Un lugar que ocupar.
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Desde que el consejero del clan le había comentado aquello, le estaba costando más que nunca conciliar el sueño. Dogo intentaba transmitirle tranquilidad y en parte lo lograba, pero no era sencillo dejar de dar vueltas a una idea tan loca como errada. Probablemente todo eso tenía que ver con los recuerdos que el tema en cuestión traía a flote y no tanto con la propuesta en sí. Después de todo, visto desde afuera, era incomprensible siquiera un atisbo de duda al respecto. Con algo tan sencillo como decir que sí, tendría a su alcance una influencia que nunca antes había tenido, además del respeto irrestricto de las altas esferas, aquellas que tanto le gustaría ver caer.

Nada de eso llamaba particularmente su atención, pero ese no era el problema. Si bien creía que no iba con su forma de ser, no era tan ciego como para no percatarse de que su virtual nueva posición le daría herramientas que, jugadas de forma correcta, lo dejarían varios escalones más cerca de su objetivo. Pero aún así, el mismo pensamiento retumababa sin cesar "¿Por qué yo?". No es que no puediera entenderlo. De hecho, lo encontraba bastante lógico. Era casi con seguridad el miembro actual más poderoso de la familia, y su capacidad de liderazgo había quedado demostrada de sobra en sus últimas misiones. Esto dejaba automáticamente sin chances a cuaqluier dinosaurio sin nada mejor que hacer que buscase agarrase de su inexperiencia para bajar su candidatura o desprestigiarlo. No era algo menor, pues sabía que abundaban entre las viejas glorias del clan.

Sin embargo, otra vez. Nada de eso importaba. Mientras Kuma divagaba, su compañero canino dejó la habitación. ¿Acaso ya no lo soportaba? Le llamaba la atención, pero dado lo denso que se estaba poniendo con el tema no era algo que pudiera descartar. Continuando con la nube de pensamientos negativos, el problema residía lisa y llanamente en su propio conflicto interno. No es que él no pudiera hacerse cargo, sino que el elegido no podía hacerlo. La vida de Ryoshi estaba construida perfectamente, ladrillo por ladrillo, para llegar a tomar ese lugar. Y no sólo eso, utilizarlo como trampolín para liderar a su gente en la revolución prometida que tan lejana se veía desde su muerte. ¿Estaba listo él para ocupar su lugar, literal y figurativamente? Desde luego que no estaba a su altura, pero quizá era momento de dejar ir el pasado. 
Unas pisadas sumamente familiares comenzaron a oirse desde la otra habitación, como si tuviera algo de prisa. -Así que no te cansaste de mi, ¿eh?... es bueno saberlo.- Sonrió para sí, mientras acariciaba la cabeza de su amigo. Para su sorpresa, Dogo no había vuelto del todo solo. En su regazo, soltó desde su poderosa mandíbula algo que sanjaría de una vez por todas el asunto.
-Esto es... tú, ¿en serio lo crees?- La marca en la esquina superior derecha no lo dejaba mentir. No había error, era la bandana de Ryoshi. Quizá su pertenencia más preciada, y al mismo tiempo el símbolo de lo que podría haber sido y no fue. Dogo asintió, esbozando el sonido de un llanto leve. -Eres increíble, Dogo. Bien, entonces está definido. Después de todo, si no lo hago yo...-.

Zona residencial. Oficina del parque de entrenamiento del clan Inuzuka.                                                                                        Mañana siguiente.

-Estoy listo, Hiro. Tomaré el puesto, aunque tengo una condición. Se pronunció ni bien atravesaba la puerta, con una determinación infalible.
-¿Así que ya no saludas? Esos no son los modales de un diplomático. El viejo Hiro le arrojó una sonrisa cómplice, contento con la resolución de su hijo. Lógico, pues no lo conocía del todo. -Bien, te escucho...-.

-No daré explicaciones a los ancianos por mis actos, tanto dentro como fuera del clan. Ellos serán tu problema a partir de ahora. Fue tajante, pues una negativa significaría el abandono prematuro de su aún no consumado ascenso.
-Mierda, Kuma. ¿No te parece mucho? Su padre lo meditó por unos segundos, mientras rascaba su cabeza como si aquello fuese a darle la respuesta. Lo cierto era que no tenía muchas opciones y Kuma era alguien mucho más accesible e influenciable que Ryoshi, y a su vez más capaz y formado que cualquier otro candidato. O al menos eso creía el pobre viejo. -Esta bien. Mañana lo haremos oficial, felicitaciones por tu nombramiento.-





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