Atravesé las puertas sin tener que responder realmente preguntas importantes y me dirigí hacia la zona comercial para buscar un atuendo apropiado para el clima, - Supongo que debí haber imaginado que al norte estaría haciendo tanto frío - Me dije, dejando escapar mis pensamientos como en susurros para mí misma, mientras poco a poco fregaba mis manos una contra la otra, buscando algo de calor.
No me hizo falta recorrer muchos locales, había un sin fin de comercios de venta de ropas de temporada <<Debe ser de lo más caro, teniendo en cuenta que apenas estamos a mitad de la estación.>> Fruncí el ceño, al ver las supuestas ofertas colgadas en los vitrales - qué más da... - Me dije, decidida a entrar finalmente en uno de los almacenes. Entré en el cálido refugio del almacén, dejando atrás el mordaz beso del viento helado que se empeñaba en penetrar hasta los huesos. La suave melodía de una campana anunció mi llegada, y el cálido aire del lugar me envolvió, ofreciendo una bienvenida agradable. Me deshice de las pocas cotas de nieve que se habían acumulado sobre mi despeinada cabellera y, mientras las gotas se derretían en el suelo, exploré las estanterías llenas de prendas que prometían resguardarme del frío implacable.
El interior del almacén era un verdadero festín para los ojos. Montañas de bufandas de lana, abrigos mullidos y sombreros adornaban las repisas, creando un arcoíris invernal que hacía que mis pensamientos se disiparan por un momento. Me encontré examinando cada prenda con detenimiento, dejando que mis dedos acariciaran telas suaves y colores vibrantes. En medio de mi búsqueda poco exacta, encontré un abrigo que parecía envolverme en un abrazo cálido tan solo con mirarlo. Era de un tono azul profundo que recordaba al cielo de la noche cuando la luna llena pinta todo de un manto plateado. Me lo probé y, al ajustarlo a mi figura, sentí cómo el frío abandonaba mi cuerpo. No pude evitar admirarme en el espejo cercano, apreciando la elegancia y practicidad que ofrecía la prenda.
La decisión de compra se volvió fácil, y pronto me encontré cargando no solo el abrigo, sino también una serie de accesorios que, según la vendedora, eran esenciales para combatir las gélidas temperaturas: un par de guantes a juego, una bufanda suave como la cachemira y un gorro adornado con pompones que, según sus palabras, añadiría un toque de estilo a mi atuendo invernal. <<Sé que me están estafando, pero...>> Mientras me deshacía del poco dinero que me quedaba, sentía alivio y a la vez culpa, <<nunca he sido una buena administradora je je>> Pagué con una mezcla de monedas y billetes, agradecí a la amable vendedora y salí del almacén con un paso más ligero y confiado. Con la nueva indumentaria, me sentí lista para enfrentar el invierno implacable que se cernía sobre la villa.
No me hizo falta recorrer muchos locales, había un sin fin de comercios de venta de ropas de temporada <<Debe ser de lo más caro, teniendo en cuenta que apenas estamos a mitad de la estación.>> Fruncí el ceño, al ver las supuestas ofertas colgadas en los vitrales - qué más da... - Me dije, decidida a entrar finalmente en uno de los almacenes. Entré en el cálido refugio del almacén, dejando atrás el mordaz beso del viento helado que se empeñaba en penetrar hasta los huesos. La suave melodía de una campana anunció mi llegada, y el cálido aire del lugar me envolvió, ofreciendo una bienvenida agradable. Me deshice de las pocas cotas de nieve que se habían acumulado sobre mi despeinada cabellera y, mientras las gotas se derretían en el suelo, exploré las estanterías llenas de prendas que prometían resguardarme del frío implacable.
El interior del almacén era un verdadero festín para los ojos. Montañas de bufandas de lana, abrigos mullidos y sombreros adornaban las repisas, creando un arcoíris invernal que hacía que mis pensamientos se disiparan por un momento. Me encontré examinando cada prenda con detenimiento, dejando que mis dedos acariciaran telas suaves y colores vibrantes. En medio de mi búsqueda poco exacta, encontré un abrigo que parecía envolverme en un abrazo cálido tan solo con mirarlo. Era de un tono azul profundo que recordaba al cielo de la noche cuando la luna llena pinta todo de un manto plateado. Me lo probé y, al ajustarlo a mi figura, sentí cómo el frío abandonaba mi cuerpo. No pude evitar admirarme en el espejo cercano, apreciando la elegancia y practicidad que ofrecía la prenda.
La decisión de compra se volvió fácil, y pronto me encontré cargando no solo el abrigo, sino también una serie de accesorios que, según la vendedora, eran esenciales para combatir las gélidas temperaturas: un par de guantes a juego, una bufanda suave como la cachemira y un gorro adornado con pompones que, según sus palabras, añadiría un toque de estilo a mi atuendo invernal. <<Sé que me están estafando, pero...>> Mientras me deshacía del poco dinero que me quedaba, sentía alivio y a la vez culpa, <<nunca he sido una buena administradora je je>> Pagué con una mezcla de monedas y billetes, agradecí a la amable vendedora y salí del almacén con un paso más ligero y confiado. Con la nueva indumentaria, me sentí lista para enfrentar el invierno implacable que se cernía sobre la villa.