El mundo había cambiado. El sonido del mediodía ya no era acompañado por gritos y demandas, órdenes y marchas, para nada, lo único que se escuchaba por ese entonces eran martillos y clavos, carretas y suspiros... El mundo había cambiado. Incluso la naturaleza se encargaba de transmitirlo: Pájaros, ardillas, perros y otros deambulaban alegremente por doquier, parecía que ya no existía razón alguna para ocultarse, como si todos los terrores nocturnos hubiesen desaparecido para siempre, como si la noche hubiese abandonado los cielos y el rey sol no tuviese otra cosa más que expandir infinitamente sus dominios. ¿Era aquella la fragancia de la libertad? .-Chou-chan, recuerda mencionarle a tu madre que hoy nos toca extra turno a los del distrito tres.- Una pesada voz se escuchó en medio de aquel ambiente de trabajo y esfuerzo .-¿Otra vez llegarás tarde a casa?.- Respondió un rostro juvenil, bastante sucio y de semblante alicaído .-La próxima vez ya no tendré ganas de venir a dejar tu almuerzo, padre.- Una respuesta infantil, una búsqueda por compañía y apego, una lucha por un tiempo que no era de él, tampoco de ella, sino de la necesidad... Pues conforme se crece se entiende que el absoluto no se contiene en sí mismo y el espacio de lo relativo comienza a dominar todos los espacios del saber y el entender. El mundo era libre, sí, pero igualmente esclavos de sí mismos .-Vale, vale, intentaré estar más presente las próximas semanas, pero vete ya, tengo mucho trabajo que hacer.- Se es condescendiente con los hijos y en general con todo aquel que depende de ti para poder sobrellevar de mejor manera la vida... Aquella sonrisa devuelta a esas palabras sin lugar a dudas tenía un peso mucho mayor al de cualquier paga que se le pudiese realizar a ese hombre por levantar pesados bloques de pierda. La felicidad caminaba peligrosamente de la mano con la debilidad, eran esos lazos afectivos los que justamente determinaban comportamientos peligrosos, voluntades algo endebles, predispuestas a las peticiones de terceros y no a las propias convicciones. Pero aquel era el nuevo mundo, aquella era la tranquilidad que tanto se había perseguido en el pasado, era esa la calma deseada y el control establecido... ¿o no lo era?.
Aquella jovencita luego de escuchar a su padre decidió hacer abandono de la zona de obras, no sin antes acomodar sus cabellos envueltos en un gran paño de tela azul, un gesto breve, un movimiento sin relevancia alguna para la mayoría, pero que un conocido par de ojos había estado observando .-Ese color...- Cabellos rojizos o más bien anaranjados danzaron por el aire en la medida en que la joven desaparecía entre la multitud de trabajadores, aquel hombre alguna vez conocido con un único nombre no pudo evitar rememorar una figura pasada que, curiosamente había sido la primera que lo había conflictuado con el concepto de "libertad" .-¿Cuánto tiempo ha pasado?... Probablemente esta tranquilidad no es más que el resultado de...- Un rostro joven pero agotado era el que se sumergía poco a poco en los recuerdos al tiempo en que una cantimplora con agua lograba refrescar su garganta luego de una jornada intensa de trabajo .-Chiase, ¿no? Ese es el nombre que recuerdo.- Una mujer criada como un arma, una muchacha que como él, había sido hija de la guerra, una huérfana de las calamidades, una herramienta de los estados mayores, de los poderosos que simplemente competían desde el discurso y que dejaban libre el campo de batalla como si de un espectáculo se tratase. Aquella joven en ese entonces nunca había dudado de sus propósitos, sus reacciones ante el concepto de liberación y libertad solían ser de un enérgico temor y rechazo, aquella era una conciencia que, contrario a lo que se vivía por aquellos días, vivía la contradicción desde otro punto de vista... En un mundo de paz, los humanos se encontraban anclados a los triviales deseos inmediatos, a las necesidades básicas y al servicio de la supervivencia, en cambio, en el mundo de las grandes voluntades, de los compromisos inquebrantables y las voluntades pétreas... Aquella chica vivía su propia libertad desde el claustro, desde su función como arma de destrucción. ¿Qué era finalmente lo más valedero? ¿Es que acaso tenía valor alguno el meditar al respecto? Hacia ya mucho tiempo que aquella cabeza no divagaba en diversos pensamientos, poco a poco la vida se había vuelto más monocromática, poco a poco la somnolencia había comenzado a invadir todas las etapas de la vida, aquel sopor social no hacia más que alejarle de lo que alguna vez fue un espíritu ardiente y lleno de deseos... Eso era lo que provocaba la luz del día, nos mostraba tal cantidad de verdades aparentes, que los espíritus de los hombres simplemente colapsaban .-Oye, Ryuto, ¡vamos!.- Una voz adulta pero para nada profunda intentó interrumpir un diluvio de pensamientos que atormentaban una adormecida conciencia .-¿Estás ahí?, venga Ryuto, nos quedan aun varios sacos que transportar a la grúa.- Sólo un toque enérgico en uno de sus hombros logró despertarle, lo suficiente como para que sus ojos viajasen en busca de los de quien solicitaba su atención .-¿Ryuto? Si, es cierto, ese es mi nombre durante estos días.- Un suspiro escapó desde su boca, finalmente aquel hombre que alguna vez había sido conocido como Shujin, decidió abandonar su posición de descanso incorporándose al trabajo una vez más .-Si, lo siento, he estado un poco atareado en casa últimamente.- El hombre, reconocido criminal del mundo shinobi, esbozó la más inocente de las sonrisas .-De todas formas, el turno está por terminar, ¿no es así?.- El hombre se puso de pie y se dispuso a retomar sus actividades de trabajo, pero rápidamente fue detenido por su compañero de trabajo .-Eso de ahí, ¿no es tuyo?.- Recalcó el sujeto señalando una avejentada máscara blanca y negra que reposaba en el suelo... Un descuido enorme quizás o bien, una llamada de auxilio .-Si, es un recuerdo de un viejo amigo.-
Desde hacia ya algún tiempo el hombre que alguna vez lideró Rieki se encontraba trabajando en el País de las Olas. Aquel lugar que mucho tiempo antes ya había visitado en pleno auge de la guerra, ese mismo sitio repleto de pobreza y dolor que había servido en su tiempo como refugio improvisado para poder sobrellevar sus días más complejos. Los huérfanos de la guerra se habían transformado en trabajadores desde temprana edad, todos los muchachos que crecían queriendo y ansiando la venganza ante un mundo hostil habían dado paso a una pasividad a su juicio algo peligrosa... Era curioso apreciar cómo la mentalidad del mundo se había transformado a lo largo de esos años, ese poblado sólo subsistía a través del trabajo que significaba la reconstrucción de su vía de acceso comercial más importante, las esperanzas de todos estaban depositadas en el poder concretar dicha tarea pero, al mismo tiempo, era curioso ver cómo los trabajos parecían prolongarse cada vez más y más... Un pueblo esperanzado en la idea del término, pero obligado por el contexto a buscar dentro de sí mismos un objetivo que los motivase a seguir existiendo... Así funcionan los mundos carentes de voluntades profundas, aquel es el principal problema de un mundo sumido en una sola ideología. La noción antes perseguida de una muerte igualitaria jamás pretendió la pasividad, los humanos ante el terror se paralizan pero también evolucionan... ¿Qué ocurre entonces en el reino de los sueños? Definitivamente los tiempos habían cambiado, poco a poco el mundo se herramientas se convertía en uno de ornamentos, simples adornos que deambulaban de un lado a otro sin una razón verdaderamente importante... Pero eso ya era simplemente parte de la historia, un concepto inamovible, uno del que aparentemente "Ryuto" había tomado distancia. La historia era un concepto demasiado enorme como para poder hacerle frente, aun así, el hombre parecía no poder desprenderse de ella, muestra de aquello era la máscara que reflejaba el ying y el yang que colgaba de entre sus ropas, un artículo delator, una invitación a la eterna reconstrucción de una voluntad quizás olvidada bajo un puente de sueños.