[Autonarrada] Rescate
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Las primeras horas de la mañana de aquella aldea llena de niebla. El sol era un punto blanco en el horizonte, y la niebla junto con las nubes creaban un resplandor plateado. Yo estaba lleno de energía, listo para otro día en la academia, cuando, en la entrada, se observó en el tablón de anuncios una misión.

Era una misión de rango D, en la cual se solicitaba rastrear una embarcación perdida. Tomé el volante y me dirigí a la oficina de la academia, en donde el sensei en turno tomó mi petición. Me entregó un pergamino con los datos de la misión y partí rumbo a los muelles, en donde me esperarían los representantes de la empresa de viajes.

Mientras saltaba de techo en techo, leí el pergamino, el cual indicaba que una familia se había perdido en un barco, junto con el barco. Los familiares de los desaparecidos estaban desesperados y los dueños de la empresa estaban estresados. Según algunos testimonios de pescadores, se creía que se trataba de un asalto de los múltiples bandidos del mar, o piratas.
 
Tras llegar al lugar en el muelle, una empresa de turismo con varios pequeños yates atracados en el muelle, el dueño del negocio, un hombre de edad avanzada, escaso cabello canoso y vestido con ropa tradicional se acercó a mí al verme.

-Debes ser el shinobi que solicitamos, estamos desesperados- dijo el dueño.

-En efecto, recibí la misión- dije tras hacer una breve reverencia- entonces ¿cree que se trate de piratas?

-No estamos seguros. Perdimos comunicación del día de ayer, y el localizador fue arrancado, así que sospechamos de un secuestro, no de un simple robo... si esta noticia llegase a saberse, arruinará mi reputación- dijo nervioso.

-Piense ¿algún enemigo o sospechoso?- le cuestioné.

-No, nadie. Soy querido en toda la zona, los cargadores del muelle me conocen y no hay otros negocios como el mío con quienes compita- dijo el anciano.

-Bien, según el reporte, la última vez que se supo de yate estaban cerca de los archipiélagos, ¿no es así?- le cuestioné.

-S...Si, ahí encontramos el localizador. Por favor, traiga a esa familia a salvo- me suplicó. Asentí con la cabeza.

-Haré lo posible, esperemos no sea tarde- dije para luego partir corriendo, saltando sobre el muro del muelle para seguir corriendo sobre el agua. Pronto estaría cerca del archipiélago, un lugar repleto de pequeñas islas de arena, con escasa vegetación y pobladas por cabañas viejas y muchas abandonadas. Varios botes de pescadores, hundidos y semi hundidos y otros encallados impedían que cualquier embarcación se acercara.

Bajo el agua, respirando gracias a mis branquias, desplazándome con cuidado entre los botes hundidos y semi hundidos. Tras inspeccionar unos momentos, dando vueltas entre los residuos, logré encontrar un yate semi encallado. Me acerqué a inspeccionarlo. Se trataba del mismo barco desaparecido, rodeado por botes y lanchas encalladas alrededor.

Podría tratarse de un naufragio, pero eso no explicaba el porque la radio no funcionaba ni porque el rastreador había sido arrancado. Por otro lado, pude observar un daño en la parte inferior del casco, como de una explosión que empujaba el acero hacia afuera.

Hice un sello y coloqué mi mano extendida en el agua. Pude notar que dentro del bote estaba el equipaje de los desaparecidos. Había un cadáver ahi flotando, por lo que entré a ver. Era el cuerpo del capitán, el cual tenía unas heridas llenas de peces, producidas por un arma afilada.

Comencé a salir del agua, y me escabulliría entre la escasa maleza, cubriéndome entre trozos de madera y haciéndome pasar por un perro con el Henge no Jutsu, me acercaría hasta donde una cabaña cercana.

Había cuatro sujetos armados en la cabaña, mientras que en un rincón yacía la familia, amarrada de manos y pies. 

Había que sacarlos de ahí, por lo que realizaría una estrategia. Tomaría una piedra y la arrojaría a la cabaña, para luego pegarme a un trozo de madera de escombro y cubrirme con una capa que tomaría la forma del trozo.

-¿Que es eso?- gruñó uno de los bandidos. Salieron dos bandidos con katanas en mano, merodeando por ahí.

-¿Quién eres? ¿Vienes con el dinero?- cuestionó uno de los bandidos.

Esperaría a que el primero pasara lo suficientemente cerca. Con un sello condensaría la niebla en torno a mi mano hasta hacer una katana. En cuanto el bandido me dio la espalda, salí de mi escondite y clavé la katana en su espalda, saliendo por su pecho. Dio un horrible chillido, cayendo de rodillas. 

Volví a esconderme.

El segundo bandido salió en auxilio de su compañero, encontrándolo de rodillas en el piso, escupiendo sangre.

-¿Quién te hizo esto?- gritó el bandido, acercándose a su compañero caído. En cuanto estuvo cerca de mí, volví a repetir el proceso, hiriendo al segundo.

El tercer bandido acudió a ver la razón de los gritos, pero no se acercó. Simplemente dio un grito de alerta y regresó a la cabaña.

Con el Henge no Jutsu, tomaría la forma de uno de sus compañeros. Herido y gimiendo, me acercaría a la puerta, usando su katana como bastón para caminar.

Golpeé la puerta y me dejé caer sobre esta.

-¿Ken? ¿Que demonios sucedió?- cuestionó el otro bandido.

-Solo... una sombra... una sombra...- dije balbuceando, escupiendo sangre por la boca, sangre del bandido muerto.

Cuando el primer bandido me ayudó a entrar, me sentó en la mesa y fingí desvanecerme. 

-Ve por las vendas a la parte trasera, mataremos a esta familia por esto- gruñó el bandido. Cuando el primer bandido se fue a buscar algo a la habitación de atrás, y el segundo bandido se dio vuelta hacia la familia, atravezaría su cuello con la katana. Lo sostuve sin dejar que cayera al suelo.

El primer bandido salió de la habitación con un botiquín viejo y oxidado, siendo recibido por un golpe de la katana. El botiquín recibió el impacto, abriéndose. 

-¿Que demonios te pasa, Ken?- gruñó el bandido, buscando su espada, protegiéndose con el botiquín. Clavando la espada en una estocada, logré dañar un lado de su barriga. Lo empujé hacia atrás, cada vez encajándolo más mientras él retrocedía. Finalmente empuñó su espada y abanicó para alejarme.

-Maldita sea, Ken esta muerto ¿no es así?- gruñó el bandido. Chocamos las katanas. Yo bloqueé sus ataques, y en un momento de descuido, logré darle un puñetazo en la quijada. Pese a eso, no cayó, sino que se tambaleó y volvió a abanicar para alejarme.

Volví a atacar con la katana, y él cada vez estaba más débil por la pérdida de sangre. En cierto momento logré sujetar su brazo con el que sujetaba la espada, y con la otra clavé la espada en su pierna. El gritó e intentó sacar la espada, pero con mis dientes aserrados mordí su otra mano, impidiendo que se pudiera librar.

La sangre escurría por el piso, formando un charco bajo nuestros pies. Finalmente, perdió el conocimiento y cayó al piso.

Finalmente había acabado con los bandidos. Corrí a desatar a la familia secuestrada.

-¿Están todos bien?- les pregunté.

-Si, pero mataron al capitán- dijo la mujer, llorando.

-Bien, los sacaré de aquí...- dije, dejándolos un momento en la cabaña. Me dirigí hacia las otras islas en donde tomaría de los pesadores sus lanchas, logrando así llevar hasta la playa a la familia, para luego conducirlos hasta la oficina del Kage.

Entramos a la oficina, y entregué a la familia a las autoridades para que les brindaran auxilios, aunque aparentemente no estaban heridos.

-Los bandidos murieron y la familia está a salvo- les reporté a mis superiores.

-Así que si eran bandidos. Felicidades, chico, terminaste bien la misión. Puedes retirarte- dijo el superior.

Tras esto, regresaría a mi casa a tomar un baño tibio, finalizando las actividades de mi día por aquella ocasión.
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