El sol se filtraba por la ventana, pintando patrones de luz en el suelo de madera. Defton se vistió con su traje de shinobi, ajustando las correas y asegurando los bolsillos. El chaleco de tela resistente llevaba cosidos los símbolos de la aldea: la roca y la tierra entrelazadas. Cada hilo representaba la historia de su linaje, la valentía de sus antepasados. Para Defton, llevar esos símbolos era un honor que merecía el máximo de los respetos. Cada puntada hablaba de sacrificio, lealtad y la voluntad de proteger a su gente.
La tinta en el pergamino estaba fresca, las palabras trazadas con precisión. Defton leyó las instrucciones una y otra vez. Debía adentrarse en un bosque en algún lugar del País de las Cascadas y desentrañar un misterio que, a su juicio, podría ser peligroso. La aldea había solicitado apoyo a sus aliados debido a la falta de mano de obra. Además, esta misión también serviría para afianzar los lazos de compañerismo con naciones aliadas. Defton sabía que no solo representaba a su aldea, sino también a una red de confianza y cooperación.
- Esperemos que todo salga bien -, susurró para sí mientras doblaba el pergamino y lo guardaba en su bolsillo.
La responsabilidad pesaba sobre sus hombros, pero también sentía una emoción incontenible. Las historias sobre el bosque resonaban en su mente: criaturas místicas, guardianes ancestrales y secretos ocultos. Defton no era solo un genin; era un explorador, un buscador de verdades ocultas. Este tipo de misiones le emocionaban, aunque también sabía que el peligro acechaba en cada sombra.
El viaje hacia el País de la Cascada fue una odisea llena de desafíos y descubrimientos. A medida que avanzaban por los senderos montañosos, el paisaje se transformaba. Las rocas escarpadas daban paso a exuberantes bosques y cascadas rugientes. El sonido del agua llenaba el aire, y Defton sabía que estaba cerca de su destino.
Así,con la determinación de un verdadero shinobi, fue el primero en llegar a la aldea, en poco menos de tres días. de inmediato comenzó a recorrer la aldea. Los aldeanos observaban con curiosidad, algunos asintiendo en reconocimiento. Los niños jugaban cerca de la fuente encontrada en la plaza principal, y los comerciantes preparaban sus puestos en el mercado. Defton sabía que, en breve, se encontraría con los demás participantes. La plaza central sería el punto de reunión, y allí, entre las casas de piedra y bambu y el aroma a incienso, comenzaría la verdadera aventura.
la aldea de las cascadas sería testigo de su valentía…