le cuestioné.
-Es más difícil de lo que crees. No pierdas el camino como él. Quizás tus intenciones sean buenas, pero otros pueden usarlas para mal-dijo el chico, volviendo a toser- mira mi caso. Mi sangre se volvió tinta. No fue una cosa mía, sino mi confrontación contra Benji me dejó así. Haz lo correcto.
Tras decir estas palabras, el chico y la chica se metieron de regreso al edificio. Cuando me acerqué al lugar y abrí la puerta, no había nada ni nadie.
Me alejé de ese lugar a gran velocidad, mirando como el edificio que estaba frente a mí se deshacía en el aire. Era otro dibujo, el cual se desvaneció en el aire.