En un pueblo aislado en los limites del Pais de los campos de Arroz
Mercer se encuentra viajando en una carreta en dirección a un pueblo remoto y poco habitado en la montaña, entrando en los limites de lo que seria ya territorio del Pais de los campos de Arroz. El viaje fue largo pero sin complicaciones, algo inusual en estos tiempos tan dificiles. El pueblo parecia un lugar poco amigable y está rodeado por montañas aunque estas estan cubiertas de mesetas donde ya se puede vislumbrar los cultivos de arroz en ellas. A medida que se acerca al pueblo, Mercer puede sentir la tensión en el aire. Hay algo extraño en ese lugar, algo que le hace sentir incómodo. Pero él es un hombre de acción y, por lo tanto, no deja que sus sensaciones lo distorsionen, por lo que al llegar al pueblo, el hombre de unos cincuenta años que lo llevaba frena derrepente y le indica que hasta aqui llega, ya que no le gustaba adentrarse mucho en estas tierras realmente.
Mercer se da cuenta de que la mujer no parecia estar diciendo puras tonterias y sentia que se habia metido en un lugar mucho más grande de lo que había imaginado. Pero no era ningun cobarde, y estaba determinado a averiguar que diablos estaba sucediendo.
Mercer se encuentra viajando en una carreta en dirección a un pueblo remoto y poco habitado en la montaña, entrando en los limites de lo que seria ya territorio del Pais de los campos de Arroz. El viaje fue largo pero sin complicaciones, algo inusual en estos tiempos tan dificiles. El pueblo parecia un lugar poco amigable y está rodeado por montañas aunque estas estan cubiertas de mesetas donde ya se puede vislumbrar los cultivos de arroz en ellas. A medida que se acerca al pueblo, Mercer puede sentir la tensión en el aire. Hay algo extraño en ese lugar, algo que le hace sentir incómodo. Pero él es un hombre de acción y, por lo tanto, no deja que sus sensaciones lo distorsionen, por lo que al llegar al pueblo, el hombre de unos cincuenta años que lo llevaba frena derrepente y le indica que hasta aqui llega, ya que no le gustaba adentrarse mucho en estas tierras realmente.
El Tenbin se adentra en las callejuelas del pueblo, y con cada paso que da, su sensación de molestia aumenta. La gente no le dirige la palabra, y en lugar de eso lo miran con desconfianza. Finalmente, llega a una posada donde pensaba alojarse. Es una construcción antigua y descuidada, pero Mercer no tenia tiempo para preocuparse por el aspecto de la misma y de hecho ni le importaba. Al abrir la puerta nota como el interior de la posada es bastante apagado, no poseia ninguna luz artificial ni antorchas o fogatas, tan solo luz natural del exterior que ingresaba por la ventana y tampoco era mucha al estar nublado afuera. Dentro no veia a nadie, ni siquiera en la zona de la recepcion.
De repente Mercer escucha algo, es una voz, una voz débil y temblorosa. Mercer se adentra más en la posada y encuentra a una mujer mayor, sentada en una silla tipo hamaca, temblando y murmurando cosas que no parecian tener sentido. — Hola... — Mercer se acerco a la mujer pero esta parecia ignorarle hasta que el joven Tenbin se coloco frente a ella, la mujer parecio volver al momento presente por unos momentos, mirandole a Mercer a los ojos, parecia asustada pero no de él sino de otra cosa. Ella comienza a murmurar y contar una historia terrorífica: "el pueblo está maldito y los aldeanos están desapareciendos uno por uno" No paraba de repetir a cada rato con la mirada perdida.
Mercer se da cuenta de que la mujer no parecia estar diciendo puras tonterias y sentia que se habia metido en un lugar mucho más grande de lo que había imaginado. Pero no era ningun cobarde, y estaba determinado a averiguar que diablos estaba sucediendo.
Narro - Hablo - Pienso