Años atrás...
Tras quedar huérfano, como tantos otros en aquel vasto mundo, el joven de cabellos blancos dejó el pueblo que su madre había considerado hogar para dedicarse al estudio de todo. Por destino o casualidad, llegó al pueblo Ryuushi, cautivado por las historias que había leído de niño sobre sus aguas termales y su clima tan peculiar. Lo que pensó que serían solo unos días se convirtieron en años. ¿Cuántos? Dos, tal vez tres. Sinceramente, lo ignoraba, pero parecían mucho más de lo que había imaginado.
En el último día de su estadía, en aquel lugar que tal vez una parte suya había comenzado a considerar "hogar", Kyoshiro se encontraba en la biblioteca central de Pueblo Ryuushi, un edificio antiguo que servía no solo como repositorio de conocimiento, sino también como una pequeña sede de estudios e investigaciones. La relación de Kyoshiro con este lugar había sido forjada desde su niñez, pasando innumerables horas entre sus estanterías y participando en debates y discusiones con los estudiosos locales. Ahora, la biblioteca se había convertido en un punto clave para su trabajo, un lugar donde podía enviar los documentos que recolectaba durante sus viajes para que fueran archivados y preparados para su revisión anual.
La biblioteca de Ryuushi, además de ser un centro de conocimiento, también gestionaba sus finanzas ¿Era algo que solían hacer? No, pero para Kyoshiro quien fue el hijo adpotado de una institución de estudios hicieron la excepción. Gracias a esto y cada año, Kyoshiro enviaba una suma de dinero desde sus investigaciones y trabajos realizados en distintas partes del mundo. Este dinero era cuidadosamente invertido y manejado por los administradores de la biblioteca, quienes se aseguraban de que siempre hubiera fondos disponibles para sus necesidades académicas y personales. Este sistema permitía a Kyoshiro centrarse en su trabajo sin preocuparse por los detalles financieros, sabiendo que sus fondos estaban en buenas manos. En ocasiones, cuando Kyoshiro necesitaba dinero urgentemente, solicitaba un retiro o una transferencia. Dependiendo de dónde se encontrara, el dinero podía tardar unos días en llegar, pero siempre podía confiar en que la biblioteca haría todo lo posible para cumplir con sus requerimientos. Esta relación de confianza y eficiencia había sido fundamental para su capacidad de moverse y trabajar libremente por todo el mundo.
El día de su partida, Kyoshiro pasó varias horas en la biblioteca revisando los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Firmó varios papeles, entre ellos su cuenta financiera, que aseguraba la correcta administración de sus fondos durante su ausencia. Los bibliotecarios, quienes lo conocían desde hacía años, le desearon suerte en su próxima aventura, prometiéndole que cuidarían de sus asuntos con el mismo esmero de siempre.
Pueblo Ryuushi era un lugar de contrastes. Las pequeñas comunidades estaban separadas por kilómetros, todas ellas rodeadas por el majestuoso volcán Hai, ahora inactivo. Las familias ricas de Kōseki vivían en lujosas haciendas con aguas termales privadas, disfrutando del contraste entre el calor de las fuentes y la nieve circundante. En contraste, los mineros pobres vivían en chozas cerca de la mina, trabajando arduamente para extraer recursos que luego eran enviados a Kōseki.
A pesar de estos contrastes, Kyoshiro había encontrado en Ryuushi un hogar y un punto de partida para sus investigaciones. Con una última mirada a la biblioteca, y tras intercambiar unas palabras con los bibliotecarios, Kyoshiro descendió por la montaña. La fría brisa de la mañana le azotaba el rostro mientras avanzaba con determinación, listo para enfrentar los desafíos y descubrimientos que le esperaban más allá del horizonte.
Mientras caminaba, pensaba en el volcán Hai y en cómo su presencia había moldeado la vida en Ryuushi. El viaje montaña abajo era empinado y traicionero, pero Kyoshiro estaba acostumbrado a estos caminos. Sabía que en el mundo exterior, lejos de las comodidades de su hogar, le esperaban nuevos conocimientos y experiencias que enriquecerían sus estudios. Con cada paso, se alejaba más de su pasado y se adentraba en el futuro incierto, pero lleno de posibilidades.
Al llegar al pie de la montaña, Kyoshiro miró hacia atrás una última vez. La biblioteca, su hogar y los recuerdos de Pueblo Ryuushi quedaban atrás. Ahora, el mundo era su campo de estudio, y él estaba listo para explorarlo con la misma pasión y dedicación que siempre había mostrado. Con una firme resolución en su corazón, Kyoshiro continuó su viaje, dejando atrás las tierras familiares para abrazar lo desconocido.
Tras quedar huérfano, como tantos otros en aquel vasto mundo, el joven de cabellos blancos dejó el pueblo que su madre había considerado hogar para dedicarse al estudio de todo. Por destino o casualidad, llegó al pueblo Ryuushi, cautivado por las historias que había leído de niño sobre sus aguas termales y su clima tan peculiar. Lo que pensó que serían solo unos días se convirtieron en años. ¿Cuántos? Dos, tal vez tres. Sinceramente, lo ignoraba, pero parecían mucho más de lo que había imaginado.
En el último día de su estadía, en aquel lugar que tal vez una parte suya había comenzado a considerar "hogar", Kyoshiro se encontraba en la biblioteca central de Pueblo Ryuushi, un edificio antiguo que servía no solo como repositorio de conocimiento, sino también como una pequeña sede de estudios e investigaciones. La relación de Kyoshiro con este lugar había sido forjada desde su niñez, pasando innumerables horas entre sus estanterías y participando en debates y discusiones con los estudiosos locales. Ahora, la biblioteca se había convertido en un punto clave para su trabajo, un lugar donde podía enviar los documentos que recolectaba durante sus viajes para que fueran archivados y preparados para su revisión anual.
La biblioteca de Ryuushi, además de ser un centro de conocimiento, también gestionaba sus finanzas ¿Era algo que solían hacer? No, pero para Kyoshiro quien fue el hijo adpotado de una institución de estudios hicieron la excepción. Gracias a esto y cada año, Kyoshiro enviaba una suma de dinero desde sus investigaciones y trabajos realizados en distintas partes del mundo. Este dinero era cuidadosamente invertido y manejado por los administradores de la biblioteca, quienes se aseguraban de que siempre hubiera fondos disponibles para sus necesidades académicas y personales. Este sistema permitía a Kyoshiro centrarse en su trabajo sin preocuparse por los detalles financieros, sabiendo que sus fondos estaban en buenas manos. En ocasiones, cuando Kyoshiro necesitaba dinero urgentemente, solicitaba un retiro o una transferencia. Dependiendo de dónde se encontrara, el dinero podía tardar unos días en llegar, pero siempre podía confiar en que la biblioteca haría todo lo posible para cumplir con sus requerimientos. Esta relación de confianza y eficiencia había sido fundamental para su capacidad de moverse y trabajar libremente por todo el mundo.
El día de su partida, Kyoshiro pasó varias horas en la biblioteca revisando los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Firmó varios papeles, entre ellos su cuenta financiera, que aseguraba la correcta administración de sus fondos durante su ausencia. Los bibliotecarios, quienes lo conocían desde hacía años, le desearon suerte en su próxima aventura, prometiéndole que cuidarían de sus asuntos con el mismo esmero de siempre.
Pueblo Ryuushi era un lugar de contrastes. Las pequeñas comunidades estaban separadas por kilómetros, todas ellas rodeadas por el majestuoso volcán Hai, ahora inactivo. Las familias ricas de Kōseki vivían en lujosas haciendas con aguas termales privadas, disfrutando del contraste entre el calor de las fuentes y la nieve circundante. En contraste, los mineros pobres vivían en chozas cerca de la mina, trabajando arduamente para extraer recursos que luego eran enviados a Kōseki.
A pesar de estos contrastes, Kyoshiro había encontrado en Ryuushi un hogar y un punto de partida para sus investigaciones. Con una última mirada a la biblioteca, y tras intercambiar unas palabras con los bibliotecarios, Kyoshiro descendió por la montaña. La fría brisa de la mañana le azotaba el rostro mientras avanzaba con determinación, listo para enfrentar los desafíos y descubrimientos que le esperaban más allá del horizonte.
Mientras caminaba, pensaba en el volcán Hai y en cómo su presencia había moldeado la vida en Ryuushi. El viaje montaña abajo era empinado y traicionero, pero Kyoshiro estaba acostumbrado a estos caminos. Sabía que en el mundo exterior, lejos de las comodidades de su hogar, le esperaban nuevos conocimientos y experiencias que enriquecerían sus estudios. Con cada paso, se alejaba más de su pasado y se adentraba en el futuro incierto, pero lleno de posibilidades.
Al llegar al pie de la montaña, Kyoshiro miró hacia atrás una última vez. La biblioteca, su hogar y los recuerdos de Pueblo Ryuushi quedaban atrás. Ahora, el mundo era su campo de estudio, y él estaba listo para explorarlo con la misma pasión y dedicación que siempre había mostrado. Con una firme resolución en su corazón, Kyoshiro continuó su viaje, dejando atrás las tierras familiares para abrazar lo desconocido.