[+18] [Monotema] La sensei
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Podía sentirlo. Su cuerpo era mas grande que el mío, suave y cálido. Su gran pecho, separado de mi piel por su malla y mi playera negra, se sostenía sobre mis hombros y abrazaba mi cabeza, suavemente, como dos nubes que lloverían agua tibia.

-Por dios, Chihiro ¿volviste a beber?- le cuestionó el sensei Yamato al verla, moviendo la cabeza de un lado a otro. Ella, sin abrir los ojos, sólo sonreía y decía algo que no se le entendía. Estaba oscureciendo cuando la encontré durmiendo bajo un árbol en la academia, mientra entrenaba mis técnicas para el próximo examen de ascenso. Ella era alta, casi de 1.90, con cuerpo exuberante y tonificado.

-No tengo tiempo para lidiar con ella, me necesitan en la oficina del kage, por favor llévala a que le caiga agua fría-dijo el sensei- y de ahí a la enfermería. La enfermera ya sabe que hacer en estos casos...

Ella se aferró más a mí, abrazándome con más fuerza y pegando más su cuerpo contra el mío. Para poder sujetarla mejor, llevé mis manos hacia atrás, sosteniéndola de su espalda, aunque sus piernas arrastraban. Bajé más las manos para acomodarla, sintiendo sus muslos tonificados.

Tras arrastrarla un buen tramo de la academia, entré con ella a los gimnasios. Ella seguía sonriendo y, quizás, soñando, moviendo sus brazos, frotándome su suave cuerpo contra mi rostro. Finalmente llegué a las regaderas y tras abrir la llave, la coloqué bajo el chorro del agua.

Intenté quitármela de encima, pero su agarre era muy fuerte. Nos pusimos ambos bajo el agua. Pasado un tiempo, pareció incomodarse, extendió la mano y abrió el agua caliente. El agua me escurría desde su cuerpo, y aunque su peso comenzaba a cansarme, había algo interesante en todo esto. Era agradable.

-Sensei, despierte-dije, tratando de quitármela, reaccionando ella como quien quiere despertar a una niña que no quiere ir a la escuela.

-Shhhh- me dijo, volviendo a dormir. 

El lugar se llenó de vapor y se seguía llenando de vapor. Poco a poco, intenté escurrirme entre sus atributos exuberantes, tratando de zafarme de su fuerte agarre. Traté de seguirla cargando, pero al acomodármela de nuevo, sentí los músculos de sus glúteos, los cuales además eran firmes. Rápidamente la solté, esperando que no despertara y me rompiera los huesos, pero continuaba durmiendo.

Su peso me venció, y caí al suelo con su cuerpo encima. 

-Shhh, te mueves mucho-dijo la sensei, balbuceando, acomodándose encima de mí. Su pecho cubría casi toda mi cabeza, sólo podía ver hacia el piso, sintiendo su calor mezclado con el del agua caliente.

-No... no... es mi sandwich... -balbuceaba la sensei, aún dormida. 

-Sensei...-volví a decirle, volviendo a tocar hacia atrás, tocando su trasero con ambas manos. Ella a veces sólo se acomodaba, pero no despertaba. Traté de librarme de su agarre, pues el agua caliente del piso comenzaba a aumentar su temperatura. Ya que los toques y apretones ahí no funcionaban, traté de mover sus brazos, pero eran como estatuas de acero, aferradas alrededor de mi cuello. Fue cuando toqué entonces su pecho. 

-Despierte... me aplasta...-le decía, pasando mis manos sobre su cuerpo, sólo separados por la malla transparente. Pasé mis manos sobre sus grandes atributos, lentamente pasé mis manos por la punta de sus pechos y aún cuando me decidí a apretar, no se despertó. Seguí así un rato más, aprovechando mi oportunidad, hasta que se giró, dejándome de frente hacia el chorro del agua caliente.

-!Sensei!- grité, retorciéndome tras sentir la lluvia caliente sobre mi abdomen y rostro. De pronto, ella abrió los ojos, y con dificultad, se puso de rodillas. 

-Asura, ¿que sucede?- me preguntó recién despertando. Finalmente me soltó y pude separarme un poco de ella.

-Se quedó dormida en el patio y el sensei Hayato me pidió que la despertara con agua fría... pero usted se aferró muy fuerte de mí, abrió el agua caliente y me venció su peso-traté de explicarle, nervioso.

-Ya veo... si, me quedé dormida-dijo la sensei, tratando de ponerse de pie. Bostezó y luego volvió a recargarse sobre mí.

-Llévame con la enfermera... ella sabe que hacer...-dijo la sensei, pero al no recibir respuesta, abrió sus ojos. Ya habían pasado casi un par de minutos, y al abrazarme apretó mi rostro contra su pecho, y ya había dejado de moverme.
...

Tras recuperar el aliento, logré ayudarla a llegar hasta la enfermería. La ayudé a sentarse y se volvió a quedar dormida.

La enfermera se acercó a ayudarla, mientras yo me retiraba del lugar. Estaba mojado y el exterior me dio frío, pero sólo metí mis manos en mis bolsillos y me fuí de ahí. 

Había sido una tarde y noche muy extraña, pero no desagradable. La sensei tenía un problema con la bebida, pero había tenido la oportunidad de sentirla más de cerca. Mucho.

Regresaría a mi palacio, regresando a mi habitación para tomar un refresco del refrigerador y comer un trozo de pizza fría. Me cambié la ropa y encendí mi televisor mientras me recostaba en mi cama. No se cómo se comportaría la sensei al día siguiente, pero ahora era hora de descansar.
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