![[Imagen: GfKvxMR.jpg]](https://i.imgur.com/GfKvxMR.jpg)
Mugen ya estaba en las puertas de la fábrica avícola. Se había levantado temprano, lleno de determinación por la importante misión que le habían encomendado. Mientras repasaba mentalmente los detalles, los empleados encargados de abrir las puertas casi habían terminado su labor. — Debo dejar de llegar tan temprano... —susurró Mugen, con la emoción palpable en su voz, mientras se dirigía hacia la entrada. El sol ya iluminaba todo el lugar, revelando la vasta extensión de la fábrica y los alrededores.
La fábrica se encontraba rodeada de árboles, lo que facilitaba a los depredadores poder esconderse en cualquier lugar cercano y nadie se darían cuenta. Pese a tener una malla que protege los alrededores, los animales más listos siempre podían atravesarlo. — Este lugar es enormeeeeeeee! —asombrado, pero no desmotivado Mugen siguió su camino.
Con paso seguro, Mugen se adentró en la fábrica, listo para enfrentarse al desafío que tenía por delante. Según los informes, un gato salvaje había estado causando estragos en la fábrica, atacando a las gallinas y comiéndose los huevos. Los empleados habían logrado avistar al animal entre las máquinas, pero hasta ahora había logrado escapar.
— Por aquí debes andar... —murmuró Mugen para sí mismo, mientras observaba atentamente su entorno. Conocía la importancia de esta misión; no solo se trataba de proteger el sustento de la fábrica, sino también de garantizar la seguridad de los animales y el bienestar de los trabajadores.
A medida que avanzaba entre las maquinarias y los pasillos, Mugen se encontraba con evidencias del paso del gato: plumas esparcidas, huevos rotos y rastros de sangre. El felino parecía moverse con sigilo, aprovechando los rincones oscuros y los espacios estrechos para esconderse.
— No escaparás esta vez! —masculló Mugen, con determinación en su voz.
A medida que seguía las pistas, Mugen se adentraba cada vez más en la complejidad de la fábrica. Pasillos laberínticos, escaleras metálicas y pasarelas elevadas se convertían en su terreno de caza. A pesar de la dificultad, Mugen mantenía la calma, confiando en sus habilidades y experiencia.
Finalmente, tras un arduo rastreo, Mugen avistó al gato salvaje en lo alto de una pila de cajas. El felino lo observaba con ojos brillantes, listo para saltar en cualquier momento. Mugen se movió con cautela, acercándose lentamente al animal. Poco a poco iba subiendo por entre las cajas. El felino sin quitarle la vista de encima se empezó a lamer la pata. Tenía rastros de sangre que se los iba limpiando poco a poco mientras se pasaba la lengua.
Con un movimiento rápido, logró atrapar al gato antes de que pudiera escapar. El gato al subestimar la velocidad de Mugen, dejo una apertura grande para que lo pudieran atrapar. Pesaba más de los normal, no era de sorprenderse después de todo lo que había estado comiendo. El gato trato de luchar unos segundos, pero se dio por vencido rápido. Estaba muy cansado tras dar vueltas por la fábrica comiéndose a las gallinas.
— Lo tengo! —exclamó Mugen, con una mezcla de alivio y satisfacción.
Con el gato seguro en sus manos, Mugen comenzó el camino de regreso a la entrada de la fábrica. Sabía que su misión había sido un éxito y que la paz volvería a reinar en la fábrica avícola. Con paso firme y la cabeza en alto, Mugen regresó triunfante, listo para entregar al gato a las autoridades pertinentes y recibir el reconocimiento por su valiente labor.
La fábrica se encontraba rodeada de árboles, lo que facilitaba a los depredadores poder esconderse en cualquier lugar cercano y nadie se darían cuenta. Pese a tener una malla que protege los alrededores, los animales más listos siempre podían atravesarlo. — Este lugar es enormeeeeeeee! —asombrado, pero no desmotivado Mugen siguió su camino.
Con paso seguro, Mugen se adentró en la fábrica, listo para enfrentarse al desafío que tenía por delante. Según los informes, un gato salvaje había estado causando estragos en la fábrica, atacando a las gallinas y comiéndose los huevos. Los empleados habían logrado avistar al animal entre las máquinas, pero hasta ahora había logrado escapar.
— Por aquí debes andar... —murmuró Mugen para sí mismo, mientras observaba atentamente su entorno. Conocía la importancia de esta misión; no solo se trataba de proteger el sustento de la fábrica, sino también de garantizar la seguridad de los animales y el bienestar de los trabajadores.
A medida que avanzaba entre las maquinarias y los pasillos, Mugen se encontraba con evidencias del paso del gato: plumas esparcidas, huevos rotos y rastros de sangre. El felino parecía moverse con sigilo, aprovechando los rincones oscuros y los espacios estrechos para esconderse.
— No escaparás esta vez! —masculló Mugen, con determinación en su voz.
A medida que seguía las pistas, Mugen se adentraba cada vez más en la complejidad de la fábrica. Pasillos laberínticos, escaleras metálicas y pasarelas elevadas se convertían en su terreno de caza. A pesar de la dificultad, Mugen mantenía la calma, confiando en sus habilidades y experiencia.
Finalmente, tras un arduo rastreo, Mugen avistó al gato salvaje en lo alto de una pila de cajas. El felino lo observaba con ojos brillantes, listo para saltar en cualquier momento. Mugen se movió con cautela, acercándose lentamente al animal. Poco a poco iba subiendo por entre las cajas. El felino sin quitarle la vista de encima se empezó a lamer la pata. Tenía rastros de sangre que se los iba limpiando poco a poco mientras se pasaba la lengua.
Con un movimiento rápido, logró atrapar al gato antes de que pudiera escapar. El gato al subestimar la velocidad de Mugen, dejo una apertura grande para que lo pudieran atrapar. Pesaba más de los normal, no era de sorprenderse después de todo lo que había estado comiendo. El gato trato de luchar unos segundos, pero se dio por vencido rápido. Estaba muy cansado tras dar vueltas por la fábrica comiéndose a las gallinas.
— Lo tengo! —exclamó Mugen, con una mezcla de alivio y satisfacción.
Con el gato seguro en sus manos, Mugen comenzó el camino de regreso a la entrada de la fábrica. Sabía que su misión había sido un éxito y que la paz volvería a reinar en la fábrica avícola. Con paso firme y la cabeza en alto, Mugen regresó triunfante, listo para entregar al gato a las autoridades pertinentes y recibir el reconocimiento por su valiente labor.
![[Imagen: c8SXohe.jpeg]](http://imgfz.com/i/c8SXohe.jpeg)