Las noches entre dunas
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Última modificación: 05-01-2023, 10:59 PM por karibachi.
El País del Viento era inclemente en todas sus facetas, por eso era el que menos me gustaba visitar, el calor del día y la falta de vegetación para mitigarlo era digna de ser un castigo impuesto por los dioses, las noches eran frías, tan frías que podías morir helado allí, pocos en comparación con el resto del mundo eran los que lograban vivir y prosperar en un clima tan hostil. Mas no era solo el tiempo, la tierra árida y seca apenas permitía cultivarla, el agua era un recurso escaso como poco en la región... Cada día era una batalla por sobrevivir allí. Los animales eran pocos y tímidos, reduciendo su horario de actividad por la noche, al menos en su mayoría, además de ser todos bastante peligrosos, sobre todo las arañas, serpientes y escorpiones, un gran número de especies letales moraban esas dunas de océano dorado, aunque, realmente lo peor no era morir por su veneno allí, si no sobrevivir en un estado crítico, pues el desierto hará el resto de forma lenta y agónica, casi prefería una parada cardíaca rápida producida por un potente veneno... Sin duda. Solo podía rezar por lograr sobrevivir entre caminata  y caminata hasta el siguiente oasis que recordara por la ya borrada senda, guiándome por las estrellas y la posición del sol. 

Por suerte aquella noche llegaría a uno, el último antes de salir de aquel condenado país, encontrándose cerca del puerto que tenía que alcanzar para ir a Kirigakure; ya me encontraba cerca de mi destino. La noche, cerrada y gélida, dejaba ver las estrellas en un cielo sin luna. En aquel pequeño trozo de paraíso entre el infierno, me encontraba sentado frente a una hoguera, al lado del generoso manantial que alimentaba las exuberantes palmeras y helechos que lo conformaban, pude conseguir dátiles, un alimento dulce y llego de energía y vitaminas, me venía bien para recuperarme de tanto sudor, sumado al agua, claro. Tranquilidad era cuanto escuchaba, tan solo interrumpido por el bailar de las hojas de palmera, mecidas por el viento con cortesía, era una noche perfecta para observar el cielo junto al fuego. Sin embargo no enfocaba hacia arriba, sino hacia la flama crepitando delante de mi y en su humo caprichoso que formaba historias con su etérea composición, estaba preocupado, si, preocupado era la palabra adecuada, tanto que no me permitía disfrutar del viaje, algo raro en mi. 

¿Estaba haciendo bien metiéndome en el conflicto? Qué digo, crear dicho conflicto, si actuamos como ellos... ¿Qué es lo que nos legitimaba? ¿Acaso es el ideal lo que nos justifica? Y si era así... ¿Cómo saber que eran nuestras creencias las correctas? Dudas y mas dudas asaltaban mi mente, y esas solo eran las existenciales, pero fijándonos en mi vida terrenal... ¿Era justo arriesgar mi vida y poder no ver crecer a mi hija junto a Bakura? También debía pensar en lo mas adecuado para mi y para mi familia y no era para nada justo perder mi vida por una idea movida mas por el corazón que la cabeza. Ryth podría decir lo mismo, dos vidas estaban ligadas a él lo quisiera o no, tanto Shion como Botan merecían un padre, no un fantasma que murió por una cruzada imposible. El fuego chasqueó, sacándome de mi reflexión para observarlo fijamente sin centrarme en nada mas, como se movía con violencia al romperse algún tronco por el incesante y fuerte calor de las llamas pero poco a poco se calmaba de nuevo, siendo mas pequeño que antes, una flama desgastada y veterana. Suspiré con cierto pesar en mis pulmones y cerré los ojos por un instante para desviar la mirada al horizonte, en dirección a mi destino, indeciso de que tendría que hacer realmente ¿Y si daba media vuelta y volvía a por Bakura y los niños?¿ Tan loco era? Desde luego era lo que deseaba, pero... ¿Por que no lo hacía? La respuesta a eso vino unos minutos después de meditarlo. 

Comencé a hacer memoria de toda mi vida: Mis padres murieron justo tras mi nacimiento, sin poder disfrutar de su calor, conservando solo este manto y este sombrero que tanto me caracterizaban, me instruyeron para luchar y mis abuelos me enseñaron a que la fuerza reside en no segar una vida, sin saber muy bien como conocí a gente entrañable durante la guerra contra un imperio que me enseñó el valor de la amistad y también vi como Yogensha los mataba sin miramiento alguno; recordaba aquella fatídica noche... Por la cual logré encontrar un tesoro. Aquel suceso era el peor, podía revivirlo como si estuviera allí de nuevo.  

Como las tropas imperialistas asaltaban casas para sacar a personas fuera tal como estuvieran vestidos, ver como los ejecutaban para dar ejemplo... Ver como ser shinobi resultó ser pecado... . Me llevé una mano al pecho, sentía presión en el corazón, el dolor y el sufrimiento que vi aquella noche... Ni siquiera en el campo de batalla la había presenciado. Apenas tuve tiempo, por suerte mis abejas me habían avisado para poder prepararme con torpeza, coger lo más básico y salir de la aldea como alma que llevaba el diablo, pero antes de poder irme tuve que hacer una parada, debía asegurarme que la familia de Ryth también saliese de Iwagakure. Sí... Recuerdo moverme con sigilo y decisión entre las calles, había altercados y disturbios por todos lados, los ninjas de la Roca no murieron sin presentar una digna batalla, aun con el arrollador número del enemigo y su poder, tuve que ir con pies de plomo para poder llegar hasta el hogar de Sayumi y sus tres pequeños retoños, aunque, para desgracia de todos... Llegué tarde. La escena era brutal, aquella mujer era reconocida por su fuerza y su dureza, pero no fue suficiente para sobrevivir, había logrado arrancarle la vida a todos los invasores que habían entrado en su casa, pero había superado por completo su límite, no podía tenerse siquiera en pie y su cuerpo, ya antes de desplomarse estaba frío. No pude hacer otra cosa que no fuese correr a socorrerla, pero ella ya sabía que era tarde, cogió mi mano con sus escasas fuerzas y miró a sus hijos, no habló pero lo entendí a la perfección, tras eso sus ojos se apagaron mientras esbozaba una sonrisa, sabía que sus vidas estaban a salvo, había cumplido su función... .

Cogí a los niños y con sumo cuidado fui esquivando los numerosos cadáveres de la habitación, ¿Cuántos serían? Sin prestar demasiada atención podría decirse que era al menos una docena de soldados, y salí de allí sigiloso como un gato para lograr escapar por las grutas de la aldea, aquellas cavernas eran nuestro hogar, teníamos esa ventaja y, aunque no lográsemos proteger nuestra tierra, lograríamos sobrevivir. No fui el único que tuvo esa idea, claro, muchos tomaron esas grutas y muchos fueron asaltados allí dentro, tenían información de dentro, por suerte no era demasiado exacta y no todas las vías de escape estaban vigiladas, las más recónditas estaban libres casi de todo peligro. No fue fácil, pero poco a poco logré criarlos hasta que Ryth pudiese volver a sus vidas, además tuve la gran fortuna de encontrar a Bakura por el camino, ella me dio fuerzas para seguir adelante y lograr formar una familia juntos... Debía agradecerle tanto a esa mujer... Era fuerte como un roble e igual de inamovible, em dio esperanzas y un sueño juntos, me dio una hija y una vida llena de cariño. 

Sonreí al pensar en Chouki y en Bakura, no podía evitarlo, eran aquello que iluminaba mi camino, quería verlas cuanto antes, solo esperaba que mi amada no estuviese demasiado enfadada conmigo, solía ser muy dramática cuando se cabreaba. Tambien pensaba en Botan y Shion, dos jovenzuelos que, sin ser de mi sangre, pertenecían a mi familia, los vi crecer y ser personas poco a poco mas complejas, los instruí y eduqué, a efectos prácticos eran hijos míos también. Sí... Pero... ¿Qué futuro nos esperaba? Al tenerlos ocultos en las montañas hacía algo similar a lo que viví en aquellas cuervas, aislarlos del mundo, un mundo peligroso y sanguinario, un mundo oprimido y aterrado por la idea de falsos dioses, impostores de brillante armadura. ¿Era eso lo que deseaba para ellos, vivir escondidos o arrodillados? ¿Acaso era el futuro que alguien pudiese desear para su familia? Desde luego que no, al menos si tenía alma.

 Quizás esa era la respuesta, el porqué lo hacía, por el futuro de aquellos que no podían defenderse, por darles a mis hijos aquello que no pude tener, ¿no es esa la función de un padre, darle a sus hijos lo mejor que puede ofrecer? Eso yo no lo sabía, no tuve unos progenitores que me lo mostrasen, pero si se que dieron la vida para salvar una caravana llena de refugiados de la tierra, mi madre dio su ultimo aliento para parirme y mi padre dio su vida para que la caravana fuese segura, si ellos fueron capaces de hacer un sacrificio tal por mi... ¿Era justo que yo no intentase liberar al mundo por ellos, por su futuro?... . Dudas y mas dudas, decisioens y mas decisiones, ideas y relflexiones, pensamientos y meditaciones, una larga noche en la que no dormiría, por ello recogí mis cosas, no tardaría demasiado, pues viajaba ligero y retomaría el camino hacia el mar, podía caminar mientras pensaba ya que al menos no sería capaz de concilar sueño alguno en esa noche de tan mágico paisaje.

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