[EMT] Una nueva senda
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Última modificación: 06-05-2023, 06:32 AM por Rhooh.
??? 129 Y.D
País de las Montañas, en algún luga
22:30 PM


Había pasado un tiempo desde que abandonó la aldea.¿Qué había hecho? Nada, simplemente no hacía nada. Le era difícil para él creer lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Aquello que le dió el gran impulso, fueron los fallos que cometió cuando era un Shinobi que seguía el camino del Samurai. Era obvio, que aún seguía entrenando, no podía de darse el lujo de sentarse y simplemente esperar que los años pasen. La diferencia es que ya no optaba por hacerlo solo... Más de una vez, grupos de bandidos comunes vieron al albino sentado junto a una fogata, era una presa fácil.

Hacerse el idiota o "anciano" indefenso, son cosas que muy bien se le dan. El destino que sufrían, aquellos que osaban acercarse a él, era la muerte, una muerte bastante rápida y sin dolor, sin siquiera manchar la hoja de Taiyō con sangre sucia, era tal su disciplina en el arte del Kenjutsu, que así de peligrosos y certeros eran los tajos. Así continuaba, hasta que dejó una serie de cuerpos sin vida, muy cerca de la fogata donde está con frecuencia. El sitio, se convirtió en un hermoso paisaje para los Buitres, eran la única compañía de Rhooh.


— Ya va siendo hora... De comenzar a hacer dinero. ¿Tal vez algo ilegal? — Lo único que lo detenía de hacer tales acciones, era su estadía en la aldea. Ahora ya no estaba y prácticamente puede hacer lo que le de la gana, sin seguir órdenes de la actual Hokage o alguna otra entidad Imperial.— Debo... Conseguir comida. —  Diría en un tono de voz muy bajo a la vez que mantenía la vista puesta en la bota de goma dentro de la fogata, no tenía más de dos minutos allí — ¿Alguien más viene? — Y por mero instinto, ya tenía una mano en la Tsuka. No le extrañaba que algún viajero o soldado se acercará tras olfatear el olor a muerte.
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Una vez recibió la información por parte de Khal y abandonó la momentánea base de operaciones, Samuru comenzó su colecta de información para dar con el paradero del nuevo integrante de la organización. Las características física y el modo de ser le bastaban para darse una idea de cómo es y en qué líos podría meterse. Así es como no tardó mucho en llegar hasta sus oídos el rumor de un espadachín que estaba despachando a diestra y siniestra a todos los bandidos de la zona. — ¿Acaso será...? — Y así fue como inició la investigación de su caso.

Se mantuvo a la distancia durante un tiempito, observando las distintas veces en que tuvo que combatir para defenderse, aunque cada vez le iba costando más. Claro, el hambre y la sed le estaban jugando una mala pasada.

Luego de haber planeado todo, finalmente llegó el momento de mostrarse ante el famoso Rhooh. Cuando dio los pasos necesarios para que el albino se percate de su presencia, arrojó una bolsa que el contrario podría atrapar con facilidad. En ella había distinta clase de alimentos, desde fruta hasta un poco de carne. También una botella de con agua. Le trajo lo necesario para que recupere fuerzas y se sienta mejor, pues la forma en que estaba ahora era muy desmotivante.

Se ve que no estás en tu mejor estado, pero por lo que vi, eres tan fuerte como me dijeron, Rhooh. — Desde el principio le instalaría una interrogante en la mente al renegado, ya que de inmediato reveló que conocía su nombre. ¿De dónde? ¿Cómo? ¿Quién era aquel de prominente sombrero? Probablemente sean algunas de las preguntas que se podía estar haciendo aquel hombre, pero que no tendrían respuesta, al menos no aún.

Siguió avanzando hasta él con una postura bastante relajada, queriendo darle a entender a Rhooh que en ningún caso tenía intenciones hostiles en su contra. Incluso sus palabras llevaron consigo un tono muy amistoso. Obviamente, en el caso de que el albino sea el hostil, Samuru en ningún caso dudará para defenderse. De eso no hay duda.

Rhooh tendría pocos segundos para comer tranquilo, ya que Samuru siguió de largo y demostró que miraba más allá, a lo lejos. — Mierda. ¡Corre! ¡Están en peligro! — Sin esperar nada más, el de sombrero salió corriendo a gran velocidad, esperando que Rhooh vaya tras él. ¿Qué hay en la lejanía, entre medio de los bosques y las montañas? Samuru demostró preocupación, incluso miedo. Algo muy malo debe estar pasando.
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Era cierto, su "instinto" no le había fallado. Cuando sentía más cerca aquella presencia, desvió la mirada de la bota de goma. Por un momento, pensó en levantarse y desenvainar. Pero el sujeto, no mostraba un aura asesina como tal, al menos, creía que no era igual a los bandidos. Los ojos perdidos del albino siguieron el trayecto de la bolsa, hasta que la atrapó con ambos manos. ¿Era dinero? No, no lo era, el aroma a fruta fresca reveló cierta parte del contenido. Tras rebuscar con una mano, sacó una manzana, por supuesto que es mucho mejor que estar comiendo lo que hay en la fogata — ... — Un solo mordisco le dió a la manzana verde y escupió varias semillas hacía un costado.


No sabía quién era, y a juzgar por su apariencia no parece pertenecer a una aldea oculta. Claro, los Shinobi son maestros del engaño, y por esa pequeña razón, Rhooh está alerta, pero, también detectaba algo extraño en el sujeto que lo impulsó a alzar la voz y en un tono serio realizarle la siguiente pregunta— ¿Acaso eres un Demonio en un cuerpo de niño? — Rhooh creía en tales leyendas, y por un breve instante, pensó que se había acercado para hacerle firmar algún contrato " No... No puede ser uno. Pero, es extraño que sepa mi nombre. ¿Quién es este chico realmente? " Pensaría volviendo a morder la manzana " ¿Lo habrán enviado de Konoha?" La mirada perdida del albino siguió a Samuru " Camina con tranquilidad, cómo si nada en el mundo le importara. " 

— Tch. —

Un chasquido de lengua y un desvío de mirada, con ojos cerrados, harían que Rhooh aprovechara aquellos segundos para alimentarse e hidratarse tranquilamente. La misma voz, esta vez, carente de un tono amigable, haría que Rhooh se leventara rápidamente. Creía que se aproximaban Shinobi, otra categoría de oponentes — ¿En peligro...? — Por un momento pensó que se trataban de niños, recordó a sus dos pequeños, y rápidamente emprendió una carrera siguiéndole el paso al misterioso muchacho de sombrero, hasta que, luego de unos minutos, se situaría avanzando desde su izquierda, con una mano en el mango de Taiyō — ¿Quienes están en peligro? —
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Una pequeña risa escapó de sus labios ante la pregunta hecha por Rhooh. Probablemente le parecía raro que alguien como él apareciera de la nada en ese sitio. Todos los que han ido tras el albino lo hicieron con intenciones hostiles, pero en Samuru se sentía una tranquilidad increíble. Y claro, él no fue ahí para entrar en conflictos con el renegado de Konoha, sino que todo lo contrario. Lo buscó y encontró para lograr que se una a su bando. — No me digas niño, aunque debo aceptar que no inspiro miedo en el resto. Aunque eso está bien por mí. — Viajaba por todo el mundo fingiendo ser un humilde comerciante y su aspecto jovial junto a su actitud lo han ayudado a moverse sin que nadie le niegue el paso.

Ignoró la interrogante referente al peligro y siguió corriendo a gran velocidad. La expresión en su rostro había cambiado, ahora expresaba seriedad. A lo lejos se pudo ver una explosión y humo fue emergiendo hasta los cielos. Aparentemente, la situación escalaba segundo a segundo. Aceleró el paso y tomó algo de distancia de Rhooh. Cuando el ex de Konoha llegue, podría ver al de sombrero con un niño en brazos. Incluso el rostro de Samuru mostraba estar sucio producto del humo. Esto porque debió entrar a la casa en fuego para rescatarlo.

A unos quince metros de ellos había tres individuos con trajes de ejército y sonrisas arrogantes en sus rostros. Uno de ellos tenía al otro niño entre brazos, inconsciente. Los dos restantes lanzaron una lluvia de kunais con sellos explosivos a Samuru. Rhooh podría defenderlo de ellos, pero el viajero también creó un muro de viento que lo protegió de las explosiones. El humo que se formó, para cuando se disipó, se llevó con él a los que realizaron el atentado. En escena solo quedaron Samuru, el niño en sus brazos y Rhooh.

Pasadas las horas se podría ver a los tres personajes en una cabaña bastante bien acomodada por dentro, pero humilde por fuera. Vivía una señorita con un puesto de comida para los viajeros y Samuru la conoció con anterioridad. Le aplicó el tratamiento médico al niño y lo dejó durmiendo en la habitación.

Una vez saliera de la vivienda, querría hablar con Rhooh. Ambos recibirían un té por parte de la dueña de casa, el cual Samuru recibió y agradeció amable.

No pude salvar a la madre. Cuando llegué, ya estaba muerta. Solo pude sacarlo a él. — Guardó silencio unos instantes, como si fuera por respeto a la difunta. Se sentó sobre un tatami con las piernas cruzadas mientras probaba el bebestible. — Conocí a la familia hace unos días mientras caminaba por ahí. Desde lo lejos vi a soldados del imperio molestándolos, pero no le di importancia. Quizás debí vigilar mejor... Cuando me acerqué luego a preguntarles, ella dijo que no era nada. La noté nerviosa, pero no quiso contarme.

Esa sería la información que sabría Rhooh por ahora. Una familia de una mujer con dos niños. Los imperiales incendiaron la casa y la madre falleció. Se llevaron un niño, ¿por qué? Motivo desconocido. El otro infante se recuperaba dentro de la cabaña. ¿Qué dirá el albino? ¿Cómo reaccionará? Es lo que Samuru quiere saber.
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Última modificación: 10-05-2023, 08:15 PM por Rhooh.
Mientras no detectara intenciones asesinas en el muchacho, todo estaría bien, por ahora, o al menos eso estaba pensando él. Lo único que hizo fue soltar un ligero bufido ante la respuesta — Está bien, chico. — Una respuesta cortante y los siguientes segundos los estaba utilizando para analizar la situación, pero si no representaba un peligro como tal, tenía que confiar en el viajero. De haberlo querido matar, cómo lo había pensado anteriormente, Rhooh habría muerto envenenado. Una forma bastante estúpida y lamentable para morir.



No sabía si había peligro, no sabía que estaba pasando. El albino solo lo estaba siguiendo manteniendo una distancia "prudente". Pero de repente, tras el recorrido, vería como el humo asciende. " ¿Accidente o ataque?" Podría ser que se esté quemando una pequeña villa, tal vez, algún accidente. Pero en el mundo Shinobi no existen tales cosas, quizás no en estos tiempos llenos de conflictos bélicos — Es rápido. — Cuando se percató, el muchacho se había distanciado y par bastante. Para cuando finalmente Rhooh llegó, vería al chico con el sombrero y un niño en sus brazos. ¿Cuál fue la primera reacción del albino? Ninguna, solo mantuvo ese mismo semblante perdido y miró de reojo al pequeño " Lo ha salvado de morir calcinado, es un acto heróico... Alguna vez en mi vida fui así. "


Él desvío la mirada y mantuvo en su línea de visión a los desconocidos uniformados. La reacción del Harataka, fue colocar una en el mango de Taiyō, la Katana forjada en las montañas flameantes. Los objetos metálicos equipados con sellos bomba fueron lanzados sin piedad hacia Samuru, el niño y Rhooh. Rápidamente realizo un único desenvaine y al menos unas diez gigantescas cuchillas de chakra con forma de media luna, avanzaron hacia los Kunai, cortandolos como mantequilla, no a todos, ya que Samuru los cubrió de la explosión. El albino controlo las Kōzuki, aquellas medias luna con un filo de infarto, para decapitar a dos de aquellos uniformados.


Un largo camino, dónde él se la pasó en silencio y alerta, debía estar seguro de que no los siguieran, ya que de desatarse un combate con más personal del ejército presente... Sería difícil, ya que el niño en brazos del muchacho acabaría siendo un estorbo. La cabaña no estaba para nada mal, hace tiempo que él no ingresaba a un sitio tan cómodo, donde pudiera descansar y reflexionar sobre cosas de la vida.


— Es el precio de ser héroe, tarde o temprano te das cuenta que no puedes salvarlos a todos. Viví eso en la Cuidad del Anochecer. — Se podría decir que ese es su recuerdo más amargo y doloroso, nunca había visto tantos inocentes muertos en una batalla. — ... — Rhooh mantuvo los ojos entrecerrados y no habló de nuevo, también demostraba respeto a la madre del huérfano — Soldados del Imperio... — Abrió los ojos y mantuvo la mirada en Samuru — Sospecho que esa familia que conociste, tal vez esconde algo. ¿Habrán seguido ideales rebeldes? — Frunció el ceño — ¿Dónde estaba el padre de ese niño para protegerlo a los dos? —
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Vaya, ¿eres tan viejo como para haber vivido ese acontecimiento? Ni tengo memoria de esos años. — Quedando clara la diferencia de edad entre ambos guerreros. Sobre la primera pregunta que el albino hizo, Samuru ya había investigado bastante, pero no quería revelar que los acontemientos están sucediendo como tenía planeado. Debía seguir comportándose si todo fuera una sorpresa para él. — Si no me equivoco, el niño que se llevaron les robó un poco de comida y fue descubierto. Desde ahí es que comenzaron a vigilar a la familia. — La verdad es que la madre era una antigua kunoichi del imperio que desertó y, por lo mismo, buscaron exterminarla. El que se hayan llevado a un niño es porque querían entrenarlo y hacerlo su soldado de guerra. Debían reemplazar al ninja que perdieron. Obviamente, esto sería un secreto para Rhooh.

Lo de su padre lo desconozco. Solo los vi a ellos tres y viviendo con lo mínimo. — Ahí ya decía la verdad. Quizás el hombre de la casa los abandonó hace tiempo, murió también o quién sabe. Ese dato es desconocido.

No puedo dejar esto así. Hay una pequeña base de ellos donde probablemente tendrán al niño. En memoria de su madre, lo recuperaré y lo traeré con su hermano. — Tras decir estas palabras, se levantó. Su tono de voz fue firme, dejando de lado el tranquilo de antes. Inspiraba que sus palabras eran serio y que poseían determinación.

Ingresó nuevamente a la cabaña para revisar el estado del otro niño. Vio que ya sus signos estaban mejor, por lo que no tenía que preocuparse. Regresó al exterior y dio los primeros pasos para alejarse de ahí. — Desde niño he tenido que ver a esta clase de gente creyendo que puede hacer lo que quiera con los débiles. Menos mal me hice fuerte para evitarlo. — ¿Rhooh lo acompañaría? Samuru no le pidió directamente que lo haga, pero intentó hacerlo de forma indirecta, motivándolo con sus comentarios.

Formas para llegar a la meta habían varias, pero el objetivo de la organización que estaba formando era el mismo. Derribar a aquellos que están con el poder y tomarlo ellos para así generar un nuevo orden, uno que beneficie a todos. Por consiguiente, para que el albino se una, debe querer lograr eso también.
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Última modificación: 15-05-2023, 12:06 AM por Rhooh.
— Sí, estoy viejo. Aquella noche solo fue una matanza. — Diría confirmando su mayoría de edad, en unos años llegaría a los cincuenta y tendría una humilde historia que contar a sus nietos — Ya veo, el niño tuvo suerte de que no le cortaran una mano al ser descubierto. — Comentaría al respecto, sobre lo que dijo Samuru.


El albino miraría de reojo al muchacho, reconociendo su determinación. Entonces, recordó cuando quería ser Hokage y lo veía como el final de su trayecto — Estás decido a recuperar al otro, para que se reuna con su hermano. Y estás hablando de una base. Oye, ¿quién eres en verdad? — La última pregunta sería contestada con la mención de haberse vuelto fuerte. Las neuronas de Rhooh analizaron que provenga de alguna aldea oculta. — Ya conoces el dicho, si eres débil te haces fuerte y derrotas al tirano. — Mostraría una expresión neutral para lo siguiente que iba a decir — Pero tarde o temprano te das cuenta, hagas lo que hagas, un nuevo conflicto emerge. —


Diría en su experiencia, cuando aún estaba en la Hoja. Más de una vez llegó a pensar que la única forma de cambiarlo todo era obteniendo el control absoluto. También recordó aquellos días, cuando era más joven y era burlado por Ninjas pertenecientes a clanes — Te felicito, joven. Yo me hice fuerte y aún así, no pude salvar a nadie en aquel oscuro día. Cuando me di cuenta, dejé de ser Shinobi... Ahora no tengo un camino o algún ideal que seguir. Pero, si tuviera la oportunidad de hacer algo ahora, al menos solo una vez, para realizar algún cambio en el mundo Shinobi, lo haría. — Mencionó con un semblante serio — Lo único que se lleva al ataúd son recuerdos, pero si está tu nombre en algún libro o canción, motivaras a otros para seguir ese mismo ideal o que sigan luchando por el, tal como el Imperio queriendo erradicar a los Rebeldes y los Rebeldes a ellos. —
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Una suave risa escapó de sus labios. La pregunta que le hizo el albino le parecía divertida. ¿Quién era él? Sinceramente, no es una figura importante ni alguien que haya hecho demasiado para quedar marcado en la historia de este mundo. Lo hecho en el ataque a la última base imperial podría haber comenzado a expandir su nombre más allás de las fronteras, pero permitió que el crédito se lo lleve Hirose. — Solo soy un muchacho que busca que las cosas sean mejores. — Una forma simple de resumirlo. Su familia y él sufrieron por el abuso de aquellos que están en el poder. Y así, durante su viaje por todo el mundo, lo ha presenciado una y otra vez.

No siempre podemos salvar a quienes queremos, pero sí podemos contribuir a que haya menos víctimas en el día a día, ¿no crees? Quizás la historia no nos recuerde, pero, por ejemplo, si a ese niño le llevamos a su hermano, al menos él nos tendrá en sus pensamientos para siempre. — No siempre era necesario generar un impacto masivo. Con cambiarle y mejorarle la vida a una sola persona podía ser más que suficiente. Pero Samuru estaba decidido y convencido de que él estaba para mucho más. Él quería cambiarlo todo.

El trayecto que ambos avanzaron los llevaría a las cercanía de una base imperial. Más que base, parecía un campamento. Se veía a los que se llevaron al niño y varios más. Era un pelotón, por lo que alrededor de 15 soldados estaban presentes. Por lo que el de sombrero averiguó con anterioridad, estarían un par de días más y luego se marcharían. Samuru no fue capaz de descubrir el motivo de por qué están ahí.

Este se escondería entre una gran fauna, en medio de las hojas y flores. Esperaba que Rhooh haga lo mismo. No intercambiarían palabras durante las próximas horas, pues ahora tocaba observar y analizar, también esperar.

Así es como llegó la noche y la luna comenzó a presenciar todo. El niño raptado ya había despertado y, contra su voluntad, estaba siendo obligado a entrenar. Claro, si es que a eso se le podría llamar entrenamiento. Era una especie de combate de práctica, pero todos los golpes se los llevaba él. Claramente no le daban con toda la fuerza, pero tampoco es que se contengan demasiado.

Samuru apareció al lado de Rhooh para hablarle en susurros. — Por lo que he aprendido de algunos imperiales, no creo hayan secuestrado al niño solo para divertirse. Puede que quieran convertirlo en uno de ellos, aunque eso signifique separarlo para siempre de su hermana. ¿Qué crees que debamos hacer?

OFF ROL
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Un desvío de mirada, sería la única respuesta que obtendría el muchacho. Rhooh, por un breve momento, se quedó en un estado pensativo. Las palabras de Samuru, para Rhooh sonaron sencillas y humildes, no había una tal búsqueda de grandeza, tal como lo había expresado el Rōnin hace poco — Comprendo. — Él se caracteriza por ser silencioso, aunque ha hablado más de la cuenta.


Seguía al muchacho tranquilamente, caminando con absoluta calma. Le cayó bastante bien beber agua y comer, así que podría decirse que su estado ya no es tan lamentable. No era la primera vez que se acercaba a una zona repleta de Imperiales. Otro recuerdo más vino a su mente, pero no le importó para nada.


Con sus posiciones tácticas adquiridas, era de esperar que el asalto al campamento comenzara en cualquier momento. El albino estaba a un lado del de sombrero, ocultando su figura con un matorral. Unos cuatro o tres metros tenían de separación, era lo suficiente para comunicarse en voz baja, y  de esa forma, no alertar a los Imperiales que están cazando para salvar al niño.

Luego de unas horas, las palabras de Samuru dejarían en silencio a Rhooh, alrededor de dos minutos — Hay que recuperarlo en un buen estado. — Diría a la par que realizaba una tanda de sellos y obtendría la apariencia de uno de los Imperiales derrotados anteriormente — Voy a entrar, fingiré querer entrenar al infante. Cuando lo cubra, desaparece a esos cinco. — Los señaló entre las hojas — Eso distraerá a los otros y pediré al niño que huya, lo encontraré siempre que no se esconda en alguna cueva. —

Dicho eso, se alejó del matorral, y con pasos silenciosos fue moviéndose entre la vegetación, hasta que decidió salir y mientras fue caminando tranquilamente, comentó lo siguiente con un tono de voz severo y humillante — Vaya, vaya. Pero que tenemos aquí... — Comentaría sonriendo — ¿Con esos golpes espera formar un soldado? — Cuestionó ensombreciendo su mirada y deteniendo el paso — Necesita más disciplina y dolor, permítame entrenarlo. — 
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Los roles cambiaron y esta vez fue Rhooh quien tuvo la iniciativa. Ideó un plan y se lo hizo saber al de sombrero, quien tan solo esbozó una ligera sonrisa y asintió. El que el albino se integrara cada vez más en este pequeño conflicto era positivo para el de cabellos azules y sus intenciones de reclutarlo para su organización.

Mientras el otro se transformaba y se acercaba al resto de imperiales, Samuru mantendría la distancia. Durante algunos minutos quería ver qué tan bien actuaba el renegado de Konoha. — Se supone que esto era una especie de misión para mí, pero está siendo bastante divertida. Veamos qué tanto puedes hacer, gran Rhooh. — Una vez pasó el tiempo, descendió desde la cima del árbol y cayó sobre la tierra. Se aseguró de que la caída fuera silenciosa, casi como si una pluma es lo que tocaba el suelo. Realizó una secuencia de sellos manuales y su figura comenzó a inducirse en el subsuelo, casi como si desapareciera de este mundo.

Cuando ya estuvo bajo tierra, se movilizó hacia la zona que, con anterioridad, Rhooh le indicó. Desde ahí abajo no podía ver nada, solo escuchar, así que esperaba que el albino le dé una señal a través de la voz para él saber que debe emerger y exterminar a los soldados.

Mientras esperaba, se concentró en oír las converaciones. No solo del grupito que estaba entrenando al niño, sino que también del resto. En una de esas escuchaba un dato interesante que no tuviera en su mente. La verdad es que no es la primera vez que Samuru se encuentra con ellos. Podría decir que todos los sucesos que están aconteciendo últimamente fueron planificados por él. Ha sido el titiritero de esta historia, como siempre busca serlo. Su objetivo es llevar una persona a su bando y debe usar los métodos que sean necesarios para lograrlo.

— Vamos, Rhooh, di algo. — Su mano diestra sostenía una wakizashi que siempre levaba escondida entre sus ropas.
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Durante su acercamiento, Rhooh llamó la atención de algunos Imperiales. Había uno por ahí leyendo una novela, otro fumando un cigarrillo y otros más hablando entre ellos. Aquel que entrenaba con el chico, volteó a ver al albino de reojo y levantó una mano formando un puño, indicandole una pausa al menos. El niño tal vez sentía frustración y en el fondo quizá desearía que tal pesadilla terminará de una vez por todas. Afortunadamente, Samuru optó por ocultarse en la tierra y de esa forma permanecer bajo el enemigo. No había un sensor entre ellos que pudiera alertarlos... Y solo faltaba que la señal se le fuera dada, para que haga un barrido con los uniformados.


— ¿Ehhh? ¿Me estás intentando joder? — Volteó a ver a Rhooh con un semblante desafiante y luego se encogió de hombros — Como quieras, de todas formas no parece tener el potencial necesario. — El Imperial miró por encima del hombro al niño, quién ya tenía moretones y heridas en algunas partes. Y luego, se enfocó en "Rhooh" nuevamente — Empezaba a aburrirme. Ehhh chicos, presten atención. El recluta piensa darnos clases. — Entre risas el Imperial alzaría su tono de voz para decir tales palabras. Sus compañeros, no tardaron mucho tiempo en intercambiar miradas y reír a carcajadas.

— Ya veo... — Cuando las risas cesaron, él avanzó caminando tranquilamente hacia el niño  — ... — No podía ponerlo en peligro y al ser un usuario de Katon, no quería exponerlo al peligro. 

Luego de unos segundos de silencio, Rhooh se detendría a escasos metros del infante y procedería a atacarlo, sin aplicar su verdadera fuerza. El niño combatía contra el albino como podía. — Controla tu respiración y soporta el dolor. — Ordenaría deteniendo un puño del muchacho y le haría una llave para doblar su brazo, acercándose. — Cuando te diga que corras hacia el Oeste, no dudes en hacerlo alguien espera por ti. — Murmuró en no el tono de voz más bajo posible para el niño y luego lo soltó del brazo, posicionándose frente a él.

Los Imperiales volvieron a mirarse entre si y más de uno ya tenía armas en mano, otros la escondían con objetos replegados por el Campamento. Samuru aún aguardaba en la tierra y el momento de su aparición estaba a punto de llegar.


Rhooh esbozó una sonrisa y mantuvo los ojos clavados en el muchacho, que ahora tenía el ojo izquierdo hinchado. El Henge no Jutsu del Rōnin se deshizo en cuestión de un segundo, dejando una pantalla de humo que poco a poco se iba expandiendo.

— ¡Largo de aquí! — 

Ordenaría al niño y con su Katana en mano, comenzó a esgrimirla, centrándose en los Imperiales que le impedían el paso al niño — ¡Sal de ahí, niño Demonio del Sombrero! — Exclamaria a todo pulmón, siendo esa la señal para Samuru, aunque... ¿Escuchará? ¿El niño podrá huir a tiempo hacia el este? Rhooh apenas había derribado a tres, con cortes no letales y únicamente usaba el filo inverso del sable.
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Contenido Oculto

Paciencia, una virtud que pocos tienen, pero Samuru era uno de ellos. No le importaba quedarse bajo tierra el tiempo que fuese necesario. De hecho, hasta se inventó un divertido juego. Según lo que tarde Rhooh, intentará adivinar qué tipo de personas es y cómo se desenvuelve en ese tipo de situaciones. Quizás dialoga de más con los soldados, tal vez era bastante estricto con el niño. Las situaciones eran muchas, las posibilidades siempre son infinitas, aunque algunos intenten negarlo.

Pasados los segundos, murmullos, pasos, todo se fue intensificando. El de sombrero lo interpretó como que la hora de la acción estaba cerca y así fue. Rhooh usó palabras bastante explícitas para solicitar la aparición de Samuru. Este emergió desde las profundidades, como si del mismísimo infierno viniera para acabar con esos soldados del imperio. Su mano diestra tenía una espada del elemento rayo, la cual usó para atravesar a uno por la espalda, dándole muerte inmediata.

Esa fue una buena frase. — Comentó, a la vez que sus movimientos veloces iniciaron para atacar a varios de los enemigos para encargarse de ellos y, sobre todo, distraerlos. La idea es que Rhooh también comience a combatir. El niño, mientras tanto saldría corriendo y nadie sería capaz de atraparlo e impedirle la huida. De todos modos, el de sombrero se fue movimiento hacia el camino que deberían superar los rivales si querían ir tras el infante.

Ni crean que los dejaré pasar por aquí. En lo personal, aborrezco bastante a los que van en grupos a por un número pequeño. — Y sí, así le pasó a su familia. Fueron exterminados por una organización bastante grande, de la cual le tomó mucho trabajo vengarse. Abusaron por tener exceso en número y fuerza. Por esto mismo es también que Samuru busca integrantes poderosos para su equipo. Sabe que la fuerza y la superioridad son necesarios para ejercer el cambio que desea en el mundo.

No dejes que ninguno sea capaz de ir a por el niño, Rhooh. Da igual matarlos. — Eso realmente lo pensaba.
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El plan había salido del todo bien. Aquel muchacho salió de la tierra como un topo, y con bastante maestría y habilidad, segó la vida de aquel pobre desgraciado antes que pudiera hacer algo. Rhooh, tuvo que reconocer eso y pese a la edad que él le calcula, no lo ve como un oponente fácil " A esa edad, sí tiene la edad que yo creo,  yo tenía las habilidades de un Chūnin. Este chico parece un propio Jōnin. " Pensó desviando su mirada ligeramente hacia Samuru, y se centró en el oponente que tenía de frente. De un poderoso tajo lo decapitó y ese fue apenas el comienzo del sangriento show. No creía que todos debían ser asesinados, así que Rhooh aprovecharía tal brutal momento para descargar toda la ira que, hasta ahora, permanecía escondida en el interior de su oscuro corazón.

Dos... Tres y cuatro, fueron los que cayeron con fuerza al suelo, como si de sacos de cemento se tratasen. Los desplazamientos veloces del chico del sombrero y del albino, eran prácticamente imperceptibles ante los ojos de los débiles imperiales. Eran como dos rayos moviéndose por el campo de batalla.


— No te preocupes. Nadie va a salir vivo de aquí. — Diría Rhooh posicionado detrás de un Imperial, con sus manos sosteniendo su cabeza. De un fuerte movimiento le partió el cuello, y su cabeza quedó mirando hacia otro lado, en un ángulo antinatural, todo sucedió en menos de dos segundos...— Ya quedan pocos. — Informó desenvainando y desplazándose para seguir combatiendo. Sólo uno tuvo la suficiente habilidad para mantener un intercambio de ataques con Rhooh, también era un espadachín, aunque novato.

— ¿¡Quiénes son!? — Cuestionó gritando y con las manos soldadas a la empuñadura. Las Katanas en el último golpe chocaron y quedaron paralizadas frente a los dos, ahora forcejeaban.

— No es asunto tuyo. — Neblina grisácea brotaba desde la hoja de la Katana de Rhooh

— ¡¡Tch...!! ¡¡Pidan refuerzos, estamos siendo asaltados por rebeldes!! ¡¡...AGH...!! — Cerró con fuerza sus ojos, para aquel entonces había sido afectado por la neblina caliente que Rhooh convocó desde Taiyō, la irritación que le provocó a sus ojos fue tal que perdió de vista a Rhooh. Cuando menos lo notó, sintió un dolor en el cuello, y para cuando la neblina desapareció, su cabeza cayó hasta el suelo, veía el mundo desde otro ángulo. La expresión que mostraba el Imperial, era una llena de agonía y miedo, y ese expresión así permaneció.


Los gritos de batalla y algunos por miedo a la muerte poco a poco disminuían. Los Imperiales ya eran pocos y se los dejaría a Samuru — Eh, chico, voy a rastrearlo. — Comentó ejecutando el sello de palmas juntas. Activó una vista amplia y sobrehumana que usaría para detectar al niño, quien se encontraba sentado abrazando sus piernas, detrás de un árbol marcado — Ya lo encontré. Al oeste, quinientos metros, está detrás de un árbol. El árbol tiene tayado una "X", parece que lo hizo para que lo encontramos más rápido, es inteligente. — Esquivó un corte moviéndose grácil.
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El combate estaba siendo sencillo. No en exceso, pero sí lo suficiente para que Samuru saliera triunfante únicamente usando sus técnicas del elemento rayo. Esta naturaleza fue desarrollada desde hacía poco tiempo, así que aún no la usaba en peleas más serias. Al menos este pequeño entrenamiento le permitía ir adquiriendo más confianza con su uso. Además, independiente de todo el trabajo que tuvo, jamás le apartó la vista a Rhooh, quien hizo gala de unos ojos peculiares y dio con la localización del niño. En este momento es cuando el último rebelde en vida lanzó un katanazo hacia el albino, aunque probablemente esta pueda esquivarlo con facilidad. Recién ahí es cuando el de sombrero le dio el golpe de gracia.

La escena que quedó era brutal. Sangre por todos lados y muchos cadáveres. Ambos ronnins se encargaron de un pelotón completo de imperiales. El plan era no dejar testigos que pudieran meterlos en problemas luego. Los posibles soplones debían desaparecer, esa era la premisa. — De acuerdo. Vamos por él entonces. — No fue necesario esperar una respuesta, Samuru se retiró de la zona corriendo en la dirección indicada por Rhooh.

Durante el trayecto, nuestro protagonista se aseguró de darle conversación al veterano que quería reclutar. — Tu estilo con la espada da bastante miedo. Khal tuvo razón al recomendarte. — Hasta ahora, Samuru no le había dado ningún indicio sobre su identidad al contrario. Prefirió mantener todo en misterio, pero seguramente este comentario encendería las alarmas en el otro. Sin embargo, el timing fue perfecto, ya que al instante se encontraron con una escena peculiar y hasta escalofriante. Unos 15 metros más allá se encontraba la mujer que les prestó su cabaña para atender a los niños antes. Samuru y Rhooh la conocían.

El de sombrero guardó silencio, esperando a escuchar palabras por parte de Rhooh. ¿Por qué? La fémina tenía bajo sus brazos los cuerpos de ambos niños, además de sangre en el piso. Sí, estaban muertos y, siendo fácilmente entendible, ella se encargó de ellos. — Me lo dejaron bastante fácil. Me permitieron deshacerme de los niños y encima me dejaron libre de esos imperiales. Gracias. — Su tono fue burlón, queriendo claramente molestar a los dos varones.

Samuru no reaccionó de alguna forma particular, la calma se mantuvo como su principal virtud. El importante ahí era Rhooh. ¿Qué sucederá?
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Los cuerpos sin vida adornaban, el ahora lúgubre campamento imperialista. Los ríos de sangre se extendían, atrayendo la presencia de animales acechadores, quienes querían deleitarse con la sangre casi fresca y sucia, que escapaban de aquellos miserables. Las habilidades de combate que mostró el muchacho captaron el interés del albino, pues, estaba seguro de que no se estaba esforzando y no vio alguna técnica diferente, solo mostró una Naturaleza de chakra " Este chico es más peligroso de que lo parece. " Pensaría aún sin desactivar aquellos ojos, que fácilmente podrían ser confundidos con un Dōjutsu.


— Vas al frente. — Un rápido corte sería ejecutado hacia un costado, esparciendo de esa forma la sangre que manchaba la hoja ardiente de Taiyō, y así, cuidadosamente envainarla, dando un paso y posterior a ello, iniciar una carrera tomando el mismo trayecto que chico del sombrero tomó, hasta alcanzarlo y situarse a su derecha, con casi tres metros de separación. Lo escuchado hizo que Rhooh frunciera el entrecejo ligeramente. ¿De dónde conocía a Khal, el Uchiha? ¿Acaso también abandonó la aldea o este chico actúa como un informante? Eran demasiadas preguntas, pero él solo no podía encontrar la respuesta, tenía que indagar y preguntar.

— Tus habilidades de sigilo superan con creces las mías, como has podido notar soy un poco... "Directo". Además, acabaste con múltiples enemigos, usando esa espada envuelta en chakra Raiton. Puedo decir que tu control sobre el chakra es Avanzado, incluso para alguien de tu edad. — Él no sabía la edad de Samuru aún, y por esa razón dijo aquello al final, creyendo que tiene al menos unos 17 en adelante — Uchiha Khal. ¿De dónde lo conoces? — Cuestionó sin voltearlo a mirar, y aún así lo tenía bajo su línea de visión.


Ahora tenía más curiosidad ¿Qué está ocultando realmente Samuru? El misterio generaba un ambiente frío y ambiguo, Rhooh ya no sabía que pensar claramente. Y, justo cuando iba a preguntarle algo más, una escena congelaría la sangre del desertor. Aquella amable mujer, que anteriormente los atendió a él y Samuru, apareció de la nada. Con dos infantes sin vida, y su sangre goteando, entre sus brazos. Lo primero que se vino a la mente de Rhooh fue el nacimiento de Ken y Asako, sus dos hijos menores.


— Vaya, vaya. Resultaste ser una perra loca. — Un insulto fue lo que dijo, y su semblante serio no cambió para nada, pese a que cada célula de su cuerpo, le pedía y gritaba que atrapara la fémina y la torturara durante días. Pero, un Shinobi no puede dejarse llevar por las emociones, estaría actuando mal y él no es esa clase de Ninja. — Imagino que observaste lo sucedido en el campamento. ¿Qué te hace pensar, qué tienes oportunidad contra cualquiera de los dos? — Agregó una sonrisa y semblante que expresaba una absoluta confianza. Pero en el fondo, su corazón estaba triste, nuevamente había fallado y eso se podía notar, desde el momento que su mirada su ensombrecia lentamente.

— ¿No es necesario que ella siga con vida, cierto? — Una única respuesta era lo que necesitaba. Su amplio rango de visión, le permitiría iniciar una búsqueda visual en busca de más personas como ella, aunque solo podía detectar fuentes de chakra en un rango corto, cincuenta metros. — ... — ¿Acaso él no quería matarla realmente? — No. La muerte la salvaría de su destino. — Se retractó al instante, levantando la cabeza. Sólo quedaba que el chico diera luz verde, seguramente aunque no esté triste, tal vez esté furioso.
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En primera instancia, Rhooh se mostró enojado, triste, aunque superficialmente quisiera demostrar tranquilidad y confianza. Es como si Samuru pudiera ver dentro de él. Sí, él no posee poderes especiales, pero las duras experiencias de vida que ha atravesado a su corta edad le han permitido entender las reacciones de las personas frente a actos de injusticia, de demostración de lo cruel que puede llegar a ser el mundo. — No necesitas una confirmación de mi parte, deberías saberlo. — Respondió el de sombrero con una auténtica calma. Puede que sea peculiar, pero él realmente no se mostraba afligido. Y normal, podríamos decir que él ya se esperaba este desenlace.

¿Por qué hiciste esto? Confiamos en ti, ellos confiaron en ti. — Cuestionó a la fémina. Haría las preguntas en lugar del albino, queriendo obtener respuestas que puede que él también desee. La mujer, que ya mostraba una vestimenta más acorde a la de una Kunoichi, no tardó en responder. — Estos niños son los últimos integrantes de una familia que mandaron a matar. Usé a los soldados para con su madre, y ahora a ustedes para zafar tranquila de todo. Nunca deben confiar en nadie en este mundo, ingenuos. — En caso de que Rhooh intente una ofensiva en su contra, ella dejaría caer bombas de humo en el piso y desaparecería. Incluso con los ojos del renegado de Konoha, sería imposible dar con ella. Es como si se hubiera esfumado.

Hubo segundos de silencio en los que Samuru no quiso alzar la voz, quiso darle tiempo de procesamiento a su compañero. — Lo que dijo es verdad. A mi familia le sucedió lo mismo. Todos murieron, solo yo sobreviviendo a base de fuerza y dolor. — Avanzó unos cuantos pasos para luego girar y quedar de frente a Rhooh, quedando una distancia de apenas dos metros entre ambos. — Es cierto que no debes confiar en nadie, pero, por favor, hazlo en mí. — Estiró el brazo derecho con el mano empuñada, ofreciéndole un saludo de choque de puños que significaría un trato, una alianza.

Préstame tu fuerza para cambiar este mundo. Acabemos con esto de una buena vez. Khal y otros ninjas ya están en esto. Sin fuerza no lograremos nada. Yo no poseo el poder suficiente para hacer esto solo. Te necesito. — ¿Confiará en él? ¿Le creerá? Solo Rhooh tiene la respuesta final, el poder de la decisión. En esta pequeña historia de reclutamiento, el renegado es el protagonista, pero el de prominente sombrero también es un personaje importante, uno que quiere causar un impacto y una evolución en el protagonista.

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Cuando esperaba una indicación sobre como proceder adecuadamente ante tal situación amarga. La actitud calmada y despreocupada del chico, haría que Rhooh lo observará de reojo " Este chico... ¿Acaso no les importaba? " Una vez más estaba confundido. Sin embargo, durante ese intervalo, dónde su mente procesaba el como actuar inmediatamente contra la segadora. La pregunta de Samuru, haría que Rhooh aún mantuviera silencio.

Las palabras de la asesina, crueles y frías, solo provocó que la furia y el instinto homicida en el desertor se acrecentaran. Ni siquiera se había percatado, el momento en el que su izquierda tomó el mango de la Katana. Era como si su cuerpo fuera actuado acordé a las emociones negativas. — Asesinar a Ninjas es lo normal. ¿Pero porqué niños indefensos? Eso es una atrocidad, sólo nuestros ancestros lo hacían en sus tiempos de guerra. — 


Estaba listo para decapitarla, pero tras una rápida maniobra de escape, ella se esfumó. Nuevamente, escuchó a Samuru. Sus palabras hicieron que Rhooh bajara la mirada, a diferencia de él, tuvo una infancia normal con sus padres, hasta el día que abandonó Kisaragi para irse a Konoha e iniciar su formación como Shinobi. " Lamento que hayas tenido que vivir lo mismo. "  Diría en su mente alzando la mirada y en ese momento el chico del sombrero estaba ante su línea de visión.


Observó el movimiento de su brazo y mano, había formado un puño con esta. Le era difícil confiar en un sujeto capaz de usar chakra a la perfección, pero Samuru no le había dado motivos de desconfianza. " ¿Cambiar el mundo? Este chico debe estar loco. Sin embargo, debo reconocer que sus ideales son... " La firmeza y realidad en las palabras del chico, sonaron bastante creíbles para el albino. " Así que Khal también. " Esbozó una sonrisa con el entrecejo fruncido — Cuenta conmigo. — Su brazo se había estirado con la mano formando un puño y chocaría contra la suya — Permíteme usar toda la fuerza que poseo, y apoyaré los objetivos necesarios, aunque manche mis manos con sangre y pierda la vida durante el proceso. Había olvidado lo que significa ser leal a una causa desde que abandoné la hoja. Pero, gracias a ti, he encontrado un nuevo camino ninja, mocoso. — Todo este tiempo perdido en un mundo oscuro y silencioso, había quedado atrás hasta el día de hoy. El reclutamiento había resultado ser un completo éxito para Samuru, y un nuevo integrante a su organización ingre se sumaría a su poder militar — Taiyō y yo, estamos listos para luchar por un cambio al mundo, chico, cuenta con nosotros. — 
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Una ligera sonrisa se posó en su rostro al ver cómo el choque de puños que propuso fue aceptado. Un nuevo integrante se unía a sus filas y ese era motivo más que suficiente para estar contento. — Puedo verme joven y no tener tu edad, pero seré un mocoso que traerá el cambio que todos esperamos. — Para inspirarle más confianza a Rhooh, Samuru optó por mostrarle una pizca del potencial de su poder.

Del cuerpo de nuestro amiguito comenzaría a emerger ese peculiar chakra color violeta que solo se le puede ver a aquellos que comparten su sangre, pero de los cuales no quedan muchos a lo largo y ancho del mundo. Esta energía se fue extendiendo hacia atrás y poco a poco adoptando la forma de un dragón inmenso, el cual mostró los colmillos frente al albino. — Lo lograremos. No hoy, no mañana, pero aquel que domina la paciencia será aquel que podrá dominar el mundo. — Así terminaría este encuentro o, como también se le podría denominar, misión de reclutamiento. El de cabellos azules podía regresar a la base con buenas noticias.

Saltándonos unos días, Samuru y Rhooh caminarían juntos camino a la guarida en donde debían encontrarse los demás integrantes de Kakusei. Su trayecto los llevaría a una peculiar aldea en donde, a esas horas del mediodía, había una gran concurrencia de personas. Incluso costaba mucho caminar sin chocarse con toda la multitud. Pero, de un momento a otro, se escucharían risas cuyas voces sonarían conocidas para ambos, pero que podrían tener más repercusión en el veterano de Konoha. Sí, aquellos niños que deberían estar muertos, es como si sus tiernas risas llegaran hasta sus oídos. Sin embargo, con todo el ruido de la gente costaba mucho buscarlos.

Dentro de muy poco es la hora acordada para reunirnos con el resto. Apresurémonos, señor Rhooh. — Lo tomó de la ropa y saltó hacia un edificio, jalándolo, comenzando a avanzar con rapidez y marchándose del pueblo. Es como si hubiera querido distraer al albino para que no se concentre en buscar el origen de esas peculiares risas. No tendrá la oportunidad de saciar sus dudas en esta oportunidad, pero quizás sea lo mejor.

Esta breve pero interesante historia llegó a su fin.

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