Quien acompaña al Yuki en esta ocasión es Shokan, individuo que conoció en la reunión con los aficionados de las espadas y, aparentemente, conocía la mayoría de técnicas que le permitía su rango. Esto significa que su variedad de técnicas está a un nivel bastante decente, pero obviamente Nagi no se queda atrás. — Oye, espero que entre tus maestrías ninjas, hayas escogido alguna que nos permita dar con el paradero de los prisioneros. — Comentó. Ambos corrían a un ritmo veloz, pero no demasiado intenso. El bosque los protegía y les avisaría de cualquier peligro que pueda aparecer. Es difícil que se pueda mover sin hacer ningún ruido, menos si eres un reo que hasta hace unas horas, creías que no verías de nuevo la luz del sol.
— Según la información, uno de ellos era especialista en técnicas de sello y por eso era peligroso, pero de los otros hay poca información. — Esto sí que era extreño. Normalmente asumiría que tenían un expediente con la información de los reclusos, pero en este caso puntual había una excepción. ¿Acaso alguien que trabaja en la prisión los ayudó? Puede ser.
— Si Kiyoko y su novio te reclutaron para ese grupo, de seguro eres fuerte. Espero no me emociones lo suficiente como para atacarte yo mismo. — El tono con el que dijo estas palabras fue bastante amistoso, así que Shokan no debería tomárselas como advertencia o amenaza. Simplemente es que Nagi tenía como hobbie pelear contra individuos fuertes.
La conversación que tenían ambos shinobis de Kirigakure tendría que detenerse, pues parecía que se activó una trampa, explotando varios sellos explosivos a la vez alrededor de los protagonistas. Lo peculiar es que ninguno podría hacerles daño. ¿Acaso buscaban sorprenderlos con el humo, aprovechando que no podrían ver? Nagi no dijo ninguna palabra para contactarse con su dupla, pues eso delataría más su posición ante un posible ataque sorpresa.