─ Prepárate, Iwao ─me dijo, su voz cargada de una sonrisa amigable pero con un brillo desafiante danzando en sus ojos.
─ Estoy listo ─respondí, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a bombear con fuerza a través de mis venas, avivando mi espíritu combativo.
El combate se inició con una explosión de movimientos rápidos y precisos. Mi amigo lanzó una patada giratoria que logré esquivar con destreza, pero su siguiente golpe, un ráfaga de potentes puñetazos, me tomó desprevenido, impactándome en el costado y enviándome de bruces al suelo. A pesar del dolor punzante que recorría mi cuerpo, algo dentro de mí cambió en ese instante. Un ardor intenso comenzó a crecer en mi chakra, una fuerza desconocida que nunca antes había experimentado. Mis pensamientos se nublaron por un momento, y una oleada de ira y poder se apoderó de mí. Me esforcé por comprender de dónde provenía esa nueva y abrumadora fuerza en mi interior, pero fue en vano.
Realizando un sencillo sello de manos, concentré mi chakra Shakuton y en cuestión de segundos, la temperatura de mi sangre se elevó drásticamente, haciendo que mi piel ardiera al contacto. Cada golpe que lanzaba estaba envuelto en un calor abrasador, una manifestación física de mi creciente poder interno.
Con el impulso de esta nueva fuerza, contraataqué con una ferocidad y determinación renovadas. A pesar de la sorpresa inicial de mi amigo, no se rindió y continuó luchando con valentía y habilidad. Nuestros movimientos se volvieron más brutales y desesperados, cada uno de nosotros intentando superar al otro en este combate intenso.
Finalmente, realicé una serie de sellos de manos y una luz brillante y deslumbrante estalló a mi alrededor, cegando temporalmente a mi amigo y al profesor que observaba la pelea con creciente preocupación. Aprovechando su momentánea desorientación, me abalancé sobre él con una serie de patadas y puñetazos ardientes, cada uno de los cuales era como una llama abrasadora que dejaba marcas en su piel y lo debilitaba con su intensidad. A pesar de sus esfuerzos por defenderse, mi nuevo poder resultaba ser abrumador. Con una combinación de velocidad, fuerza y técnica, lo acorralé, lanzando una serie de ataques devastadores que lo dejaron sin aliento y yaciendo en el suelo, derrotado y herido.
Alarmado por la brutalidad y la intensidad del combate, el profesor se interpuso entre nosotros, poniendo fin al enfrentamiento. Sin embargo, impulsado por la ira y el poder descontrolado que aún ardía en mi interior, intenté atacar al instructor también. A pesar de mis esfuerzos y mi estado alterado, el profesor me detuvo con habilidad, y me envió directamente al despacho de la directora, donde sabía que me esperaban serias consecuencias
En el despacho, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras que danzaban sobre los papeles amontonados y los pergaminos sellados que adornaban la habitación. Sentado en una silla rígida, frente a la emblemática bandana de Konoha, me encontraba sumido en un estado de agotamiento físico y mental.
Mis manos temblaban ligeramente mientras las apoyaba sobre mis rodillas, y mis ojos se desviaban ocasionalmente hacia la ventana, como buscando una salida a mis pensamientos tumultuosos. Me sentía abrumado por una mezcla de emociones: la excitación de la victoria, el miedo por el poder desconocido que había surgido de mí y la preocupación por las consecuencias de mis actos.
"¿De dónde había surgido ese poder?" me preguntaba una y otra vez. Nunca antes había experimentado un ardor tan intenso en mi chakra, una fuerza que me había permitido dominar el combate pero que también me había llevado al borde de la pérdida de control. La sensación de ese poder ardiente, aunque emocionante, me aterraba. "¿Por qué mi chakra había ardido con tanta intensidad?" mi mente buscaba respuestas, pero solo encontraba más preguntas. Necesitaba entender qué lo había desencadenado y cómo podía aprender a controlarlo para evitar futuros incidentes como el de hoy.