Última modificación: 26-03-2023, 12:57 AM por Saori.
10 de Enero, 15 D.Y.
12:20 PM
Delicados e inaudibles entre el caminar de los mercaderes fueron sus pasos, aunque no se permitió perderse a ella misma entre aquella gente que iba y venía tal cual lo haría una ola. Avanzaba con una idea fija, una empresa y prioridad en mente para nada dificultosa en realidad: encontrarlo.
Peculiar era una palabra que a esa persona le acomodaba. Perfectamente, de hecho. Aunque lejos la joven se encontraba de teñir con negatividad tal característica. Lo contrario, era curioso. Sobresalía. Por ello con tanta seguridad sus pies andaban, pese a que ningún mapa portaba en las manos. No lo necesitaba, no con él, no cuando un camino invisible parecía abrirse en la dirección de aquel quien buscaba.
Incluso entre la niebla.
Sobre su rostro la serenidad reposó en forma de una delgada sonrisa, suave. Aún así, resultaba también extraña. Tras largos minutos el gesto no se había desvanecido, ni siquiera cuando quienes a veces pasaban por su lado murmuraban esas tres palabras que odiaba tanto.
—Hija de prostituta...
Ignorar el pinchazo no era dificultoso en exceso, cosquillas si las comparaba con otros adjetivos que había escuchado a lo largo de su vida. Un juego de niños que a nada pasó en cuanto sus ojos pudieron detallar finalmente una cabellera bicolor más cerca que lejos.
Aquel a quien buscaba halló tranquilo e ignorante de la situación, porque era seguro que desconocía de tal encuentro sorpresa, aunque eso no se traducía por completo a que ella era una extraña para él. No demasiado al menos, esperó. Así que esa sonrisa en su rostro se extendió un cuarto de pulgada, disimuladamente.
—Shokan —Resbaló de su boca con gentileza, ofreciendo una reverencia pequeña. Gesto estirado e innecesario, lo supo, pero existían tantas cosas similares que hacía diariamente que sin querer se volvieron una costumbre. —No esperé encontrarte por aquí.
Por supuesto, mentir también se había vuelto un hábito.
Su vista paseó apenas por los alrededores, volviendo su mirada a él pronto. Evitando la preocupación y la queja exagerada, al joven le dirigió una mirada con los ojos muy abiertos, una que dejaba implícito que ese lugar no estaba siendo su lugar preferido para charlar. Esperó pudiese entenderlo, pero por si no fuera suficiente, reforzó sus intenciones al volver a andar hacia adelante. El mensaje no podía ser más claro, sobre todo cuando ella le ofreció una sonrisa a través de sus pestañas en cuanto volteó en su dirección.
—¿Disfrutas más de los lugares con gente acaso? —Fue curiosidad fingida lo que envolvía su voz, lo suficientemente buena para ocultar que en realidad ella podría saber la respuesta a la cuestión que realizó. —¿O quizás adoras la tranquilidad?
Las preguntas no fueron más que piezas en un tablero que la joven misma había dispuesto. Jugar con él siempre había sido entretenido.
¿Podría haber sido diferente esa vez?