[Combate de Coliseo] Nagato V Zamuru
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Era un día cualquiera, aparentemente. El viaje hacia el País del Viento para buscar más información sobre Benji Emaki, los Emaki Ninpo y los secretos de la tinta, decidí desviar mi camino rumbo Sunagakure, ahora dirigiéndome hacia una zona cercana en donde se llevaban a cabo combates.

Logré llegar hasta el coliseo, y tras lograr ingresar pude ver los combates. Varios luchadores ninjas y no ninjas, usando distintas artes marciales y armas, era algo interesante de ver. El coliseo estaba lleno de gente y edecanes bastante agradables a la vista. Algunos sujetos me veían extraño, pues mis ropas hechas de costal me hacían ver como un esclavo o como un indigente.

Me acerqué hasta uno de los organizadores y pregunté por los requisitos de la lucha. Era un sujeto gordo, vestido completamente de blanco y con un sombrero blanco muy alto.

-¿Quieres luchar en el coliseo? Vaya, niño, no tenemos categoría infantil, regresa en unos 8 o 10 años- dijo el sujeto.  Le mostré mi bandana.

-Uh, mi nombre es Sasuke Uzumaki, de Kohona-les dije, con mi mirada seria. Aquel hombre observó mi bandana, le ordenó a uno de sus subordinados que la inspeccionara y confirmó que era real.

-Bueno, niño, felicidades, te anotaremos en la siguiente batalla. Espero que luego no te quejes-dijo el sujeto, ordenándole a un segundo subordinado que me diera un número de participante.

Habría dado un nombre falso para no comprometerme tanto, pero eso no me importaba mucho. Esperaría mi llamado y, mientras eso pasaba, iría a la sala de espera con el resto de luchadores. Muchos me veían y se reían, otros me ignoraban y algunos se veían confundidos de ver a un niño en la sala de lucha.

-Eh, niño ¿te has perdido?- me cuestionó un luchador, una montaña de 2 metros y medio, musculoso y con varias cicatrices.

-Eh matado y visto morir a cientos, ¿que más da uno más?- le dije sonriente, dándome un falso valor para tratar de intimidarlo.

-Jajaja, vaya, vaya. Ojalá no llores cuando te rompan los huesos-dijo el sujeto, alejándose.

Lo que él no sabía, es que era yo quien podría romperle los huesos. Como fuera el caso, seguiría esperando mi turno, acercándome por mientras a una de las organizadoras para buscar algo de alimento y bebida. Agua fresca y unas tripas de cerdo fritas. 

-¿Quién sería mi oponente?- pensé mientras esperaba.
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