[Simple D] Iji ga muzukashii michi
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País del Fuego//4PM
Clima Templado



El clima perfecto, con una buena brisa y un lugar de encanto como lo solía del el país del fuego, lleno de maravillas como era aquel lugar donde los tres jóvenes serian contratados para poder ayudar a un anciano que vivía en el norte de la regíon del país donde por su geografía era mucho mas empinado, donde además era un lugar concurrido ya que no muy lejos de la pequeña y humilde morada de anciano, se encontraba uno de los lugares mas ejemplares de todo el país el Valle del fin un lugar de grandes historias, donde shinobis que marcaron la historia habrían tenido duelos, hasta las nuevas generaciones solían hacerlo.

El lugar de encuentro seria un pequeño pueblo del sector llamado Midori, aquel lugar vivía bastante de la agricultura y debido a que no eran muchos podían sin muchos problemas sub existir, en parte de los alimentos que ellos mismo producían, para Gensou ser un vendedor de todo tipo de frutas de la mejor calidad del pueblo era algo que durante muchos años le había salido beneficioso, incluso hasta en la actualidad pero por la edad y por la gran cantidad de canastos que tendía que llevar al pueblo tendría que buscar ayuda, siendo así que tres  ninjas de tres diferentes aldeas se ofrecían.
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Aquel grupo una ves llegaran al  pequeño pueblo, tendrían un simple objetivo ir hacia las zonas mas altas de las cercanías del pueblo para llegar hacia la cabaña de Gensou donde tendrían que hacer el trabajo para el cual habrían sido contratados, aunque si querían podrían hablar un poco los tres shinobis durante el viaje, conocerse, al final era una misión bastante tranquilidad para cualquier novato o ninja que quisiera ganar ryos de la forma mas fácil, tan solo debían de seguir las instrucciones, todo saldría bien.

Hasta incluso aquel grupo tenia un poco de tiempo de explorar el pueblos sus pequeñas tiendas o buscar hablar con gente de la zona y hablar sobre cualquier cosa que ellos quisieran, mientras no demoraran demasiado para no estresar al anciano de la cabaña no habría problema alguno a que el trio de shinobis se tomara su tiempo, de hacer diferentes actividades durante el tiempo que estuvieran en aquel sector.

    
   

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Kyoshin finalmente había llegado al pueblo después de largas caminatas, tramos donde tuvo que navegar en barcazas con otra gente y a su vez otros tramos donde no tuvo mas remedio que ir en caravanas ayudando en diferentes tareas, por fin había llegado a Midori. Era un pueblo tranquilo y apacible primera vista, nada fuera de lo común, la verdad Kyoshin no pensaba mucho en ello, ya que no era como si se tuviese que pensar todo lo que pasaba a su alrededor, claro que como ninja tenia cierto nivel de conciencia en sus alrededores, pero actualmente no habia necesidad de estar sumamente tenso.

Moviéndose por los caminos de aquel pueblo Kyoshin logro divisar una zona de tiendas mientras caminaba hacia la cabaña del anciano, no se había perdido ni nada por el estilo solo estaba en el camino hacia su destino, aun no era muy tarde para turistear un poco, así que decidió decidió pasarse a mirar...

" Oh por dios, esa verdura nunca la habia visto, ese pescado seco tiene un color increíble ¿que especie sera? no puede... ¿eso es un pez nativo del pais del fuego? " Maravillado por las sorpresas culinarias que tenia para ofrecer el pueblo, Kyoshin decidió gastar unos cuantos ryos en puestos de comida, no quería hacer esperar al anciano así que miro el sol en busca de la hora parecía que no se pasaría del tiempo si se sentaba a comer un rato en una banca, la gente fue un poco reticente al ver su bandana pero igual ryos son ryos así que le vendieron sin rechistar. Lo cual agradeció ya que el viaje lo había dejado con hambre.

" Hoy no pude entrenar nada debido al viaje " *ñom ñom* " Me hubiera gustado entrenar, espero  que el lugar este lejos para hacer una buena caminata " pensaría mientras comía como bestia en una banca de un parque, disfrutando del pescado seco y una picada de verduras, cuyo sabor nunca había tocado su lengua, agradeció entre mordisco y mordisco haber venido al país del fuego... Una vez terminado, espero unos diez minutos en la banca a hacer un poco de digestión. para finalmente empezar a hacer lagartijas en el polvoriento suelo del parque, no podía permitirse ganar calorías, ya que no había entrenado al menos debía ser lo suficientemente responsable con su cuerpo para no atascarse sin pensar.

Siempre en un regimen estricto Kyoshin se mantiene en forma a como de lugar. sin embargo sabia que haría un poco de labor física dentro de un rato, debido a ello, no se podía permitir gastar tanta estamina, tal vez le gustaría entrenar, pero, no podía defraudar a su contratista.

Sin mas haria unas 5 sesiones de 20 lagartijas con descansos de 1 minutos e iria derechito donde el anciano, se preguntaba si seria uno de esos ancianos dulces o uno de esos ancianos tercos y mal humorados, en el segundo caso le preocupaba el hecho de llegar tarde...

" Mmm espero llegar a tiempo, no quiero terminar siendo regañado... "
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Haciéndose lugar por los haceres de los que hacen, Kimblee se encontraba metido en medio buscando su correspondido lugar, es decir, atendiendo su llamado. Se trataba de otra de esas tantas misiones, llenas de deberes insulsos que corren desde lo simple hasta lo molesto. Pero como los cánticos se encontraban libres este día, lo acompañaron a él, tirando suaves y lindas melodías de bajo volumen expulsadas desde su pecho.
Cantaba, cantaba y caminaba, caminaba y pensaba, pensaba y decía en su mente: "¿No visité alguna vez este pueblo? Quizás hubo una pelea muy buena de la que no recuerdo, ¡Seguro que aposté al gordo! Esos sí que pelean bien en peleas de muy bajo rango"; rango, rango lo que tenía poco, poco lo que quizás le faltaba para adquirir mejor rango en Iwagakure. Además, puede que no le guste realizar ciertos trabajos, pero si seguía las costumbres de sus prácticas de negocios, nunca le iba a faltar el respeto a un contrato y mucho menos si le otorgaba un buen beneficio a largo plazo, porque a corto, las recompensas suelen ser miserables.
-¿¡Dónde queda este..!? Aaaah, con que al menos una cosecha tenían.-
Se preguntaba si la cosecha de uva era de calidad, pero tampoco le preocupaba mucho porque al observar después de unos segundos pudo analizar bien y comprender que su calidad era calidad. Calidad como ningún otra, y con un buen tarareo acompañó sus movimientos rodeando el viñedo en busca de que el viñedo sea un real viñedo, y no sólo uno que de por nombre sólo cosechaba el fruto y dejaba al vino en luto.
Por suerte algunos barriles podía llegar a divisar a la distancia, así que quizás algún recuerdo se podía llevar a casa luego de completar su tarea. Pero tal como se dijo, de no completar el trabajo, la recompensa no se conseguiría, a no ser de que se la arrebate de un tajo, pero él nunca podría.
-Bueno...Completemos el trabajo, no creo que sea mucho. Pero eso sí, ¡Algo exquisito me voy a llevar de este lugar!-
Era hora de tomar rumbo, de mover los pies en dirección opuesta a la de los holgazanes, es decir, a la de su propia actitud que se suele quedar adicto de vez en cuando.
Su camino tomaba paso poco a poco, pero como siempre nunca eligió un camino fijo, sino que tan sólo caminaba sin una forma específica de poner un pie adelante del otro. Es decir, no sabía ni caminar, ni mucho menos tenía idea de a dónde ir, pero al menos se podía guiar con los detalles dados en el contrato de la misión; la casa de un anciano era a la que tenía que ir, y como buen adepto a sus costumbres, no se tardaría en acudir, sin que tiempo le sobre.
Por último, algo importante que destacó en su pensamiento le hizo recordar revisar por una última vez el rollo con información respecto a su clan. Mientras caminaba le dio una lectura rápida, simplemente para recordar aquellas técnicas que ya había entrenado. Además, que uno nunca sabe cuando se puede llegar a encontrar aún más información de aquello que le concierne, y su clan, a Kimblee, demasiado le importaba saber sobre no sólo eso, sino también de si algún día encontraría a alguien que sea capaz de explicarle más a fondo de donde él proviene. Pero eso era en realidad para otro día; hoy era tiempo de acomodar estos asuntos y luego librarse para acudir a tareas de su propio interés.
-También me pregunto yo, ¿Con quién me encontraré? Quizás sean muy jóvenes, o quizás encuentre a algún viejo como yo, ¡Ah, quién sabrá!, ¡Seguro son buena compañía!-
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(¿País del Fuego?, es mi primera vez ahí, supongo ya llegó el tiempo de conocer al País de la legendaria Konohagakure, la aldea que ha dado a tantas leyendas Shinobi del Mundo Ninja)

A Kurami se le había entregado una nueva misión en Iwagakure, ahora tenía que presentarse en el País del Fuego en un pequeño pueblo de Nombre Midori para ayudar a un hombre ya avanzado de edad para llevar un cargamento desde un punto a otro, y en lo que cierne a Kurami, no le importaba mucho cargar cosas, su entrenamiento físico excesivo la había llevado a tener una fuerza y condición física superior a la normal en otros Shinobis. La Origami tomó algunas cosas para el largo viaje hasta el País del Fuego y vestirse con su ropa clásica de misiones, suéter rojo, pantalones negros y sus botines color marrón, sin olvidar colocar la bandana de la roca en su cabeza a modo de cintillo y amarrar su cabello antes de salir de la mansión en donde vivía, una mansión que, por años, había querido salir de ahí.

(Me pregunto, con quienes me toparé ahora, en las misiones se conoce a mucha gente y más si es como ésta…)

Pensaba la chica mientras leía de nuevo el Pergamino de la Misión, enfocándose en la parte del texto que indicaba que se reuniría con un Ninja de la Roca, pero también con uno de Kirigakure

(¿De la Niebla?, ¿Cómo Sayuri?, Sayuri me cayó bastante bien, aunque gracias a su corazón blando no pude darle una golpiza a aquel ladrón…)

Ese y más pensamiento sobre la futura misión inundaban la cabeza de la Origami mientras hacía su recorrido hacía Midori usando los servicios del transporte para llegar más rápido y no tener que moverse a pie y malgastar energía a lo innecesario. Luego de un viaje algo cómodo para Kurami, finalmente se encontraba en lo que parecía la entrada del Pueblo Midori, un pueblo con un aspecto bastante rural y con varias edificaciones que hacían ver al pueblo como si estuvieran en el pasado, una sensación que a Kurami no le disgustó, al contrario, le encantaba el lugar así que, en vista de que todavía tenía algo de tiempo antes de reunirse con el viejo Gensou, decidió explorar un poco el pueblo y comer algún platillo local así como buscar una posada para relajarse una vez terminara la misión, pues iba a descansar un poco antes de volver a partir hacia Iwagakure.

Luego de llenarse el estómago con la deliciosa comida local y pagar una cantidad superior a la solicitada, abandonó el restaurante y se dirigió a las faldas de una pequeña “montaña”, pues ese era el camino hacia la casa del señor Gensou

(¿Tan anciano y siempre tiene que subir por esta pendiente?, empiezo a creer que más bien es un flojo y no quiere hacer el, el viaje cargando su propia producción, pero, en fin, misión es misión)

La Kunoichi de la Roca comenzó a subir sin muchos problemas por la pendiente mientras giraba su cabeza de lado a lado buscando algún indicio de compañía sin mucho éxito, parecía que los Shinobi que tendría de compañeros aún no se acercaban o directamente aún no llegaban a Midori, pues mejor para Kurami, así quedaba como la más responsable y un poco de reconocimiento extra no le venía mal. Ya al final de la pendiente, pudo ver unas cuantas casas más, lo que demostraba que Gensou no era el único loco como para vivir en las “alturas” y tener que subir cada vez que salieran, aquella pendiente que Kurami subió sin problemas. La chica caminó hasta la que era la casa del anciano y recargó su espalda en una de las paredes de la cabaña, usó ambas manos para rebuscar en sus bolsillos antes de sacar un zipo y un pequeño cigarro

(Odio esta cosa… pero me ayuda a calmar el maldito estrés de mi extraña vida…)

La Origami colocó el cigarro entre sus labios y haciendo uso del fuego del Zipo, lo encendió, sacando la primera calada por su boca al expulsar el humo al aire. Kurami seguiría “disfrutando” de su cigarro mientras esperaba a que sus dos compañeros se reunieran con ella para poder llegar juntos a la reunión con Gensou, así es… la chica ya se había arrepentido y cambiado de opinión en un segundo, ahora si deseaba esperar a sus compañeros y no llegar sola
Pasivas
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Reunidos

Cada miembro del trio de la misión, había llegado a horas diferentes, y había echo diferentes actividades algunos comieron sin parar, otros compraron, otros esperarían mas adelante y al final cada  terminaría encontrándose, en el cual podrían compartir, hablar  de cualquier tema de como eran sus aldeas, sus vidas o cosas tan simples como lo serian sus nombres, ya que al final ninguno se conocía del todo, hasta los habitantes de la pequeña aldea los miraban con cierto grado de interés y curiosidad al grupo no era común ver a ninjas de otras aldeas y tierras, casi siempre eran ninjas de rango genin o chunnin que pasaban por ahí que eran de konoha, haciendo alguna revisión para la seguridad de la aldea, la cual era bastante tranquila y mas que una revisión de los ninjas de la hoja para asegurarse de la seguridad de los habitantes, era un lugar donde podían comer todo tipo de productos con una buena calidad y precio, siendo un lugar en cierta forma con una gran importancia local.

Mientras caminaban los tres shinobis de diferentes aldea hacia la pequeña montaña, siendo guiados simplemente por el camino que se hacia paso hacia adelante, podrían apreciar su entorno un hermoso bosque de arboles de la zona, tenían un verde de sus hojas muy vivido y algunos de estos arboles, siendo los mas longevos median aproximadamente 7 metros de alto, en algunos se podía apreciar nidos de aves, algunos con polluelos otros abandonados con el tiempo, mientras mas se adentraban en aquel bosque el grupo de shinobis se encontrarían con un rio el cual pasaba por ahí, en el cual se apreciaban algunos pequeños peces pasando por este, aquel rio por la dirección en la cual estaba dirigiéndose, los tres genins podrían teorizar que iba a pasar hacia el valle del fin.

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Si alguno de los tres intentaba calcular la hora se darían cuenta que mucho no habría pasado, aun que el tramo aun seguía y cada vez parecía notarse que faltaba poco, era cosa de caminar un poco mas y aquel grupo llegaría hacia la pequeña cabaña del anciano, donde podrían ayudarlo, cumplir su misión, la cual hasta ahora estaba siendo de lo mas tranquila posible, el único fastidio seria el echo de caminar bastante, pudiendo estar relativamente mas tranquilos los tres sin estrés alguno.

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Habían pasado algunos minutos desde que la Origami había llegado al lugar, aún se preguntaba en donde estaban sus compañeros de misión mientras le daba la última calada a su cigarro antes de tirar al suelo la colilla y pisarla un poco, una acción muy común y típica para apagar la colilla de un cigarro y que no se quedará en el suelo encendida para luego causar alguna molestia o incendio…

Mientras esperaba, la chica de la roca se aburrió de sólo estar recargada en una pared si n hacer nada así que se puso a rondar los alrededores de la pequeña cabaña, sin alejarse mucho obviamente para evitar que sus compañeros llegaran y no la pudieran encontrar, a pesar de ya haber visto un poco el paisaje cuando llegó, decidió darle un vistazo otra vez, no todos los días tenía la oportunidad de presenciar un lugar tan colorido y hermoso como aquel pueblo y más cuando ella, si no estaba en una misión, sólo se dedicaba a caminar por las calles de Iwagakure, que más que una Aldea, parecía una civilización de las cavernas, viviendo dentro de lo que parecía una cueva

(Que hermoso río, ojalá y tuviéramos algunos así en Iwagakure, pero los que tenemos a menudo se encuentran en el Nivel Bajo y normalmente están sucios)

Pensaba la chica mientras miraba desde las alturas el río que fluía a unos cuantos metros de su posición, no sabía hasta dónde llegaba aquel río, pues no era muy conocedora del País del Fuego, vaya, era su primera vez ahí, pero ya se tomaría el tiempo de conocer el enorme país de las leyendas en algún momento y talvez ese momento era cuando terminara de cumplir con la misión que se le había encomendado a ella y a otros dos Shinobis y estuviera de regreso hacia su aldea, Iwagakure

Off: Post cortito. Con permiso de Beru, mi PJ no es movido y sigo esperando a los otros dos
Pasivas
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Él quería llegar temprano, a tiempo, pero a veces el descanso que se tomaba entre decenas y decenas de metros solía durar más de lo pensado. Aun así, allá él, dando paso y acomodando sus piernas una atrás de otra con la intención de ir no sólo a conocer aquel lugar al que debía de asistir, sino también para cumplir el deber del que ansiaba el dinero obtener y merito también poseer. Sin embargo eso iría después, a último momento, sólo una vez la tarea sea completada.
Silbidos largaba, algo cantaba, poco afinaba, mucho caminaba, el destino aún no alcanzaba. Quizás llegaba último, quizás llegaba segundo, o peor aún, quizás llegaba primero y sus compañeros estaban en peor estado físico del que él pensaba, ¡O peor aún! Quizás sus compañeros ni a tiempo habían llegado, mucho menos al acuerdo pactado habían hecho caso. Pero eso él no creía, sentido no tenía, y mucho menos su última teoría, porque aquí el único con fallas con respecto a sus habilidades era él mismo; acuerdos de negociante sabía bien pactar, pero su cuerpo estaba fuera de forma para las formas que había que cumplir en este universo tan lleno de alteraciones drásticas a cuerpos propios.

-Tanto caminar me da calor, ¡Dios!-

Tanto caminar no era, calor tampoco. Sin embargo, el realizar una actividad física por más simple que sea, por un largo tiempo, sin distracción alguna entre el medio, sólo significaba tratar de atarearse a sí mismo con ideas propias de su cabeza. Cosa en la que en realidad él no era tan bueno como quisiera. Porque de pensar pensaba, pero requería de ese tan delicioso estímulo externo de otros para sentirse en comodidad absoluta, no sólo para escuchar sino también para hablar sin parar; hablar de lo que sea, mundano o profundo, no hay nada mejor que hablar, a veces sólo hablar por hablar, otras veces hablar sobre no querer hablar, y es que al final de todo si una idea importante tenía Kimblee en su cabeza es que el lenguaje es lo que nos separa del resto, lo que nos hace únicos y da valor a aquellos con quienes lo podamos compartir. Mientras tanto, los en un principio insulsos carentes de lenguaje por tener las lenguas cortadas, se las arreglan e inventan el hermoso lenguaje de señas. Qué maravilla que es el lenguaje.

-Qué maravilla que es el lenguaje, sí que sí. Si tan sólo no tuviese tanto en lo que pensar, con tan poco para hablar sobre eso ¡Aaaah! ¿Por qué fui criado bajo la idea de comunicarme constantemente con el resto?, ¿Eh?, ¿Pero de qué estoy hablando? ¡Si esto es culpa mía!-

Culpa suya es, nunca va a dejar de ser. Pero qué podía hacer un hombre que ni consigo mismo se encuentra paz; ironía con respecto a él y su clan de origen. Por lo que había leído en el manuscrito, su clan se trata de gente sencilla en cuanto a palabras, poco hablan verbalmente, mas lenguaje de señas con destreza utilizan. Y eso era algo que a Kimblee le maravillaba, pues nunca hay que dejar al hermoso lenguaje de lado, comunicarse nunca hay que parar de hacerlo.

-¡Ah! Hablando de hablar, ¡Al fin encuentro a alguien! Eres eso, ¿Verdad? Cómo le dicen, a los novatos como yo...¡Gennin! ¿Eres un compañero? No creo haberte visto, soy Kimblee. Me encanta hablar, ¡Si hablar fuese un deporte, yo sería el mayor espectador de todos! Aquel que critica y admira sin parar, aquel que apuesta por el que más bello y distinguido lenguaje utilice...Ya va a llegar un tercero, ¿¡Verdad!? Lo espero con ansias, ¿Será joven como tú?, ¿O algo tardado en la edad como yo?
¡No importa! Kimblee, un gusto-

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¿Caminar haci el punto de encuentro? ¡ja! faltaría menos, saltando de arbol en arbol tal cual un ninja promedio, Kyoshin se movería sin mucho esfuerzo entre rama y rama, no tenia mucho tiempo pues se entretuvo mucho haciendo ejercicios, lo mas probable era que sus compañeros de misión hubiesen llegado hace un rato si era mas o menos puntuales y llegando un poco antes de lo previsto. Hacia algo de calor y el paisaje era hermoso, con cuidado de no pisar los nidos de ave que rondaban por la zona ya que le gustaban en si las aves y sabia de sobra que algunas podia ser territoriales, Kyoshin se movía a galante mente entre arbol y arbol.

¿quienes serian sus compañeros? probablemente genins pues no creía que ningún chunnin fuera a hacer tal misión sin una buena razón o sin que hubiese un peligro inminente en esta misma. Bueno ya vería una vez llegado a el sitio de la misión.

" Bueno ya fue suficiente cardio, creo que ya con la caminata que tocara en la encomienda sera mas que suficiente " Ponderaria mientras bajaba de los arboles y seguia el camino como una persona civilizado. Moviéndose por el follaje finalmente llegaría a divisar a sus compañeros a lo lejos, había una chica y un joven mayor hablando probablemente presentándose por lo que podía ver... asi que no había llegado tan tarde según el horario, lo cual era bueno, como sea a paso lento se acerco hacia la zona.

Notando que el sujeto se estaba presentando, espero un momento a que terminara, para posteriormente acercarse donde fuese visible a la simple vista...


- Hola, soy Kyoshin Sureddo, un gusto trabajar con ustedes... - diría en una presentación simple pero funcional sin mucho parapeto ni atareo - ¿Nuestro contratista aun no llega? - Pregunto después de esperar a que el resto se presentara, la verdad le daba curiosidad quién seria la persona que los contrato, no era importante el hecho de siquiera conocerlo pues en muchas misiones ni siquiera se conocía quién era la persona que necesitaba ayuda, pero siempre era bueno conocerlos de vez en cuando.
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Los tres shinobis se habían reunido, tendrían un tiempo extenso para hablar de todas las cosas que estos quisieran, pudiendo pasar un rato todos juntos como equipo. Mientras caminaban por el sendero, podían notar como poco a poco el camino se volvía mas empinado, la vegetación para ser menos, aun que ahora habían mucha mas maleza, aproximadamente pasarían unos 5 minutos, los cuales no pasaría nada importante hasta llegar a la cabaña del anciano que los había solicitado para el trabajo.
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La cabaña era hermosa, se notaba que era bastante rustica, había un letrero en la lado izquierdo que decía. - Cabaña de los mejores frutos de Midori // Gensou -, mientras de el otro lado había una roca y un poco mas a la derecha habían algunos cultivos y una maleza la cual tenia algunas flores blancos que hacían un bonita combinación en si. - me alegro que llegaran jóvenes, las canastas están adentro ¡¡pasen pasen!! - diría al anciano de 70 años dejando ver todo lo que había adentro de la cabaña.

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Habían varios libros, todos sobre como cultivar todo tipos de plantas, arboles y en general todo sobre el mundo de la jardinería y el cultivo, había una foto de los nietos del hombre, y donde estaba la mesa y las sillas estaban 6 canastas llenas de frutos de todo tipo, entre la mesa y la alfombra. - Yo los acompañare hacia abajo si no les molesta jeje - diría el señor. - les recomiendo que cada uno se lleve dos canastas para llevarnos todos de una vez - exclamaría, mientras esperaba afuera a los genins para empezar a mover toda la carga que tendrían que manejar, que talvez para tres  personas en forma no era difícil pero para Gensou ya no lo podía y muy probablemente tendría que pedir ayuda mas seguido.

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Después de tanto esperar, a la lejanía, la Kunoichi de la Roca pudo ver a sus dos compañeros acercándose al lugar de la reunión, habían tardado lo suyo, pero Kurami no era nadie para replicárselos, incluso, ella ha tenido retrasos en sus misiones así que por su parte no había gran problema.

- Kurami de Iwagakure, un placer -

Ante todo, la educación y la presentación, la Kunoichi se presentó con una sonrisa sutil y una pequeña reverencia para después ingresar a la bonita cabaña que tenían detrás y ser recibidos por un hombre anciano de aproximadamente setenta años. La cabaña era acogedora por dentro, múltiples estanterías con libros, bastantes fotos del hombre anciano junto a alguien más joven que presumiblemente sea su nieto. El señor Gensou indicó las instrucciones para el trío de Genins, mover las seis canastas de llenas de frutos hasta donde él les indicaba

(Bueno, somos tres y si cada uno se lleva dos, entonces podríamos transportar las seis canastas en un solo viaje, buena idea anciano…)

Kurami sonreiría al Señor Gensou antes de caminar hacía las canastas y tomar una con cada una de sus manos, las canastas realmente no estaban pesadas o al menos no para la fuerza física de la Kunoichi así que las cargaría sin problemas y se dirigía hacia la salida en donde Gensou esperaba a los tres jóvenes Genins para comenzar con su camino. La Origami no sabía hacía dónde las llevarían exactamente pero ahí estaba el hombre anciano para guiarlos, así que no habría problema con el destino de las canastas de fruta

(Ahora solo a esperar a que esos dos carguen con sus canastas y no se demoren mucho, que al parecer ya era su costumbre)

Bromeó la Origami para si misma dentro de sus pensamientos mientras reía un poco pero sin soltar la carcajada
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-Qué hermosa la pieza de mi amigo-

Dijo para sí mismo.

Temblor de cariño presentaba eternamente aquella cabaña que era testigo del tiempo y del amor. Como un hogar de los creyentes de Dios que adoran sin pausa a la representación del...Del todo. Qué hermosa era la pieza del viejo, con una sillas chiquitas para abrazar todo cuerpo que por el calor quiera ser abrazado. Qué hermosa la pieza del viejo, con libros repletos de conocimiento y palabras que otorgan suspiro de sorpresa. Qué hermosa la pieza del viejo, con ventanas que transparentan para ver lo que ya está presente en la misma pieza; el tiempo, la naturaleza tomando las paredes, el techo acumulando tierra, la fogata...La fogata con cenizas recordando quién sabe cuántos de cuántos alimentos allí se habrán cocinado para repartir entre familiares y amigos...Y amigos...Qué hermosa la pieza de mi amigo. Eso pensaba sin parar, no podía evitar admirar semejante belleza. Cada cosa no estaba de más, todas tenían su función, sea útil o simplemente para decoro, todas estaban porque debían de estar y ninguna debía de faltar.

Qué frío, qué calor. Qué nostalgia que trae a la memoria recuerdos inexistentes. Cabaña como ningún otra, o quizás como tantas, pero eso no lo quitaba ningún merito.

-Qué linda cabaña que tiene usted, mi amigo.-

Ahora sí, con la voz en alto, dirigiéndole la palabra al señor. La verdad es que a Solf le otorgaba placer como ningún otro. Si bien los negocios, las apuestas, sus vicios pueden ser distracciones y grandes causadores de placer...La cabaña, la pieza, el hogar. Aquello otorga satisfacción como ninguna otra cosa antes vista.

Tomó las cajas, y el sentir la madera de las cajas desprendiéndose de la alfombra lanuda le terminó por sacudir la cara con un frescor único, único como viento en pradera haciendo mover de un lado a otro en armonía a los árboles, árboles que podían ser vistos a través de la ventana de tan hermosa cabaña. Qué hermosa era la pieza de mi amigo.

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Aquel señor guiaba a los tres shinobis por el camino, un camino que ya había sido recorrido, los shinobis ya había visto todo de el su rio, su flora, fauna alguna aves pequeñas que acompañaban sus pasos, que se perdían entre los cientos de otras personas que alguna ves cruzaron estas tierras para llegar a sus objetivos. El anciano era uno de esas personas longevo como algunos tantos de la aldea, pero ninguno lo igualaba en sus hazañas del pasado, las cuales ahora poco a poco como si se tratase de un árbol que pierde sus hojas en el peor momento del año aquel hombre pasaba por lo mismo, pronto todo quedaría en manos de su decencia, pero estaba feliz, feliz de toda una vida que paso, una vida donde las personas que conoció fueron importantes, sobre todo lo que presencio en su corta pero grata vida.

- Me alegra saber que ustedes fueran los que me vinieran a ayudar, puedo ver en los ojos de cada uno una intención diferente, pero nada muy oscuro...  - dijo mientras los guiaba llegando al rio, el cual  ya habían presenciado el grupo anterior mente. - este rio es como nuestra memoria.. si se obstruye por sentimientos y experiencias negativas no puede avanzar, para avanzar se debe aprender a aceptar y de este modo tan simple podrás avanzar, al igual que el rio - dijo a los que querían escuchar.

No tardarían mucho en llegar a la aldea. Luego de aquellos comentarios que buscan la reflexión y el pensamiento de los ninjas, los cuales buscaban proteger, pero sabia que el no hacia era por que había perdido su rumbo. - Bueno dejen todas las canastas en la en esta pequeña tienda, aun se merecen algo por ayudarme... si quieren pueden llevarse alguna manzana, pera o sandias lo que quieran, en mi pequeña tienda ofrezco lo mejor -. Miro con una sonrisa en forma de agradecimiento a los ninjas. 

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-Bueno, me alegro de que haya sido un viaje corto, reconfortante y sin problemas de por medio. Mucho no sé como usted de estos lares, ¡Pero es interesante saber por si transcurre algún negocio que me requiera de conocimiento sobre estas valiosas tierras!-

Escuchar de aquel que sabe más por viejo que por diablo, es experiencia grata tal como acomodar los codos sobre una mesa destartalada, la cual se queja, pero acompaña con una buena vista al cielo cubierto por ventana rota. Día que pareció para uno pasear por el establo, atendiendo el espíritu a su llamada, dándole siempre atención con su oreja, a aquella gota de paciencia y tranquilidad que brota desde el suelo, dejando una nota clara y concisa; momentos tranquilos como este, tiempos para filosofar, bancas móviles de pensamiento constante sin perturbaciones, poco van a haber, así que mejor aprovechar a disfrutarlos, a saborear el fruto que con el tiempo quién sabe si del árbol que proviene se iba a convertir hasta en alimento rechazado por el castor más inútil en su profesión.
El tiempo ha disfrutar, más si resulta en experiencia amena carente de males y repleta de presencias naturales, con bondad y maldad marcada en naturaleza propia, pero en balance tal que sorprende sorprenderse por un existir que se esfuerza tanto en sí y no sorprender.

-A veces nos obligan a participar de tareas poco agradables, pero me resulta gratificante haberlo conocido. Es un buen hogar el que usted tiene allá atrás, y una hermosa tienda en la que pasar los días con calma acá.-

Más hermoso aún las tierras por las que transitaron. Pero el destino ya había llegado, y todos debían de concluir para dar inicio a lo que sea que tuviesen en siguiente lugar en su mente, o su corazón. Corazón de aquel viejo de los pocos que hay, reconfortante la experiencia que otorgó a cambio de un precio muy bajo; unas cajas, acomodadas ya en el lugar que correspondían, y Kimblee ya listo para partir. Mucho no había que discutir, tampoco hablar ni pensar, y aunque él quisiera seguir experimentando momentos tan serenos como este, el camino había llegado a su fin. Probablemente durante los días siguientes tendría que realizar otras tareas por el estilo, pero él qué sabía, él qué sabía si los siguientes días iban a ser tan serenos como este o peores. Todo dependía no de la tarea, sino del precio a pagar, la tarea a realizar y la recompensa de esta. Siempre que estuviesen balanceadas estaría bien. O quizás no, después de todo, en un negocio lo importante no son las cantidades, sólo los conceptos, pero el balance también es un concepto importante a tener en cuenta.
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Última modificación: 05-02-2024, 04:14 PM por Kurami.
Por suerte, Kurami no tuvo que esperar mucho cuando finalmente vio a sus compañeros salir de la cabaña del hombre, cada uno con sus dos canastas de fruta, listos para transportarlas hasta donde sea que los guiara el anciano, la Origami suspiró y tomó sus canastas en el suelo para comenzar a caminar a paso lento siguiendo a Gensou.

En el trayecto, los tres Shinobis recibieron una especie de agradecimiento por su ayuda a la vez que recibían una reflexión sobre avanzar y seguir adelante, el cuerpo de Kurami se estremeció un poco al escuchar las palabras del anciano pues su vida e historia personal tenían que ver con la reflexión dejando pensando a la chica mientras seguían avanzando.

Luego de un rato caminando, llegarían los cuatro a la Aldea y posteriormente a la tiendita un tanto medieval de Gensou en donde tenían que dejar las canastas de fruta, la Origami junto a los otros dos Shinobis dejaron las canastas en el lugar y con ello la misión estaba completada con mucho éxito. Kurami pensaba igual que Kimble, había sido realmente gratificante conocer a Gensou y recibir un poco de su basta sabiduría. La Kunoichi de la Roca le tomaría la palabra a Gensou así que se acercó y tomó una manzana agradeció al anciano por el regalo y la reflexión.

Ahora la mente de la chica rondaba la reflexión de Gensou… ¿Realmente era necesario buscar venganza? O simplemente tenía que perdonar, olvidar y avanzar con su vida… aquella reflexión la puso a dudar de algo que ya tenía fijo en hacer y que en teoría no se iba a detener con nada, por suerte, aún tenía tiempo, mucho tiempo y aún no había hecho nada de lo que se podría arrepentir así que podría pensar mejor las cosas en los próximos días
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FIN

La misión había sido completada, las fruta había sido entregada y todos habían echo lo que debían, sin muchos problemas aquellos dos ninjas de iwagakure, los cuales se habían ofrecido para la humilde misión podrían volver a sus tierras y Gensou estaría contento y feliz por la actitud de los ninjas, ahora todos habían logrado algo, algunos habían logrado reflexionar de su vida, otros estarían felices por el viaje, otros sin lugar a dudas estarían contentos por que su trabajo podría un día mas seguir en pie sin muchos problemas, al final fue lo mejor que podría haber sucedido, ahora estas tierras están agradecidas con los ninjas de iwagakure, los cuales aun que no tenian ningún deber con este pequeño pueblo lograrían hacer que  se sintieras feliz, ahora lo único que debían de hacer los ninjas de iwa seria devolverse a su pueblo natal, para reflexionar sobre los comentarios, que aquel anciano les había dado solo con la intencion de ayudarlos y guiarlos por el buen camino.

off roll: perdón por hacerlo tan corto, responder tan tarde pero al ver que no casi todas mis historias estas en pausa por que los users se fueron afk me bajo el animo X,D pero vengo a terminar esto.
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La misión era sencilla y había sido un total éxito, los Ninjas de Iwagakure No Sato habían ayudado con la carga de las canastas hasta la tienda del Señor Gensou. Kurami agradeció de forma simple la misión y la fruta que el señor les había regalado antes de despedirse de sus compañeros y comenzar su caminata hacía Iwagakure.

La Origami no estaba segura del destino de su compañero de Aldea y tampoco era muy buena socializando así que decidió guardar silencio y no preguntar, además, le gustaba viajar sola y si bien no le haría el feo a alguien que quisiera acompañarla, siempre prefería ir sin acompañantes ya que así tenía algo de tiempo para pensar en sus cosas de ella y vaya que tenía algo en que pensar.

Las palabras de Gensou resonaban en su mente, no podía olvidarlas y de cierta forma comenzaban a hacer efecto en ella, talvez el camino que comenzaba a tomar era el equivocado y esa era una señal del destino para intentar que pudiera volver al camino de la luz antes de sumergirse en una oscuridad de no retorno. Fuese como fuese, la chica tenía bastante tiempo para pensarlo, por ahora, se encontraba satisfecha con el éxito de la misión, además de que al llegar a la Villa recibiría su paga por su trabajo, nada más satisfactorio que saber que tu trabajo es pagado y ayuda de cierta forma a otros

(Éste será un viaje largo… El País de la Tierra está a kilómetros de aquí, al menos podré disfrutar un poco de los bosques y lagos que rondan alrededor de todo el País del Fuego)

Sin más, la chica siguió con su camino para abandonar el País del Fuego y llegar a su hogar, un lugar en donde talvez nadie la esperaba, pero eso poco le importaba

Off: Post casi de relleno para acabar ya la misión D:
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Cuento abierto, cuento contado, cuento cerrado. Cuento que se cuenta luego de que se generan preguntas de cuántos cuentos uno puede contar.
Quizás no era tan relevante, pero una experiencia grata se había formado su propio espacio en la cabeza, en su materia gris; sin embargo era una materia gris de cómodo y suave pasto donde sentarse a observar el río que se convirtió. La memoria se hizo con su lugar, y si bien no coincidía con el vecindario del resto de otros recuerdos, ella su propio lugar tenía y se amaba tanto a sí misma que se iba a acomodar de la mejor manera posible; acomodó camino de piedra para dar lugar en un par de metros recorridos a una puerta de madera, casa de paredes con el color del tiempo, grises, verdes, una mezcla de tonos generados por no sólo el pasar del tiempo, sino que esto también estaba acompañado de la tranquilidad; arbustos alrededor del camino de piedra, un pasto desprolijo, tanto corto y largo como las ramas de los árboles que parecían una familia de hermanos mayores y menores, acariciándose los unos a los otros.
-Fue una grata experiencia, mi querido viejo. Ojalá repetir algo de similar...O quizás no, me quedo con esto. Es único, no inigualable, no especial, no irrepetible, pero tan único como los todos del todo que cada uno es único.-
Importa el concepto, no la cantidad. Importa que algo se vivió, no el cuánto duró, qué tan especial, qué tan cautivador o generador de emociones fue. Lo que importaba es que algo sucedió, el de sombrero blanco lo vivió, al corazón y mente se lo llevó. Y es que a él no le importaba tanto el hecho de si en un negocio mucho o poco dinero se generó, si mucha o poca gente se estafó, si mucha o poca gente ganó, si mucho o poco fueron tanto el mucho como el poco; importa el concepto, el que lo que es sea lo que es.
-Ahora tengo que viajar, kilómetros, pero qué importa cuánto. Eso es lo que menos vale.-
Se aportaba tranquilidad a sí mismo, haciéndose escuchar palabras para que retornen en un eco eterno en sí mismo. Quizás reforzar el pensamiento buscaba, quizás lograr escuchar una aceptación aunque sea de sí mismo quería, quizás...Quizás buscaba un quizás, un quizás por el cual poder pensar un poco más, no reflexionar porque mucho pensamiento retroactivo no es de presentar tanto, pero quizás sí pensar para poder tomar el pasado, presente, y futuro por un mismo lado. Pensar es lo que menos sabe, pero lo que más hace; duda le genera sobre si la práctica aporta mejora en el deporte, pero bien sabía que mientras más pensaba, más se hundía en el sentirse más y más perdido cada y cada vez.
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MISIÓN FINALIZADA
recompensas

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