— ¡Venga bastardos, dense prisa, debemos terminar antes de que anochezca! —. Una voz fuerte y áspera resonaba con gran potencia desde una zona elevada, el dueño de la misma era un hombre que seguramente rondaba los 40 años de edad. Él era grande y gordo, su piel se había oscurecido por los rayos solares y una gran y descuidada barba negra completaba su desagradable aspecto, no era para nada como el Kirinin promedio.
Apenas eran las 11 de la mañana, pero todos los allí presentes se encontraban trabajando tan pronto como había amanecido. El sitio en cuestión se trataba de una mina a cielo abierto, donde centenares de mineros y un par de decenas de ninjas, se encontraban extrayendo bloques macizos de mármol para posteriormente transportarlos al centro de la aldea. Entre esos shinobis hacía presencia Katsuki, quien recién había iniciado sus labores como ninja y prestaba sus servicios para su primera misión.
"Maldita sea, fui un iluso al pensar que la primera tarea que me asignarían sería emocionante" se quejó para si mismo. Los detalles del encargo incluían la asistencia a la cantera, la explotación de la roca mármol y la recolección de la misma para su traslado. Normalmente solo los mineros son suficientes para estas labores, pero debido a una urgencia de material se pidió la colaboración de algunos ninjas para apresurar la recolección del día de hoy. "Llevamos cuatro horas trabajando y no estamos ni a la mitad, con suerte terminaremos el pedido para antes de que caiga la noche. Me siento como un esclavo".
Las primeras horas habían sido difíciles, pero tampoco podría decirse que fueron del todo aburridas. La parte donde se manejó dinamita y sellos explosivos para arrancar los bloques masivos de roca, fue sin duda algo emocionante. — Si explosiones así afectaran a alguien a quemarropa, seguramente no la libraría —. Mencionaba el rubio en voz baja tras contemplar lo sucedido. Un par de individuos que estaban presentes y que alcanzaron a escuchar lo que Katsuki había dicho, simplemente asintieron con la cabeza en señal de acuerdo.
Con los bloques de roca masivos ya separados, era el momento de ponerse manos a la obra y pasar a la herramienta pesada para cortarlos en pedazos más pequeños que fuese más fáciles de trasladar. Katsuki tomó un gran cincel y lo colocó sobre el centro de la roca, posteriormente cogió un marro gigante y comenzó a golpear una vez tras otra hasta que una pequeña grieta fue apareciendo, la grieta posteriormente fue haciéndose más grande hasta que al final la roca fue dividida en dos partes iguales. "Pero aún es demasiado grande.." se lamentó el chico, y es que tenía razón. El proceso fue repetido unas 6 u 8 veces más hasta que los pedazos restantes tuvieron un tamaño adecuado, pero ese era únicamente el trabajo para una sola roca y había al menos algunos millares ahí para repartir entre todos los trabajadores.
Con algo de pesar, el genin continuó con su ardua labor a lo largo de las horas y bajo el molesto sol que azotaba sobre la tarde. Repitió el proceso una y otra vez, partió una decena de rocas, luego un par y finalmente podría jurar que su cifra personal acabaría en los tres dígitos.
Para cuando el Sol se estaba poniendo, todos estaban exhaustos y al borde del agotamiento físico, pero finalmente habían completado con el pedido de urgencia. — ¡Ya lo ven, cabrones, pueden hacerlo si se lo proponen! — Exclamó nuevamente el capataz antes de estallar en una risa burlona.
"Que te den..." Katsuki no tenía ni ánimos ni energía para discutir en lo absoluto. Simplemente regresaría a la aldea para presentar un informe de su misión, luego iría a casa para tomar una ducha, cenaría y probablemente dormiría por los siguientes dos días.
Apenas eran las 11 de la mañana, pero todos los allí presentes se encontraban trabajando tan pronto como había amanecido. El sitio en cuestión se trataba de una mina a cielo abierto, donde centenares de mineros y un par de decenas de ninjas, se encontraban extrayendo bloques macizos de mármol para posteriormente transportarlos al centro de la aldea. Entre esos shinobis hacía presencia Katsuki, quien recién había iniciado sus labores como ninja y prestaba sus servicios para su primera misión.
"Maldita sea, fui un iluso al pensar que la primera tarea que me asignarían sería emocionante" se quejó para si mismo. Los detalles del encargo incluían la asistencia a la cantera, la explotación de la roca mármol y la recolección de la misma para su traslado. Normalmente solo los mineros son suficientes para estas labores, pero debido a una urgencia de material se pidió la colaboración de algunos ninjas para apresurar la recolección del día de hoy. "Llevamos cuatro horas trabajando y no estamos ni a la mitad, con suerte terminaremos el pedido para antes de que caiga la noche. Me siento como un esclavo".
Las primeras horas habían sido difíciles, pero tampoco podría decirse que fueron del todo aburridas. La parte donde se manejó dinamita y sellos explosivos para arrancar los bloques masivos de roca, fue sin duda algo emocionante. — Si explosiones así afectaran a alguien a quemarropa, seguramente no la libraría —. Mencionaba el rubio en voz baja tras contemplar lo sucedido. Un par de individuos que estaban presentes y que alcanzaron a escuchar lo que Katsuki había dicho, simplemente asintieron con la cabeza en señal de acuerdo.
Con los bloques de roca masivos ya separados, era el momento de ponerse manos a la obra y pasar a la herramienta pesada para cortarlos en pedazos más pequeños que fuese más fáciles de trasladar. Katsuki tomó un gran cincel y lo colocó sobre el centro de la roca, posteriormente cogió un marro gigante y comenzó a golpear una vez tras otra hasta que una pequeña grieta fue apareciendo, la grieta posteriormente fue haciéndose más grande hasta que al final la roca fue dividida en dos partes iguales. "Pero aún es demasiado grande.." se lamentó el chico, y es que tenía razón. El proceso fue repetido unas 6 u 8 veces más hasta que los pedazos restantes tuvieron un tamaño adecuado, pero ese era únicamente el trabajo para una sola roca y había al menos algunos millares ahí para repartir entre todos los trabajadores.
Con algo de pesar, el genin continuó con su ardua labor a lo largo de las horas y bajo el molesto sol que azotaba sobre la tarde. Repitió el proceso una y otra vez, partió una decena de rocas, luego un par y finalmente podría jurar que su cifra personal acabaría en los tres dígitos.
Para cuando el Sol se estaba poniendo, todos estaban exhaustos y al borde del agotamiento físico, pero finalmente habían completado con el pedido de urgencia. — ¡Ya lo ven, cabrones, pueden hacerlo si se lo proponen! — Exclamó nuevamente el capataz antes de estallar en una risa burlona.
"Que te den..." Katsuki no tenía ni ánimos ni energía para discutir en lo absoluto. Simplemente regresaría a la aldea para presentar un informe de su misión, luego iría a casa para tomar una ducha, cenaría y probablemente dormiría por los siguientes dos días.
