[Misión Rango C] Nido de ratas
Los edificios del País del Fuego estaban teñidos por un resplandor rojizo, producto del ocaso y los últimos rayos del sol, que iluminaban brillaban en las calles de la capital... Los comerciantes recogían sus enseres; sus puestos externos; recogían las plantas o mesas de sus terrazas y echaban el vallado y persianas de sus negocios, deseando llegar a casa y descansar al menos unas horas antes de volver a empezar un nuevo día de trabajo.
Pero cuando cae la noche no solo se levanta el misticismo y peculiar jolgorio nocturno que calentará el alma de todo el que sepa donde buscar. También empiezan a asomarse las ratas y demás alimañas de las capas inferiores de la ciudad, en ocasiones de manera literal, en otras... con un tono mucho más metafórico.
Samuru se encontraba en el barrio rojo de la capital del fuego; había sido enviado a la ciudad por una nueva misión: Investigar la zona rica en busca de una banda de ladrones que parece estar aterrorizando el barrio con sus robos. Normalmente habrían enviado a la guardia a hacerse cargo del problema, y de hecho esto es lo que habían hecho... Pero los mismos no habían logrado ningún resultado. Cada vez que atrapaban infraganti a la banda, estos huían con una ligereza más propia de un demonio que de personas normales; de ahí que hubieran terminado solicitando la ayuda de un ninja de Konohagakure "Espero que esa agilidad demoníaca no se deba a que tengan entrenamiento Shinobi, o esta empresa será más peligrosa de una simple misión de rango C". Suspirando con algo de resignación ante la percepción de que se le había asignado una misión de dificultad ambigua.
El titiritero estaba leyendo el contenido de una carta que había recibido de su antigua Madame, que aún le debía parte de un favor desde la última misión que le llevó a encontrarse con ella; de ahí el barrio del que estaba saliendo. En este documento se le indicaba que se había detectado un posible patrón en la banda nocturna, y que los mismos posiblemente fueran a dar su siguiente golpe en una lista de localizaciones expuestas en aquella carta; sin embargo eran demasiadas opciones y el titiritero no estaba dispuesto a pasar más de una noche intentando descubrirlos... Así que se dirigió a un banco de aquel luminoso barrio y empezó a examinar las localizaciones señaladas y los anteriores golpes.
Revisando los lugares que habían robado previamente, era fácil ver que tenían varios factores en común; lo más evidente era el alto nivel adquisitivo de los objetivos y el hecho de que todos podían ser calificados como objetivos políticos, sin embargo eso creaba una larga lista de posibles víctimas. El siguiente punto a considerar era el espectro de atracos que quedaba en el mapa de la ciudad, en donde se podía dibujar un trazo aproximado de los golpes, sin embargo a partir de cada tercer golpe ocurría una variación, imposibilitando el detectar un flujo estable. Con solo esas pistas, Samuru habría necesitado semanas, pero por suerte para el, una de las chicas de su antigua Madame había escuchado una conversación que, de ser fiable, situaba el siguiente golpe en una licorería.
- Esto sigue sin resolver el cómo eligen sus objetivos. Pero supongo que podré averiguarlo después de atraparlos - Guardando la misión, el mapa y la carta entre su kimono, se dirigió a la zona indicada por aquella chica, dispuesto a pasar la noche en algún tejado del lugar hasta que los implicados aparecieran.
...
Dos horas más tarde, una sombra acecha desde las alturas a la plaza en la que se encuentra el comercio. Nada parece llegar al lugar, pero a esas alturas de la noche ya es demasiado tarde como para que el ninja pueda cambiar de lugar.
Sigue pasando el tiempo, y cuando Samuru ya está demasiado seguro de que el chivatazo se trataba de una pista falsa, escucha un susurro bajo sus pies. Sin saber de donde han salido, tras sombras han aparecido en la plaza, y se mueven con agilidad felina hacia el negocio.
Optando por intentar descubrir algo más de los mismos, Samuru baja en silencio del tejado, mientras realiza una serie de sellos, volviéndose completamente invisible al terminar los mismos. El único impedimento de la técnica que acaba de realizar es que solo puede moverse andando, de modo que deberá deshacerse de la misma cuando deba empezar a perseguirlos de vuelta a su guarida "Por el momento me ayudará a acercarme más a ellos... Luego, ya veremos". Piensa para si mismo mientras termina de acercarse sigilosamente hasta el negocio, en donde la puerta ya está forzada y los tres individuos se encuentran dentro. O así debería ser, pero Samuru solo ve a dos de ellos asaltando el mismo. Sospechando que el tercero pudiera haberle detectado y por eso no está visible, se hecha a un lado, pegando su espalda al marco de la puerta, pero nadie le salta encima...
- Ya casi he acabado con el dinero - El que habla entre susurros es uno de los dos ladrones.
- Yo creo que tengo los alcoholes y tónicos más caros... Aunque sinceramente no se que vamos a hacer con esto. No sé tu, pero yo no bebo. - La voz del segundo ladrón, pese al tono susurrado, parece ser femenina
- ¿Estás loca? Si bebo algo el jefe me mata. Pero a quien le importa - Responde el primer compañero - Tampoco es como si pudiéramos gastar todo el dinero que robamos sin levantar sospechas y aquí estamos... Bueno, he acabado, voy a ayudarle. Cuando acabes vigila fuera.
La segunda ladrona asiente y continúa metiendo varios licores en su bolsa, mientras el primer individuo desaparece hacia la trastienda. "Si el dinero está en el frontal, no debería haber nada importante en la trastienda... ¿Están encubriendo algo? Por lo poco hablado, a estos no parece importarles ni el dinero ni los productos caros y sin embargo se lo están llevando todo... ¿Qué encubren?" Tomando aire y esforzándose por bajar aún más el sonido de su respiración, Samuru decide entrar en el local, y pasa andando al lado de la ladrona, justo al punto de que esta se dirija al portón de la tienda para vigilar que nadie entre, sin siquiera percatarse de que alguien ya lo ha hecho "Esta técnica es bastante útil la verdad...". Terminando de adentrarse en la tienda, Samuru cambia de habitación, y vuelve a ver al primer ladrón y al tercero, aquel que no había localizado en un inicio... Están en el suelo y han levantado una alfombra, bajo la cual únicamente parece haber una vieja alcantarilla medio soldada... Medio, por que los dos implicados ya casi han terminado de des-soldarla "¿El verdadero objetivo son estos accesos subterráneos?" Por el momento solo es una teoría, pero Samuru anota mentalmente que comprobará si el resto de los negocios tienen algo parecido al día siguiente.
Los ladrones no tardan mucho más en retirar la soldadura de la alcantarilla, y tras ello limpian con rapidez los restos, justo antes de volver a echar la alfombra sobre la misma y sacar un mapa de la ciudad, en el que tachan la localización actual. Mientras guardan el susodicho mapa, Samuru sonríe, habiendo memorizado el resto de lugares señalados en el mismo donde aún no hay una X. Con esto ya tiene suficiente información como para hacer que la guardia les tienda una trampa... Pero aún tiene que intentar descubrir su guarida.
No tardan mucho más en levantarse y salir por la puerta en la que el titiritero estaba en pie unos segundos atrás, habiéndoles dejado pasar al dar un paso hacia atrás y otro a un lado, para que no se chocaran con él y descubrieran su invisibilidad.
Tras ello recogen las bolsas de su "atraco" y miran a ambos lados antes de salir de la tienda, empezando a correr en dirección a otro de los edificios de la plaza "¿Un segundo golpe?" Piensa el ninja mientras, eliminando su técnica y camuflándose con las sombras, empieza a seguirlos a una distancia prudencial. La sorpresa aparece cuando, una vez llegan a este nuevo edificio, se ayudan de su inercia y de lanzarse a si mismos por los aires para empezar a ascender a lo alto del mismo como si fueran los primates mas hábiles del mundo "Así que por esto nunca les atrapaban; no son ninjas, son acróbatas". Recordando un detalle importante de esas fechas, Samuru cree saber a donde van a dirigirse, pero por si acaso, concentra chakra en sus pies y sube corriendo por la pared, manteniendo así la distancia con los ladrones, que ahora saltan de tejado en tejado con una gracia casi idéntica a la de un ninja recién graduado.
...
Efectivamente, tras varios minutos de persecución, Samuru acaba justo en donde pensaba; un circo ambulante acampado a las afueras de la ciudad. Con toda esa información en mano ahora sabe, que tenían en común todos los negocios y de donde son presuntamente aquellos ladrones... Pero nuevas dudas surgen, dado que ahora sabe que los mismos no están realizando sus robos por el dinero o los objetos; hay algo más detrás de sus acciones, y algo le dice al joven titiritero que le va a tocar a él averiguarlo. "pero por ahora... Toca informar de lo que he descubierto".
Habla | Pensamiento | Narración