Recuerdos de Satoru - Parte 2 [monotema]
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...Ya estaba amaneciendo y vio al Anciano meditando al pie del gran árbol, allí estaba esperándolo...


Otra mañana fría pensaría Satoru aunque por suerte el cielo estaba despejado, cosa que no solía ocurrir en el Norte del País del Trueno. Esto fue interpretado como un presagio para Satoru. -Un buen viaje me espera.- se dijo así mismo mientras caminaba hacia su Maestro. -Hoy es mi ultimo día en la comuna.- pensó, con algo de intriga se puso frente a su Maestro el cual estaba recibiendo la mañana con una meditación profunda.
Veo que ya estas preparado Satoru.- dijo el anciano al cabo que abría sus ojos y miraba a Satoru, el cual le devolvió la mirada con una sonrisa. 
-Así es Maestro, como usted me dijo, llevo la prenda adecuada y junto a mi corazón el emblema de la familia.- Luego de estas palabras el anciano sonrió y se puso en pie..-Sígueme.- Indicó el anciano mientras caminaba a paso lento en dirección a la cueva que se encontraba bajando por un camino a mitad del Cabo. En un completo silencio tras unos minutos de caminata llegaron a la entrada de dicha cueva. Desde allí se apreciaba la inmensidad del Océano, cientos de peñascos por doquier muy característicos de la zona y una espesa neblina debido a la cercanía con el mar y la altura del lugar esto hacia al lugar un tanto tenebroso, eso no lo detendría a Satoru, parecía estar acostumbrado. Estando acompañado de su Maestro la paz inundaba su cuerpo, Satoru se vio completamente anonadado al notar la estatua de piedra en la entrada a la cueva algo destruida por los años y con moho, pero sin dudas era la cabeza de un dragón! , ¿esta era la cueva que el Maestro había mencionado en sus historias?- pensó Satoru. Dejando de lado esa incógnita Satoru confiaba plenamente en su Maestro por lo que siguió sus pasos al momento de ingresar en la oscuridad de la Cueva.  Luego de unos pasos en la oscuridad el Maestro encendió unas lámparas de aceite que allí se encontraban 
-Increíble!-pensó Satoru la luz había revelado como era la cueva por dentro, en el centro una mesa redonda echa de piedra con algunos escritos que Satoru no pudo identificar, pequeñas ríos de agua caían por las paredes formando canales de agua que viajaban por el piso. Mientras Satoru alucinaba con el lugar su Maestro le dijo.-Como ya sabes luego de la cena de ayer eres parte de la Familia, y es mi responsabilidad otorgar la marca del Clan.- dijo el Anciano mientras sacaba de sus ropajes un pergamino con varias firmas y sellos que se desplegó hasta casi tocar el suelo.
-Necesito tu confianza Satoru sin ella no podremos completar el ritual- dijo el Anciano.
-Dígame qué tengo que hacer Maestro.- dijo Satoru.
-En este pergamino está la huella de  todos los miembros del Clan hoy ya solo quedamos unos pocos portadores de la marca, hoy recibirás una. Esta marca quedara por ti durante el resto de tu vida y nunca te podrás deshacer de ella...-
Satoru sabía que esto era importante a lo que asintió e hizo un saludo formal a su Maestro, luego de esto con el filo de una de las rocas de allí se hizo un corte en el pulgar para luego dejar su firma dactilar en sangre en el pergamino. 
-Excelente Satoru veo que ya te has dado cuenta de porqué estas aquí, solo queda un paso más.- indicó el Anciano mientras colocaba su mano en el hombro de Satoru señalando su confianza y orgullo por su discípulo.
-Aguanta Satoru, este es el último paso de la primer etapa como miembro iniciante-. -Debes Resistir el Dolor!- dijo el Anciano al mismo tiempo que se colocaba  por detrás de Satoru. Luego de una serie de sellos y palabras desconocidas para Satoru el Anciano comenzó el Ritual.
Satoru empezó a sentir un ardor en su espalda al mismo tiempo que rayos surgían de ellas. 
 -Confía en el Maestro pensó Satoru mientras gotas de sudor caían por su frente. El dolor fue aumentando considerablemente junto con un importante agotamiento de su cuerpo, parecía hacerse eterno... por unos momentos Satoru casi pierde la conciencia
-Un poco más - gritó el Anciano al mismo tiempo que decenas de rayos brotaron de la espalda de Satoru y golpeaban las paredes de la cueva e inclusive a su Maestro sin hacerle ningún tipo de daño al Anciano. Al finalizar Satoru se desplomó hacia el piso, aunque antes de caer el maestro lo sostuvo con su hombro llevándolo afuera de la cueva. A partir de esto Satoru ya portaba la marca o tatuaje simbólico, un dragón azul enrollado justo en el omoplato derecho…
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-Te has convertido en todo un hombre, esta semana de entrenamientos a dado sus frutos, estoy orgulloso - dijo el Anciano mientras ayudaba a recomponer a Satoru. Algo despistado por su desvanecimiento respondió Satoru
 -Soy el nuevo portador, no es cierto Maestro?.- dijo Satoru sonriéndole a su Maestro mientras se esforzaba por disimular su agotamiento.
-Como miembro más antiguo de te nombro oficialmente como nuevo portador de la familia - dijo el Anciano.
Luego del ritual ambos se dirigieron en dirección a la comuna para compartir su último almuerzo en familia. Pasaron unas horas de risas y anécdotas de cuando Satoru era un niño y de aquella vez que quiso huir, puros buenos momentos, más allá del arduo entrenamiento que le exigió su Maestro, Satoru los hacía con orgullo y completa certeza de que ese era su camino ninja. Todos esos fríos y extensas meditaciones habían convertido a Satoru en un digno Ninja, capaz de soportar largas batallas, con grandes virtudes como peleador, portando un gran carácter capaz de soportar la ira de cualquiera que se entrometieron en su camino, Satoru estaba listo para volver a su casa.
Llegado el momento de la despedida, nadie se lamentó, sabían que era el camino de Satoru y que no seria la ultima vez que lo viesen 
-Recuerda volver cuando estés listo para continuar, ¡Te esperamos aquí futuro gennin! - dijo el Anciano 
Al mismo tiempo que la Anciana le daba una bolsa con algunas medicinas y alimento para su viaje. -Que la paz viaje contigo, cuídate mucho querido Satoru.-exclamó la anciana.
Al cabo de unas horas Satoru ya  veía alejarse el Cabo Nuri donde había estado las 2 ultimas semanas que parecieron mucho mas tiempo.

 ¿Cómo enfrentaría esta nueva aventura? ¿Haría nuevos rivales? ¿Llegaría a tiempo a Konoha? ¿Cómo lo recibirán?. Todas estas dudas no detenían a Satoru, sino más bien le daban la motivación perfecta y lo llenarían de coraje para enfrentarse a lo que fuera... 

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