Reconocimiento [Libre]
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Una figura con la cabeza completamente cubierta en un keffiyeh, o mascada árabe, completamente blanca y vestido con ropajes blancos del desierto, amplios y frescos, se asomaba en la entrada de la ciudad en ruinas.

Entre un tumulto de mercaderes ambulante, aquel sujeto con lentes negros de aviador se adentraba, moviendo su lengua serpentina por debajo de su ropa. Sus sensores térmicos indicaban una gran masa de gente a su alrededor, y los olores no detectaban nada fuera de lo común, salvo sus intensas fragancias que usaban debido a la falta de agua para bañarse.

Tras los lentes que ocultarían mis ojos, vería aquellos sujetos armados en las calles y algunos en los techos, armados con ballestas y espadas, pero ninguno mostraba habilidades extraordinarias que les pudieran delatar como usuarios de chakra.

Grupos de gente protegiendo a algún pez gordo en el centro, y gente sospechosa con miradas juzgantes y agudas, daban la impresión de que siempre estaba siendo vigilado. La ciudad tenía ojos, y si alguien hacía algo fuera de lo normal, sería rápidamente identificado y neutralizado.

Me pasaría por un negocio, bajo una tienda común hecha con telas, para comprar agua.

-¿Alguna noticia local?- le preguntaría al vendedor.

-¿Que quieres saber? En la ciudad suceden muchas cosas- me respondió.

-Veo que hay mucha vigilancia, ¿algo ha sucedido?- le respondí.

-En una ciudad donde la mafia gobierna y los enemigos abundan, los ojos nunca sobran. La mayoría sólo trabajamos y les pagamos impuestos, no nos metemos con nadie- respondió el vendedor, entregándome un par de botellas de agua que le había comprado.

Tras verlo unos momentos, observando sus ojos, le realicé la pregunta.

-¿Hay ninjas aquí?- le cuestioné.

El vendedor nunca supo porqué, o cómo, pero sus labios hablaron sin que siquiera pensara.

-Los hay, en todas partes, pero no podrías verlos- dijo el tendero.
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-¿Donde hay ninjas?- le cuestioné otra vez. El hombre sólo negó con la cabeza. Tras tomar las botellas de agua que había comprado, partí de ahí antes de que el sujeto saliera del trance.

Los edificios de arenisca, las mantas entre edificios que provocaban sombras y las tiendas de tela y lona era lo más común, así como la típica arena bajo los pies.

Se me ocurrió entrar a un bar y me senté en la barra.

Traté de escuchar las conversaciones, pero sólo decían naderías sin relevancia. Estos ebrios eran bastante aburridos, ni siquiera peleaban. El buscar cosas interesantes era difícil, y mientras andaba, no dudé en ver los edificios. Había gente armada en algunas azoteas y en algunos callejones, todos siempre al acecho, con mirada de depredador.

Podría, quizás, acabar con ellos, pero no quería llamar la atención, debía encontrar un objetivo y atacar.

No pregunté por la jefatura, simplemente comencé a buscar lo que se pareciera, y lo más parecido era una especie de casona vieja de arenisca, que se veía antaño fue un lugar elegante, pero ahora se veía deteriorado. En las puertas, en el techo y en las ventanas había gente tatuada, con bandanas cubriendo su boca y nariz, armados con katanas y ballestas.

Con mis sensores térmicos y mi lengua traté de detectar cuanta gente había. Era una pequeña fortaleza, quizás la casa de un traficante. No se veían estandartes de la ciudad ni escudos, simplemente una casa bonita de gente bien armada.

Me metí al bar más cercano a ese lugar, y comencé a escuchar las conversaciones para ver si se mencionaba algo respecto a ese lugar. Nadie decía nada, aunque si hacían mención a las "fuerzas" del lugar.

-"Mis sensores habrían detectado unas cuantas decenas de personas dentro de esa casa"- pensé mientras esperaba mi bebida- "debe haber algún ninja dentro, pero no puedo arriesgarme a llamar la atención de varios ninjas de alto nivel, sobre todo si ellos eran solo personas normales"
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La figura blanca con el shemagh envolviendo su cabeza y con sus lentes negros cubriendo sus ojos reptilianos y con los ropajes blancos que ondeaban al viento, vagaba en el cementerio local. Tomaba nota de los nombres de los difuntos, sobre todo de aquellos que podrían parecer "caídos en acción".
Anotaba disimuladamente los nombres bajo mi poncho blanco, guardando la información para buscarla más tarde.

El lugar estaba solitario, y no se veía otra alma a cientos de metros de distancia. El sol abrasador era intenso, y a esa hora del día no había sombras que pudieran proteger.

Invoqué la varias "serpientes sorpresa", y usando el doton "Tochi no Hen´I", arrastraba a la serpiente debajo en donde estaban los cuerpos, para que esta los tragara y desapareciera posteriormente. Reaparecerían en mi laboratorio, a miles de kilómetros de ahí, o en la Caverna Ryuchi, la verdad no lo sabía con exactitud, pues siempre debía volver a invocarlas para rescatar su interior.

Mis sensores de calor estaban como locos en esa zona, con la arenisca y la arena ardientes, y mi lengua apenas podía oler algo que no fuera la arena y la sal de las rocas.

El calor era bastante, por lo que entré en un mausoleo aparentemente abandonado, sin protección. Usando el "Shinjuu Zanshu No Hitakajiri" cree un agujero en el suelo, y con el Mizurappa, creé un pequeño lago en donde sumergí mi cuerpo. "Kiru Tsukodome No Jutsu", usando mi abanico cree a mi alrededor un torbellino que refrescó la zona, generando un poco de escarcha. La temperatura descendió dentro de ese lugar, y pude descansar un rato de ese calor. 

Un clon emergió del mausoleo, y volvió a buscar nombres para seguir robando cuerpos. En cuanto anocheciera, saldría de regreso a la ciudad para rentar una habitación. Con esos nombres, al día siguiente podría ir a buscar clanes y, en la biblioteca, buscar más información sobre la aldea y sus clanes.
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