Un día, Yuta fue asignada a una misión de escoltar a un mercader que se dirigía hacia el país del fuego teniendo que cruzar la frontera de la nación de la Tierra. La misión parecía sencilla, pero Yuta sabía que debía estar alerta en todo momento, ya que el camino era peligroso y estaba infestado de bandidos.
Durante el trayecto, Yuta y el mercader fueron interceptados por un grupo de bandidos. Los delincuentes, armados hasta los dientes, exigieron el cargamento del mercader. Sin embargo, Yuta no estaba dispuesta a dejar que los bandidos se salieran con la suya. Rápidamente, utilizó sus habilidades ninjas para arremeter contra los bandidos con poderosos movimientos de sus armas. Los delincuentes se vieron sorprendidos por la fuerza y agilidad de Yuta, quien no tardó en someter a la mayoría de ellos logrando repelerlos y que volvieran a ocultarse en las montañas. Le habría gustado capturarlos, pero no podía darse ese lujo teniendo un cliente al que escoltar y proteger todavía.
Después de repeler el ataque, Yuta y el mercader llegaron a salvo a su destino. Sin embargo, la valiente joven no se conformó con haber cumplido con su misión inicial. Sabía que si los bandidos no eran capturados, podrían seguir sembrando el caos y causando problemas en la frontera del país. Así que decidió reportar la presencia de los delincuentes a su superior una vez regreso a la aldea de la roca.
Al escuchar el informe de Yuta, el líder de la aldea tomó una decisión urgente. Los bandidos debían ser detenidos y capturados cuanto antes. Nadie podía permitir que camparan libremente a sus anchas. Yuta fue asignada a la misión para emprender una expedición para someter a los bandidos, algo que la joven ninja recibió con entusiasmo y determinación. Puesto que ya había sometido en una ocasión a los bandidos no le debería resultar muy difícil capturarlos ahora que su único trabajo era aquel y no había otros intereses por el camino.
Preparada para enfrentar su mayor desafío hasta el momento, Yuta se equipó con todas sus herramientas ninjas y tomó su arma más querida, una kanabo de acero macizo. Esta poderosa arma que formaba parte de su demoniaco linaje, un arma que representaba plenamente la esencia de los oni y que podía servir perfectamente para intimidar a muchos adversarios solo con su presencia. Eso sumado a que la chica era capaz de manifestar el mazo a voluntad.
Yuta con un par de shinobis más partieron hacia la frontera de Iwagakure, y no pasó mucho tiempo antes de que encontraran la guarida de los bandidos. Yuta lideró el ataque con valentía, utilizando sus habilidades de proyección de agua para contrarrestar las armas de los delincuentes. Estaba siendo una batalla campal por las montañas. Diversos bandidos cayeron por los riesgos quedando incapacitados hasta de moverse, otros simplemente estaban siendo sometidos y aplacados por el grupo de apenas tres ninjas de Iwagakure. Pero era evidente, un solo ninja podía equivaler fácilmente a un pequeño escuadron de simples soldados sin capacidad de usar el chakra. Los ninjas superaban en reflejos, velocidad, fuerza y habilidades a los bandidos pudiendo incluso caminar y saltar por las paredes de aquellos riscos montañosos dejando en muy mal lugar a los bandidos.
Finalmente termino por salir el lider de los bandidos, junto a un par de sus más leales hombres. La lucha se dividiría en tres bandos ahí. Mientras los dos compañeros de Yuta se llevaron a los dos ayudantes del líder junto a los remanentes del grupo bandido, la joven Yuta estaba cara a cara con el líder bandido. Un hombre que portaba un sable gigante, tan grande como la propia Yuta, no obstante estaban muy igualados en el intercambio físico de golpes mientras repicaban la kanabo de la chica con el sable del hombre. Seguramente para el mismo seria un golpe en el orgullo que una chica tan pequeña le estuviera siguiendo el ritmo en un intercambio de golpes, pero el hombre no era tan insensato como para subestimar a una ninja por su aspecto.
La lucha prosiguió por un rato hasta que Yuta vio que era inútil intentar luchar en un combate directo con armas y comenzó a utilizar otras herramientas a su alcance como las bombas de humo para desposicionarse y acometer con algunas armas arrojadizas para intentar colar algún daño en el hombre que le hiciera blandir su espada en peores condiciones. Pero todo aquello era una distracción, puesto que en el humo la chica había realizado unos sellos para salir posando sus manos en el suelo y hacer brotar de los pies del hombre una columna de agua que lo elevaría por los aires quitándole su estabilidad y propiciando que Yuta saltara contra la pared de la montaña para impulsarse contra el bandido dándole un golpe certero en la nuca que lo dejaría inconsciente.
El grupo de tres shinobi habría sometido a todos los bandidos en su totalidad con facilidad. Pudiendo llevarlos detenidos hasta la aldea de la roca, poniendo así fin a los asaltos de bandidos por aquella zona de la frontera. Aunque algo le decia a Yuta que todo no había terminado.
Durante el trayecto, Yuta y el mercader fueron interceptados por un grupo de bandidos. Los delincuentes, armados hasta los dientes, exigieron el cargamento del mercader. Sin embargo, Yuta no estaba dispuesta a dejar que los bandidos se salieran con la suya. Rápidamente, utilizó sus habilidades ninjas para arremeter contra los bandidos con poderosos movimientos de sus armas. Los delincuentes se vieron sorprendidos por la fuerza y agilidad de Yuta, quien no tardó en someter a la mayoría de ellos logrando repelerlos y que volvieran a ocultarse en las montañas. Le habría gustado capturarlos, pero no podía darse ese lujo teniendo un cliente al que escoltar y proteger todavía.
Después de repeler el ataque, Yuta y el mercader llegaron a salvo a su destino. Sin embargo, la valiente joven no se conformó con haber cumplido con su misión inicial. Sabía que si los bandidos no eran capturados, podrían seguir sembrando el caos y causando problemas en la frontera del país. Así que decidió reportar la presencia de los delincuentes a su superior una vez regreso a la aldea de la roca.
Al escuchar el informe de Yuta, el líder de la aldea tomó una decisión urgente. Los bandidos debían ser detenidos y capturados cuanto antes. Nadie podía permitir que camparan libremente a sus anchas. Yuta fue asignada a la misión para emprender una expedición para someter a los bandidos, algo que la joven ninja recibió con entusiasmo y determinación. Puesto que ya había sometido en una ocasión a los bandidos no le debería resultar muy difícil capturarlos ahora que su único trabajo era aquel y no había otros intereses por el camino.
Preparada para enfrentar su mayor desafío hasta el momento, Yuta se equipó con todas sus herramientas ninjas y tomó su arma más querida, una kanabo de acero macizo. Esta poderosa arma que formaba parte de su demoniaco linaje, un arma que representaba plenamente la esencia de los oni y que podía servir perfectamente para intimidar a muchos adversarios solo con su presencia. Eso sumado a que la chica era capaz de manifestar el mazo a voluntad.
Yuta con un par de shinobis más partieron hacia la frontera de Iwagakure, y no pasó mucho tiempo antes de que encontraran la guarida de los bandidos. Yuta lideró el ataque con valentía, utilizando sus habilidades de proyección de agua para contrarrestar las armas de los delincuentes. Estaba siendo una batalla campal por las montañas. Diversos bandidos cayeron por los riesgos quedando incapacitados hasta de moverse, otros simplemente estaban siendo sometidos y aplacados por el grupo de apenas tres ninjas de Iwagakure. Pero era evidente, un solo ninja podía equivaler fácilmente a un pequeño escuadron de simples soldados sin capacidad de usar el chakra. Los ninjas superaban en reflejos, velocidad, fuerza y habilidades a los bandidos pudiendo incluso caminar y saltar por las paredes de aquellos riscos montañosos dejando en muy mal lugar a los bandidos.
Finalmente termino por salir el lider de los bandidos, junto a un par de sus más leales hombres. La lucha se dividiría en tres bandos ahí. Mientras los dos compañeros de Yuta se llevaron a los dos ayudantes del líder junto a los remanentes del grupo bandido, la joven Yuta estaba cara a cara con el líder bandido. Un hombre que portaba un sable gigante, tan grande como la propia Yuta, no obstante estaban muy igualados en el intercambio físico de golpes mientras repicaban la kanabo de la chica con el sable del hombre. Seguramente para el mismo seria un golpe en el orgullo que una chica tan pequeña le estuviera siguiendo el ritmo en un intercambio de golpes, pero el hombre no era tan insensato como para subestimar a una ninja por su aspecto.
La lucha prosiguió por un rato hasta que Yuta vio que era inútil intentar luchar en un combate directo con armas y comenzó a utilizar otras herramientas a su alcance como las bombas de humo para desposicionarse y acometer con algunas armas arrojadizas para intentar colar algún daño en el hombre que le hiciera blandir su espada en peores condiciones. Pero todo aquello era una distracción, puesto que en el humo la chica había realizado unos sellos para salir posando sus manos en el suelo y hacer brotar de los pies del hombre una columna de agua que lo elevaría por los aires quitándole su estabilidad y propiciando que Yuta saltara contra la pared de la montaña para impulsarse contra el bandido dándole un golpe certero en la nuca que lo dejaría inconsciente.
El grupo de tres shinobi habría sometido a todos los bandidos en su totalidad con facilidad. Pudiendo llevarlos detenidos hasta la aldea de la roca, poniendo así fin a los asaltos de bandidos por aquella zona de la frontera. Aunque algo le decia a Yuta que todo no había terminado.