Era un día Cálido de verano, ya entrando para Otoño, los Jóvenes ya estaban entrando a sus clases típicas de estudio para volverse unos ninjas capaces de hacer lo que un mundo lleno de guerras, batallas y demás estaba listo para acabar con su vida, igual que la de los Ninjas jóvenes. Terrible fue la sorpresa que le dieron, pues vieron al que algunos llaman el Gennin eterno, pues empezó a las 12 y ya con casi 19 estaba en el mismo rango de su entrada. Habían pasado unos días desde que el nuevo Dios haya tomado su respectivo poder. Yo, un gran retactor de que un shinobi sea maltratado y obligado a seguir a una persona. Me ví en la obligación de llevar una palabra de salvación a las escuelas. Desde que ese maldito Dios entro a nuestro mundo, todo ha cambiado. Se le está enseñando desde un principio que no todos podemos luchar, sólo los capacitados. Y que era mejor morir, que luchar. No estoy de acuerdo con ello.
Así que entré, cómo normalmente lo hago. Saludé a mis compañeros antiguos que ahora eran shinobis de un tal Dios, ni siquiera me sorprendí. Pensaban que yo también era uno de ellos, y claro como no. Yo soy una persona ansiosa de poder, alguien que hace lo que fuese por unas cantidades de poder absurdas, pero no fue el caso. Es una abominación ese clase de personas que siguen a ese tipo. Yo por el destino, tenía que hacerme pasar por ellas.
Entre a mi antigua sala, saludé y con un respeto le pedí permiso a otro amigo mío de tomar su hora. Él si me acompañaba en qué el Imperio era una mierda. Yo también, pero no nos quedaba otra opción. Con fuerza. Saludé también a los Alumnos y tomando aire. Empecé a Hablar. - Hola Estudiantes del salón 1-A, soy Viejo amigo de su profesor y a la vez compañero suyo. - Tomé un suspiro y a la vez que escribía algo en la pizarra. - Antes de que piensen que soy un Loco, quiero aclararles algo. Estuve en la batalla contra el Dios Shinobi, peleé y con todas mis fuerzas intenté acabar con él. ¿Pude?, Claro que no, mis compañeros, mis familiares tampoco, ellos y yo no estábamos en nuestros mejores momentos. ¿Ustedes lo están?, Están a punto. Quiero irme ya, pues posiblemente algunos Ninjas del imperio me estén buscando, pero volviendo al punto. Quiero que ustedes acaben con él, quiero que terminen con lo que parece el fin de la era de los Ninjas. Por favor, luchen, acaben con esa amenaza. Que nosotros los Viejos no pudimos acabar. Les depósito mi confianza, h por términos de lucha y que no estoy por pelear, tengo que retirarme. Los espero muchachos. - Hablé y reafirme mi postura. Lamentablemente no pude acabar porque escuché como llegaban los lacayos del imperio, así que rompí la ventana y salí del lugar corriendo, mientras corría. Pensé en la palabra de orgullo que dejé, y me sorprendí con mi poder encarnado. No iba a dejar que los Ninjas murieran tan fácil.
Así que entré, cómo normalmente lo hago. Saludé a mis compañeros antiguos que ahora eran shinobis de un tal Dios, ni siquiera me sorprendí. Pensaban que yo también era uno de ellos, y claro como no. Yo soy una persona ansiosa de poder, alguien que hace lo que fuese por unas cantidades de poder absurdas, pero no fue el caso. Es una abominación ese clase de personas que siguen a ese tipo. Yo por el destino, tenía que hacerme pasar por ellas.
Entre a mi antigua sala, saludé y con un respeto le pedí permiso a otro amigo mío de tomar su hora. Él si me acompañaba en qué el Imperio era una mierda. Yo también, pero no nos quedaba otra opción. Con fuerza. Saludé también a los Alumnos y tomando aire. Empecé a Hablar. - Hola Estudiantes del salón 1-A, soy Viejo amigo de su profesor y a la vez compañero suyo. - Tomé un suspiro y a la vez que escribía algo en la pizarra. - Antes de que piensen que soy un Loco, quiero aclararles algo. Estuve en la batalla contra el Dios Shinobi, peleé y con todas mis fuerzas intenté acabar con él. ¿Pude?, Claro que no, mis compañeros, mis familiares tampoco, ellos y yo no estábamos en nuestros mejores momentos. ¿Ustedes lo están?, Están a punto. Quiero irme ya, pues posiblemente algunos Ninjas del imperio me estén buscando, pero volviendo al punto. Quiero que ustedes acaben con él, quiero que terminen con lo que parece el fin de la era de los Ninjas. Por favor, luchen, acaben con esa amenaza. Que nosotros los Viejos no pudimos acabar. Les depósito mi confianza, h por términos de lucha y que no estoy por pelear, tengo que retirarme. Los espero muchachos. - Hablé y reafirme mi postura. Lamentablemente no pude acabar porque escuché como llegaban los lacayos del imperio, así que rompí la ventana y salí del lugar corriendo, mientras corría. Pensé en la palabra de orgullo que dejé, y me sorprendí con mi poder encarnado. No iba a dejar que los Ninjas murieran tan fácil.