La tarde era calmada. La academia estaba casi solitaria, con los corredores en silencio y la luz de la tarde iluminaba todo con un resplandor dorado rojizo. El viento mecía las hojas de las copas de los árboles, siendo éste el único sonido que se podía escuchar. Ahí, en la biblioteca, yacía yo bajo uno de esos haces de luz que provenían de la ventana, revisando pergaminos respecto al control de chakra y unos libros respecto al arte ninja del Emaki Ninpo.
Sai, un viejo shinobi de Konoha, había sido un representante admirable de ese arte, y sucesivamente hubo otros más. Pasaba las páginas, tomando apuntes de lo que me podía interesar. A mi derecha habían libros apilados, algunos de ellos eran sobre el funcionamiento de los sellos, cómo funcionaban, liberaban su chakra y ejercían su influencia.
De un momento a otro, se comenzaron a escuchar murmullos, luego, un alboroto, casi en los gritos. Cosas caían y se rompían en algún lugar de la academia. Cerré mi libro y me puse a escuchar.
El alboroto se aproximaba y fue ahí cuando me asomé. Había varios ninjas de menor nivel, luchando en el patio con una especie de árbol vagamente humanoide.
-¿Que es eso?- les grité, viendo que apenas podían contra ese monstruo. Rápidamente, liberé de mi pergamino un tigre de tinta, el cual impactó al árbol, pero tras esto, éste aplastó el dibujo en un charco de tinta.
-Un error. Estaba inventando un nuevo jutsu, pero algo salió mal- dijo una chica de enormes lentes en espiral, alta y de aspecto delgado.
-¿Un error? ¿Estabas estudiando como crear árboles monstruos? !Porque fue un éxito!- le grité, esquivando junto con ella el impacto del árbol. Otros dos chicos lanzaban sus kunai y shuriken, pero poco hacían en la madera. Uno de ellos lanzó shuriken envueltos en fuego, pero apenas lograban crear una quemadura en esa corteza.
Derramando mi tinta en el suelo, hice los sellos y logré crear serpientes de tinta, que aunque no lograron inmobilizarlo, entorpecieron sus ramas-piernas.
-Aléjense- les dije, lanzando un kunai con un sello explosivo. Hice un sello y se generó una explosión en la espalda del árbol, dañando su tronco. El árbol se sacudió y se giró, lanzando una andanada de rocas y tierra.
Creé un torbellino de aire, desviando los golpes de la tierra y algunas rocas, permitiéndome evitar las rocas grandes. El grito de uno de los chicos que había quedado atorado de un brazo, con una roca contra la pared, me puso en alerta.
-!Cúbranme!- les grité. Los dos shinobis lanzaron sus kunai con sellos explosivos, destruyendo las piernas-raíces del árbol. Traté de quitar la roca, pero era enorme. El árbol disparó sus hojas, las cuales causaron una lluvia de filos, como shuriken, dañando a los dos shinobis y a mí, ya que cubrí con mi cuerpo al chico atrapado.
Varios de mis pergaminos fueron destruidos, pero me quedaban 2 intactos. Creé un enorme dragón de tinta. El enorme dragón cargó contra el árbol, abalanzándose contra éste. En vez de empujarlo 20 metros, apenas lo hizo retroceder 2, en lo que el árbol detuvo su avance. Luego, el dragón atacó con sus garras y fauces, desgarrando su corteza y su tronco.
El monstruoso árbol destrozó al dragón de un poderoso golpe concentrado. Aquel monstruo deshizo mi creación, y no sólo eso, sino que comenzó a regenerarse.
Derramé sobre mi cabeza mi tinta, ya no me quedaban lienzos, pero yo era mi propio lienzo. La tinta recubrió mi cuerpo, tomando una forma similar a un ave humanoide minimalista, que asomaba sus garras y cabeza desde mis ropas. El árbol disparó de nuevo sus hojas, filosas, pero rebotaron contra mi armadura.
Me moví de un lado a otro, tracé una línea con mi mano y lancé una ráfaga concentrada, destruyendo sus ramas con hojas de su cabeza. Corrí hasta quedar cerca y lancé una patada ascendente, lanzando una corriente de aire ascendente, dejándolo suspendido en el aire apenas unos metros.
Ahora, realicé los sellos, soportando una lluvia de astillas que emanaron desde la corteza del árbol, inhalé a fondo y disparé una ráfaga de viento cortante. Finalmente, sus brazos-ramas y sus piernas-raíces fueron cortados, y el tronco quedó profundamente dañado.
Finalmente, me aproximé hasta el tronco dañado y sin darle oportunidad de reaccionar o regenerarse, comencé a moldear chakra en mi mano.
-!Rasengan!- grité, impactando el árbol con la esfera de energía. Haciendo volar en pedazos el tronco. Llovieron pedazos de madera.
Todos los chicos se me quedaron viendo, finalmente corrieron a auxiliar a su amigo. Debía descansar y dar un reporte al respecto, pero primero quería descansar. Ese monstruo era resistente y con bastante regeneración, además de muy fuerte.
Me tumbé de espaldas y respiré profundo, descansando un buen rato.
Sai, un viejo shinobi de Konoha, había sido un representante admirable de ese arte, y sucesivamente hubo otros más. Pasaba las páginas, tomando apuntes de lo que me podía interesar. A mi derecha habían libros apilados, algunos de ellos eran sobre el funcionamiento de los sellos, cómo funcionaban, liberaban su chakra y ejercían su influencia.
De un momento a otro, se comenzaron a escuchar murmullos, luego, un alboroto, casi en los gritos. Cosas caían y se rompían en algún lugar de la academia. Cerré mi libro y me puse a escuchar.
El alboroto se aproximaba y fue ahí cuando me asomé. Había varios ninjas de menor nivel, luchando en el patio con una especie de árbol vagamente humanoide.
-¿Que es eso?- les grité, viendo que apenas podían contra ese monstruo. Rápidamente, liberé de mi pergamino un tigre de tinta, el cual impactó al árbol, pero tras esto, éste aplastó el dibujo en un charco de tinta.
-Un error. Estaba inventando un nuevo jutsu, pero algo salió mal- dijo una chica de enormes lentes en espiral, alta y de aspecto delgado.
-¿Un error? ¿Estabas estudiando como crear árboles monstruos? !Porque fue un éxito!- le grité, esquivando junto con ella el impacto del árbol. Otros dos chicos lanzaban sus kunai y shuriken, pero poco hacían en la madera. Uno de ellos lanzó shuriken envueltos en fuego, pero apenas lograban crear una quemadura en esa corteza.
Derramando mi tinta en el suelo, hice los sellos y logré crear serpientes de tinta, que aunque no lograron inmobilizarlo, entorpecieron sus ramas-piernas.
-Aléjense- les dije, lanzando un kunai con un sello explosivo. Hice un sello y se generó una explosión en la espalda del árbol, dañando su tronco. El árbol se sacudió y se giró, lanzando una andanada de rocas y tierra.
Creé un torbellino de aire, desviando los golpes de la tierra y algunas rocas, permitiéndome evitar las rocas grandes. El grito de uno de los chicos que había quedado atorado de un brazo, con una roca contra la pared, me puso en alerta.
-!Cúbranme!- les grité. Los dos shinobis lanzaron sus kunai con sellos explosivos, destruyendo las piernas-raíces del árbol. Traté de quitar la roca, pero era enorme. El árbol disparó sus hojas, las cuales causaron una lluvia de filos, como shuriken, dañando a los dos shinobis y a mí, ya que cubrí con mi cuerpo al chico atrapado.
Varios de mis pergaminos fueron destruidos, pero me quedaban 2 intactos. Creé un enorme dragón de tinta. El enorme dragón cargó contra el árbol, abalanzándose contra éste. En vez de empujarlo 20 metros, apenas lo hizo retroceder 2, en lo que el árbol detuvo su avance. Luego, el dragón atacó con sus garras y fauces, desgarrando su corteza y su tronco.
El monstruoso árbol destrozó al dragón de un poderoso golpe concentrado. Aquel monstruo deshizo mi creación, y no sólo eso, sino que comenzó a regenerarse.
Derramé sobre mi cabeza mi tinta, ya no me quedaban lienzos, pero yo era mi propio lienzo. La tinta recubrió mi cuerpo, tomando una forma similar a un ave humanoide minimalista, que asomaba sus garras y cabeza desde mis ropas. El árbol disparó de nuevo sus hojas, filosas, pero rebotaron contra mi armadura.
Me moví de un lado a otro, tracé una línea con mi mano y lancé una ráfaga concentrada, destruyendo sus ramas con hojas de su cabeza. Corrí hasta quedar cerca y lancé una patada ascendente, lanzando una corriente de aire ascendente, dejándolo suspendido en el aire apenas unos metros.
Ahora, realicé los sellos, soportando una lluvia de astillas que emanaron desde la corteza del árbol, inhalé a fondo y disparé una ráfaga de viento cortante. Finalmente, sus brazos-ramas y sus piernas-raíces fueron cortados, y el tronco quedó profundamente dañado.
Finalmente, me aproximé hasta el tronco dañado y sin darle oportunidad de reaccionar o regenerarse, comencé a moldear chakra en mi mano.
-!Rasengan!- grité, impactando el árbol con la esfera de energía. Haciendo volar en pedazos el tronco. Llovieron pedazos de madera.
Todos los chicos se me quedaron viendo, finalmente corrieron a auxiliar a su amigo. Debía descansar y dar un reporte al respecto, pero primero quería descansar. Ese monstruo era resistente y con bastante regeneración, además de muy fuerte.
Me tumbé de espaldas y respiré profundo, descansando un buen rato.