¿Qué traía al joven Shokan a visitar los predios de la Isla? Simple. Había sido encomendado con una misión de rescate por parte del Imperio. Se trataba de una pequeña banda de criminales de la facción de Kirigakure. Estos a pesar de ser pocos, contaban con una excelsa organización y habrían orquestado ya varios atentados a la seguridad de la isla y a su mínimo habitantes y visitantes.
— ¿A quién debo esperar exactamente? — Consultó el joven de cabellos azules y dorados. Su cuerpo reposaba en una cómoda silla de madera, colocada allí sobre la tierra, a la intemperie de la costa de la isla. — Nuestra información sugiere que realicemos una operación de cautela, la isla en sí es bastante extensa y no podemos cubrir toda su extensión, pues no poseemos el personal adecuado para ello. — Explicó el emisario del imperio.
— Deberás colaborar con una Kunoichi del País de la Hoja. Estas alianzas no son muy comunes y esperamos que te desenvuelvas con eficiencia y nada más. — Exigió el emisario cerrando aquella pequeña carpeta y ocultando la información restante.
El asentamiento imperial estaba a aproximadamente unos 10 o 15 metros como mucho de la costa que encara hacia la Capital, los navíos o barcos tenían prohibido utilizar la ruta marítima cercana a la Isla Verdana debido a los numerosos ataques y secuestros, por ende él y su compañera serían trasladados de manera individual antes de comenzar con la operación de rescate.
Shokan preparó su equipamiento y empezaba a trazar posibles desenlaces, así como cada movimiento que pudiesen realizar antes de que dicha operación iniciará, su compañera siquiera había arribado, por lo cual tendría algunos minutos de sobra para prepararse antes de la llegada de la joven desconocida. — Todo ha quedado muy claro, esperaré aquí a mi compañera y llevaremos adelante el encargo. — Respondió finalmente el joven Jounin observando como el emisario del imperio se retiraba en uno de aquellos muy pequeños navíos que habían sido predispuestos para la movilización de los activos.