Había pasado ya un tiempo desde que había hablado con Kaito. Muchas cosas habían pasado, y desde nuestra última reunión en el desierto, donde tratamos de rastrear shinobis. Quizás había sido tiempo suficiente desde que dejó la misión personal para ir a combatir al torneo de las artes marciales que se organizó a nivel mundial.
Salí del desierto, de la avanzada de los oasis para adentrarme de nuevo en la ciudad. El coliseo quedaba a las afueras de la ciudad en ruinas, en donde había participado tantas veces. Era un buen lugar para conocer peleadores asombrosos, y en especial, shinobis y clanes y técnicas únicas y extrañas. Era un excelente lugar para buscar.
Entraría al coliseo en donde ya me "conocían".
-Ah, el reptiliano ¿vienes a pelear de nuevo?- me cuestionó el encargado del libro de peleas.
-Esta vez no, esta vez busco a Kaito, participa en el torneo- le respondí.
Esperaría a poder ver a que el hombre me respondiera para poder entrar. Una vez ahí, en la zona común en donde el público esperaba para la próxima ronda y no estar todo el rato en las gradas.
Había puestos de comida, ventanillas de apuestas, vendedores ambulantes y mucha gente esperando. Había enviado un mensaje a Kaito para verme ahí después de su ronda, para hablar con él e invitarle algo de los puestos.
Me senté en una mesa de un restaurante, pedí te de jazmin y una chuleta asada de camello. Comida típica del País del Viento.
Estaba deseoso de preguntarle muchas cosas y tenía algunas más que proponerle.
Salí del desierto, de la avanzada de los oasis para adentrarme de nuevo en la ciudad. El coliseo quedaba a las afueras de la ciudad en ruinas, en donde había participado tantas veces. Era un buen lugar para conocer peleadores asombrosos, y en especial, shinobis y clanes y técnicas únicas y extrañas. Era un excelente lugar para buscar.
Entraría al coliseo en donde ya me "conocían".
-Ah, el reptiliano ¿vienes a pelear de nuevo?- me cuestionó el encargado del libro de peleas.
-Esta vez no, esta vez busco a Kaito, participa en el torneo- le respondí.
Esperaría a poder ver a que el hombre me respondiera para poder entrar. Una vez ahí, en la zona común en donde el público esperaba para la próxima ronda y no estar todo el rato en las gradas.
Había puestos de comida, ventanillas de apuestas, vendedores ambulantes y mucha gente esperando. Había enviado un mensaje a Kaito para verme ahí después de su ronda, para hablar con él e invitarle algo de los puestos.
Me senté en una mesa de un restaurante, pedí te de jazmin y una chuleta asada de camello. Comida típica del País del Viento.
Estaba deseoso de preguntarle muchas cosas y tenía algunas más que proponerle.